Las palabras âcĂĄncer de mamaâ hacen aflorar en nuestra mente miedo, incertidumbre, agobio o preocupaciĂłn. No es infundado, ni mucho menos: hablamos nada menos que de la primera causa de muerte de mujeres en el mundo.
Debido a su importancia, desde 1990 el Sistema PĂșblico de Salud de las diferentes Comunidades AutĂłnomas españolas ha ido incorporando el programa de cribado poblacional. El objetivo: que mujeres entre los 50 y los 69 años puedan realizarse una mamografĂa cada dos años en los centros de salud.
Pero ¿hasta qué punto salva vidas esta prueba? ¿Conocemos de verdad sus beneficios y riesgos?
Hay falsos positivos y sobretratamiento, pero sigue siendo el mejor método de diagnóstico precoz
Para responder, imaginemos que existe un grupo de 200 mujeres, con edades entre los 50 y los 69 años, que se hacen la mamografĂa de cribado cada dos años. A todas ellas se les hace un seguimiento de diagnĂłstico de cĂĄncer de mama hasta que cumplen 80 años. Cabe esperar que ocurra lo siguiente:
- 1 de ellas sobrevivirĂĄ a un cĂĄncer de mama gracias al cribado (de lo contrario habrĂa fallecido por la enfermedad).
- 4 de ellas morirĂĄn de cĂĄncer de mama a pesar de haberse realizado el cribado, pero habiendo recibido los tratamientos y cuidados adecuados para paliar el dolor.
- 8 serĂĄn diagnosticadas y sobrevivirĂĄn, aunque habrĂan sobrevivido igualmente sin el cribado.
- 2 serĂĄn diagnosticadas y tratadas de un cĂĄncer de mama que no hubiese sido una amenaza para su vida, por su tipologĂa o por su lento crecimiento (lo que se denomina un sobretratamiento).
- 40 de esas mujeres necesitarĂĄn pruebas diagnĂłsticas adicionales para luego descartar que la alteraciĂłn observada en la mamografĂa fuese un cĂĄncer de mama (falso positivo).
Con esta informaciĂłn, la mamografĂa sigue siendo hoy en dĂa el mejor mĂ©todo de diagnĂłstico precoz. Y por esta razĂłn es recomendable seguir participando en este tipo de chequeos rutinarios. Si bien la incertidumbre del diagnĂłstico puede generar ansiedad, sus beneficios superan los riesgos que generan a las mujeres que participan en el programa de cribado de cĂĄncer de mama.
Sin embargo, debido a que es difĂcil determinar quĂ© mujeres se beneficiarĂan del cribado y cuĂĄles podrĂan padecer los efectos no deseados, serĂa recomendable que pudieran dialogar con un profesional sanitario sobre sus creencias y sus miedos personales hacia el cribado, ser informadas sobre los beneficios y desventajas que pueden experimentar, y, asĂ, poder tomar una decisiĂłn mĂĄs informada. SituaciĂłn que se contradice con el dato reciente de que sĂłlo una de cada cien mujeres tiene un conocimiento adecuado de la mamografĂa y sus efectos.
CĂłmo aumentar la efectividad de los programas de cribado
Una posibilidad para mejorar la efectividad de los programas de cribado es cambiar el actual cribado estĂĄndar segĂșn criterios de edad a uno personalizado segĂșn el riesgo de cada mujer a ser diagnosticada de cĂĄncer de mama. Ese riesgo se determina segĂșn las caracterĂsticas personales, la historia familiar, las caracterĂsticas genĂ©ticas, los antecedentes previos de enfermedad mamaria, entre otros.
De esta forma puede ajustarse el programa de cribado de manera mĂĄs precisa, para cada mujer y en relaciĂłn a su riesgo, en la edad de entrada y salida del programa, la frecuencia y el tipo de prueba. AsĂ, por ejemplo, las mujeres de mayor riesgo pueden incorporarse antes al programa de cribado y hacerse el examen con mayor frecuencia, mientras que las de menor riesgo pueden distanciarlos. Es decir, focalizar los recursos en quienes demandan mayor atenciĂłn, y conseguir un uso mĂĄs eficiente.
Aunque hemos avanzado mucho desde la implementaciĂłn del programa de cribado, nos quedan desafĂos por delante, para lo cual todos somos relevantes: los clĂnicos, los poderes pĂșblicos, los gestores sanitarios, los acadĂ©micos, las mujeres, sus familias, etc.
El DĂa Internacional del CĂĄncer de mama es una oportunidad para tomar conciencia de la importancia del cribado, adoptar actividades preventivas y fomentar la necesidad de informarnos para poder tomar una decisiĂłn.