lunes, 10 noviembre 2025

El restaurante más antiguo de Castilla-La Mancha cumple 134 años y está en Toledo

Fundado en 1891 en el entorno del Circo Romano, este emblemático establecimiento forma parte de la memoria gastronómica y social de la ciudad

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El restaurante más antiguo de Castilla-La Mancha se encuentra en Toledo capital. Venta de Aires, enclavado en el entorno del Circo Romano, es hoy un referente de la gastronomía regional y uno de los espacios más emblemáticos de la ciudad. Con 134 años de historia, este restaurante sigue ofreciendo el sabor de la cocina tradicional toledana, combinando el encanto histórico de sus salones con las tendencias contemporáneas.

Fundado en 1891, el establecimiento ha acogido a lo largo del tiempo a miles de comensales locales y visitantes, atraídos por su ambiente cálido, su trato cercano y su cocina casera. En la actualidad, Venta de Aires dispone de amplios salones, terrazas y una completa bodega con vinos seleccionados, y está preparado para acoger todo tipo de celebraciones: bodas, comuniones, banquetes o reuniones familiares. Además, cuenta con instalaciones adaptadas a personas con movilidad reducida, es pet friendly y ofrece menús aptos para personas celiacas.

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A lo largo de su trayectoria, ha recibido la visita de reconocidas figuras del panorama nacional, como Maribel Verdú, Karra Elejalde, Florentino Fernández, Anne Igartiburu, María del Monte o Gonzalo Miró, entre otros, según reflejan los vídeos publicados en su canal oficial. Desde la propia casa destacan su papel en la oferta gastronómica toledana, recordando que “la gastronomía de Toledo es muy amplia y estamos orgullosos de formar parte de ella y de ser uno de los restaurantes más visitados por los turistas”.

El restaurante más antiguo de Castilla-La Mancha cumple 134 años y está en Toledo
Imagen: Venta de Aires

Pero Venta de Aires no solo es un restaurante: es también una parte viva de la historia de Toledo. Su origen se remonta a finales del siglo XIX, en una ciudad que trataba de renacer tras un siglo convulso. En un paraje situado entre las riberas del Tajo y el santuario del Cristo de la Vega, Dionisio Aires Glaria, un trabajador de la Fábrica de Armas natural de Zaragoza, y su esposa Modesta García-Ochoa, toledana, decidieron abrir una humilde taberna para atender a los obreros y paseantes del entorno. Lo que empezó como un ventorro familiar donde se servían cocidos y tapas, pronto se convirtió en un punto de encuentro social y cultural.

Con el tiempo, la Venta fue creciendo. Dionisio amplió el negocio con un frontón y zonas de recreo, mientras Modesta consolidaba la fama de su cocina popular, basada en platos tradicionales como las migas, las perdices estofadas, los callos o los camarones del Tajo. Su buen hacer atrajo a intelectuales y artistas, dando origen a tertulias literarias y encuentros culturales. Por sus mesas pasaron nombres como Gregorio Marañón o Antonio Maura, y las crónicas mencionan que incluso Salvador Dalí, Luis Buñuel, Federico García Lorca y Rafael Alberti visitaron el restaurante.

Tras la Guerra Civil, el establecimiento quedó marcado por la pérdida de sus fundadores, pero su hija Carmen Aires logró mantener viva la tradición familiar. Bajo su dirección, la Venta modernizó su oferta y consolidó platos emblemáticos como la crema de cangrejos, las cebolletas a la crema o la perdiz a la Venta de Aires, sin renunciar al sabor de la cocina toledana.

A lo largo del siglo XX, el restaurante acumuló reconocimientos, entre ellos la Medalla al Mérito Turístico (1965), la Medalla de Plata al Mérito en la Hostelería (1973) y la Estrella de Oro a la Calidad Internacional (1991). Además, conserva un Libro de Honor en el que han dejado su firma personalidades de distintos ámbitos, convirtiéndose en un testimonio del paso del tiempo y del prestigio del lugar.

Hoy, Venta de Aires sigue siendo un espacio donde la historia, la gastronomía y la hospitalidad se dan la mano. En sus mesas, decoradas con artesonados y rodeadas de historia, el visitante puede saborear más de un siglo de tradición toledana, fiel al espíritu con el que Modesta y Dionisio comenzaron su andadura en 1891.

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