Unos cortes muy pequeƱos y finos de patata agria, para que sean mĆ”s crujientes, con una salsa de fuerte sabor a jamĆ³n, cocinadas por Miguel Carretero, del restaurante madrileƱo Santerra, se llevĆ³ el I Campeonato Nacional de Patatas Bravas, en la categorĆa tradicional. Ā«Cogemos patata agria y cortamos muy pequeƱoĀ», explicaba Carretero en Madrid FusiĆ³n Alimentos de EspaƱa. Ā«Picamos fino para que sea muy crujiente. Con aceite y ajo, e infusionamos hasta que dora. La salsa tiene cebolla, cayena, huesos de jamĆ³n, chorizo asturiano, caldo de cocida, refrito de pimentĆ³n picante y dulce. AƱadimos vinagre al finalĀ».
En la categorĆa creativa ganĆ³ el plato presentado por Gonzalo Silla, de la casa Vuelve Carolina, en Valencia, elaboradas a partir de crema de patata. Ā«Para freĆrlas, las hemos metido en una tempura normalĀ», comentaba Silla. Ā«La salsa brava la hacemos con chipotles ahumados. No es invasivo pero le da un toque. La hacemos con grasa de jamĆ³n, cebolla, tomate, ajo. Lo trituramos todo y por arriba ponemos una lĆ”mina de papada, para que se funda con el calor y le dĆ© otro toqueĀ».
Entre siete candidatos, estas dos formas de entender la patata brava conquistaron a un jurado compuesto por Alberto FernĆ”ndez, Juanma Bellver, Enrique Bellver, Francisco Tabares, Julia PĆ©rez y Marina Vega. Siempre inconformes con las lecturas de los chefs a una receta que naciĆ³ Ā«despuĆ©s de la guerra civilĀ», segĆŗn mantuvo PĆ©rez, el conjunto del jurado extraĆ±Ć³ la forma usual de prepararla, sin mĆ”s ni menos ingredientes que los de la abuela o el bar de la esquina, y aseguraron que aunque la de Santerra se presentaba en la categorĆa tradicional ni Ć©sa ni ninguna otra podĆan ser calificadas como tales.
La primera polĆ©mica era si podĆan llevar mayonesa. Si la tenĆan, o si se acompaƱaban con alioli, eran Ā«mixtasĀ». Ā«Patatas con cosasĀ», resumiĆ³ PĆ©rez, que de la campeona creativa dijo: Ā«Que le metan chile chipotle a la salsa bravaā¦ Ā”nos vamos a quedar sin cocina tradicional! La salsa brava es espaƱola. Tenemos que entendernos en un bar y si yo pido patatas bravas y me dan estoā¦Ā». Otro jurado, FernĆ”ndez, le recordĆ³ que el pimentĆ³n tambiĆ©n venĆa de AmĆ©rica. Como la misma patata.
En una cata de peculiares y trabajosos platos, la polĆ©mica fue la tĆ³nica en la mesa, pero al final coincidieron en que Ā«ninguna es tradicionalĀ» ni de Ā«bar de tapeoĀ». Ā«Todos, cada uno con su idiosincrasia, se han alejado de lo que es el fundamento de la patata bravaĀ», sostuvo Bellver. Ā«Las patatas estĆ”n todos buenĆsimas, Āæpero te esperas que te saquen esto? El problema son los cocineros, que se empeƱan en hacer las cosas complicadas. No hay que rizar el rizo, son patatas bravasĀ», ratificĆ³ PĆ©rez.
Aunque alguno lo definiĆ³ como un plato de cuchara, la propuesta de Santerra arrancĆ³ alabanzas mientras se degustaba: Ā«las patatas estĆ”n esplĆ©ndidas, me comĆa dos platosĀ» o Ā«asĆ, pequeƱitas, potencia el crujienteĀ». Las patatas bravas creativas tambiĆ©n tuvieron sus halagos al probarlas. Ā«Me ha gustado muchoĀ», Ā«la presentaciĆ³n es espectacularĀ» o Ā«es una versiĆ³n muy creativaĀ».
A esta ronda final llegaron tambiĆ©n Alejandro Ortega, del mallorquĆn restaurante Vint; Sergio del RĆo, del Ćleo en MĆ”laga, y JosĆ© Luis Bonilla de Lume, en Santiago de Compostela, estos tres en la categorĆa ācreativaā. En la ātradicionalā concursaban Daniel Moreno, del restaurante TragatĆ” en MĆ”laga y Alejandro Loaiza, del barcelonĆ©s Informal. La casa Santerra se apunta asĆ otro premio cotizado de Madrid FusiĆ³n, luego de ganar en dos ocasiones el de la mejor croqueta.