jueves, 2 mayo, 2024

En los autos

Art铆culo de Ram贸n Castro P茅rez, profesor de educaci贸n secundaria en el IES Fernando de Mena (Socu茅llamos)

De peque帽o se ven las cosas tal y como son realmente. Justo como ahora. Otra cosa es que las recordemos grandes. A los siete a帽os, el asiento de atr谩s del seat 124 era igual que el que he visto hoy en un desguace quebrado. Sin embargo, la memoria me traslada a un espacio amplio, en el que los pies apenas llegaban al suelo del autom贸vil. El conductor, padre, parec铆a pilotar a unos tres metros, m铆nimo.

Para anchuras, el 1500 del librero que acud铆a con su hija todos los septiembres al almac茅n de papeler铆a para llenar el gigantesco maletero de manuales de lengua, del mism铆simo L谩zaro Carreter. Aquella chica, mayor que yo unos cuantos a帽os, desaparec铆a al entrar en el m铆tico auto. Con el paso del tiempo, heredar铆a la librer铆a y la responsabilidad del negocio, pues era ella (y no su padre) quien aparcaba el mastodonte en la puerta del proveedor, durante las siguientes campa帽as escolares. No la vi m谩s. Para cuando pude conducir, madre hab铆a liquidado el negocio, pero del volante del 1500, de su desmedido di谩metro, me acuerdo.

A todo hay quien gane. Sentirse como una min煤scula part铆cula en mitad del universo era habitual si viajabas en la parte de atr谩s del citroen CX break del tito Manolo. Esa ubicaci贸n era la m谩s disputada entre los primos, a pesar de no contar con asientos, mucho menos con cinturones o con tecnolog铆a 芦pre sense禄. La seguridad la pon铆an, a partes iguales, el conductor, una baja densidad de tr谩fico y el sentido com煤n.

Los coches de antes, grandes. Los aviones de ahora, peque帽os. En ellos, mantener la distancia de seguridad implicar铆a sentarse en el ala. Contrasta con las colas del embarque previo al vuelo. All铆, personal de la aerol铆nea con muy mal humor, recuerda que dejes metro y medio entre tu cuerpo y el viajero que lo precede. Se pone tan serio el asunto que temes te dejen en tierra. Y a ver qu茅 haces en Amsterdam, en mitad de un transbordo que nunca debiste considerar viable.

Pero grandes, grandes los plat贸s de televisi贸n. Tanto que no necesitan mascarillas los que all铆 se citan para debatir en torno a una mesa semicircular, separados por metro y medio. Tienen los techos altos, como los dict谩menes que salen de sus bocas con destino a los altavoces del televisor. As铆 es como escuchamos que nos lo hemos pasado demasiado bien estas navidades, en atenci贸n a la intensa incidencia 芦covidiana禄 que impregna la actualidad. Si recuerdan, ya en 2008 hab铆amos vivido por encima de nuestras posibilidades.

As铆 que, a pesar del transcurso del tiempo, siempre se trata de lo mismo, por mucho que lo de antes nos parezca una cosa distinta a la de ahora. Y no s贸lo ocurre con los autom贸viles, los aviones, los plat贸s o las crisis, financieras o pand茅micas. Tambi茅n con los compatriotas, negacionistas, progresistas, fachas, nacionalistas, tuiteros, funcionarios, aut贸nomos, comunistas, se帽oros, pijos pobres, longevos, boomers o milenials, entre tantos otros. Rascando un poco, podr谩 advertirse la m铆nima distancia que existe entre categor铆as. Debajo de la piel, fina en ocasiones, hay personas. A bordo del 124, del 1500 o del CX, s贸lo pasajeros que se saludaban al cruzarse con otro auto, en mitad de aquellas carreteras. Las que nos conduc铆an al pueblo.

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