Una serie de mensajes de WhatsApp entre Pedro Sánchez y su entonces mano derecha, José Luis Ábalos, publicados por El Mundo, ha sacado a la luz la intensa estrategia del presidente del Gobierno para controlar las voces críticas dentro del PSOE entre 2020 y 2021. Las conversaciones muestran un tono áspero, una voluntad férrea de imponer disciplina en el partido y la especial atención dedicada a figuras como Emiliano García-Page, Javier Lambán o Guillermo Fernández Vara.
“Que Page deje de tocar los cojones”
En uno de los mensajes más explícitos, fechado el 8 de noviembre de 2020, Sánchez califica como «vomitiva» una entrevista concedida por García-Page a La Razón, en la que el presidente de Castilla-La Mancha calificaba de “humillación” el indulto a los líderes independentistas del procés. “Creo que convendría que tanto tú como Santos le pegarais un toque y que dejara de tocar los cojones”, escribió el presidente al entonces secretario de Organización del PSOE.
Estos mensajes se encuentran en el marco de las investigaciones del caso Koldo, tras aparecer en memorias incautadas al exasesor del Ministerio de Transportes. El contenido desvela una voluntad sistemática de Pedro Sánchez por reprimir la disidencia interna y alinear a los territorios bajo una única estrategia de partido.
Lambán: “El PSOE no era así”
Las críticas más duras de Sánchez se dirigen también hacia Javier Lambán, entonces presidente de Aragón. A través de los chats, se refleja su incomodidad con cualquier declaración pública que se desviara de la línea marcada por Ferraz. El 15 de noviembre de 2020, Lambán escribió a Ábalos una queja formal: “En el PSOE de Felipe, Zapatero o Rubalcaba un ejercicio de opinión libre pero responsable como el mío era admitido sin ningún problema. Ahora no. Ahora desde Ferraz o desde las brigadas de Twitter lo machacáis a uno como traidor, facha o desleal”.
La reacción de Sánchez fue rotunda: “Hay que seguir marcándoles. Son unos hipócritas”. A Lambán lo calificó en otra ocasión de “petardo”, mostrando una actitud despectiva hacia quienes defendían una mayor autonomía discursiva.
Page: “No todo vale”
Tanto García-Page como Lambán han reaccionado a la publicación de los mensajes. Fuentes del entorno del presidente castellano-manchego aseguran que desde 2015 notaron una “hostilidad” por parte de la dirección del partido. “La hostilidad venía de Sánchez”, señalan. “Desde ese momento hemos pasado por alto desprecios y descalificaciones a cambio de que el PSOE mantuviera la coherencia y los principios que siempre había defendido: igualdad entre personas y territorios”.
Desde el entorno de Lambán se subraya que lo más revelador de las filtraciones es “el grado de obsesión de Sánchez con el marcaje a los barones y su interés en impedir opiniones diferentes”. Añaden que la situación actual “es más preocupante” que en 2020 y critican que “la polarización y el frentismo paralizan al país, mientras el trato de privilegio a Cataluña atenta contra los principios constitucionales y socialistas de igualdad”.
Una operación para imponer la disciplina interna
Según El Mundo, Sánchez encargó expresamente a Ábalos neutralizar cualquier disidencia en las federaciones más importantes del PSOE. “No te olvides hablar con nuestros presidentes para ir todos en línea”, le escribió en agosto de 2020. Ábalos responde que aún le faltaba alguno por contactar, pero que “las declaraciones de Ximo hoy, bien”. “Sí. Pero las de Page y Lambán, no”, replica Sánchez.
El presidente no solo reprobaba declaraciones públicas, sino también opiniones compartidas en redes sociales, como fue el caso de Guillermo Fernández Vara, tras el acuerdo con EH Bildu para los Presupuestos Generales del Estado de 2021. “Llámalo y dile que es impresentable”, ordenó Sánchez. Días después, el presidente extremeño ofreció todos sus cargos orgánicos al partido. “Ombligo”, contestó Sánchez con desdén tras leer su mensaje.
Una estrategia que ha transformado el PSOE
Cinco años después de estas conversaciones, el mapa del PSOE ha cambiado notablemente. Vara está en el Senado; Lambán y Puig fuera de sus gobiernos autonómicos; Susana Díaz, relegada. El único barón que permanece con poder institucional es García-Page, que sigue gobernando Castilla-La Mancha con mayoría absoluta y marcando perfil propio frente a Sánchez.