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Día de la Madre: El corazón latente del mundo rural

Cada primer domingo de mayo celebramos el Día de la Madre. Es un día para la gratitud, para el recuerdo y para la reflexión. Hoy, quiero rendir un homenaje muy especial y afectivo a aquellas mujeres que, además de dar vida, sostienen con su trabajo, dedicación y resiliencia la vida en nuestros pueblos: las madres rurales.

Las madres del mundo rural no son solo figuras maternas, son pilares comunitarios. Son agricultoras, ganaderas, emprendedoras, cuidadoras, voluntarias y, por supuesto, educadoras. Su papel, muchas veces silenciado o invisibilizado, es absolutamente esencial para garantizar la supervivencia de la España rural, esa que representa el 84% del territorio pero que solo acoge al 16% de la población. De los más de 7,5 millones en estas áreas, el 49,2% son mujeres frente al 50,8% de hombres.

El rostro femenino de la despoblación

España sufre un problema estructural: la despoblación de nuestros entornos rurales. Más de 3.900 de nuestros pueblos están en riesgo de desaparecer. En muchos de ellos, la pérdida de población femenina en edad fértil es uno de los factores más determinantes. Sin mujeres no hay niños. Sin madres no hay futuro.

Según datos del Ministerio de Agricultura, las mujeres representan apenas el 28% de la titularidad de las explotaciones agrarias en España. Y de ese porcentaje, muchas no están reconocidas oficialmente como trabajadoras del campo, a pesar de contribuir de forma activa y diaria en la actividad agrícola o ganadera. La figura de la “titularidad compartida” fue un paso positivo, pero todavía insuficiente: solo 1.415 explotaciones se han inscrito bajo esta fórmula desde su creación en el año 2011.

Madres rurales: trabajo sin horario, sin reconocimiento

La madre rural encarna una multiplicidad de roles. No solo trabaja la tierra, sino que también cría a sus hijos, cuida de sus mayores, participa en las tradiciones de su comunidad y, en muchos casos, impulsa pequeños negocios para diversificar los ingresos familiares. Son mujeres de una fuerza admirable, capaces de conciliar vida laboral y familiar en condiciones que, con frecuencia, carecen de los recursos que disfrutan las zonas urbanas: guarderías, centros de salud accesibles, transporte público o servicios sociales adecuados.

A pesar de estas dificultades, las madres rurales no se rinden. Según el informe más reciente del Observatorio del Emprendimiento de España (REALE-UC), publicado en 2024 y centrado en mujeres jóvenes de entre 18 y 45 años, en el medio rural, el 74% de las jóvenes emprendedoras rurales afirman que su principal motivo para emprender es «ganarse la vida porque el trabajo escasea». Ellas crean empleo, generan riqueza local y luchan por una igualdad real que todavía está por llegar.

Políticas con perspectiva de mujer rural

Desde la Asociación de Familias y Mujeres del Medio Rural (AFAMMER), que tengo el honor de presidir desde su fundación, llevamos más de 40 años trabajando para que la voz de estas mujeres se escuche en todos los foros nacionales e internacionales.

Sabemos que empoderar a las madres rurales es apostar por un desarrollo sostenible, justo e inclusivo.

La Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) nos marcan el camino: sin igualdad de género y sin desarrollo rural, no habrá futuro viable. Son necesarias políticas públicas que contemplen la maternidad en el medio rural como una realidad compleja, y no desde parámetros únicamente urbanos. El acceso a vivienda, la conectividad digital, la conciliación, los incentivos fiscales o el fomento de la corresponsabilidad son medidas que deben adaptarse a la ruralidad.

Educar en el amor a la tierra

Las madres rurales también son transmisoras de cultura, de conocimientos tradicionales, de amor a la tierra, a nuestra tierra. En un mundo cada vez más digitalizado y globalizado, ellas enseñan a sus hijos valores como el arrojo, la paciencia, el respeto por el entorno natural y el sentido de comunidad. Y lo hacen sin manuales, sin aplausos, pero con una dignidad inmensa.

En este Día de la Madre, quiero mirar a los ojos de todas esas mujeres que viven en un pequeño pueblo, que cada día madrugan sin descanso y con aliento, que cuidan de sus familias y que luchan contra la soledad, el olvido institucional o las barreras sociales. Sois imprescindibles. Sois ejemplo. Sois esperanza.

Decía Gabriela Mistral que “el mundo cambia con tu ejemplo, no con tu opinión”. Las madres rurales cambian el mundo cada día con su ejemplo silencioso, persistente y valiente. A ellas, todo nuestro reconocimiento. Hoy y siempre.