La riqueza paisajística de la región, que abarca desde los Montes de Toledo hasta la imponente Sierra del Segura de Albacete, pasando por la Alcarria y la Serranía de Cuenca, crea un ecosistema perfecto.
En este crisol de biodiversidad, encontramos joyas gastronómicas que elevan cualquier mesa a la categoría de festín: el vibrante níscalo, la delicada seta de cardo, el humilde y potente champiñón silvestre, la nobleza del boletus, el exótico rebozuelo y la sutil seta de pie azul. Son el secreto mejor guardado de su cocina.
Rutas Micológicas de Ensueño: De Guadalajara a la Sierra de San Vicente
La travesía comienza en Guadalajara, donde la elegancia y la tradición se dan la mano en Sigüenza. Esta localidad es un epicentro para el amante de las setas, que celebra con festivales y jornadas la llegada de este manjar, ofreciendo una plétora de restaurantes especializados en la cocina micológica. A un paso de allí, el Parque Natural del Barranco del Río Dulce nos regala una experiencia inmersiva, con una diversidad de variedades en un entorno de belleza conmovedora.
Descendiendo hacia el sur, la provincia de Toledo nos recibe con la Sierra de San Vicente, un majestuoso territorio de montañas y bosques, perfecto para la recolección entre pinares y encinares. Al sur de la provincia, los Montes de Toledo son el lugar ideal para encontrar clásicos como la seta de cardo y el níscalo.
Con su clima de otoños e inviernos fríos y húmedos, y un paisaje montañoso tapizado de extensos bosques, Cuenca es el hogar natural de incontables hongos comestibles. Pero si hay un lugar que personifica la maestría del hongo, ese es Villanueva de la Jara. Esta localidad fue pionera en la década de los 60, convirtiéndose en la primera en cultivar champiñón de forma profesional en España.
Medio siglo después, el champiñón es un reclamo turístico en sí mismo, añadiéndose a su ya rico patrimonio cultural. Las cifras hablan de su liderazgo: Cuenca es la primera provincia española productora de champiñón, concentrando más del 54 % de la producción nacional, y Villanueva de la Jara produce anualmente unos 5 millones de kilos de champiñón y 800.000 kilos de setas. Visitar una de sus empresas cultivadoras es adentrarse en la alquimia de este manjar, conociendo el proceso desde la creación del sustrato o compost hasta la recolección, una auténtica experiencia para los sentidos.
Ningún amante de la micología puede obviar la provincia de Albacete. En el corazón de la Sierra del Segura, dentro del Parque Natural de los Calares del Mundo y de la Sima, se esconde Molinicos, que alberga el fascinante Museo Micológico «Casa del Níscalo».
Este rincón de Albacete es el punto de partida ideal para explorar parajes ineludibles como Yeste, Riópar, Ayna, Liétor, Letur, Férez o Socovos. En cada uno de estos municipios, el viajero encontrará no solo una naturaleza increíble e inolvidable, sino también un bar o restaurante donde poner el broche de oro al día degustando sus delicias micológicas.
Castilla-La Mancha nos invita a una búsqueda pausada y refinada de estos elixires de la tierra, probando que la auténtica sofisticación reside en la sencillez y la excelencia de lo que la naturaleza, con generosidad, nos ofrece.