«¥Tenemos que osar mås democracia!»
Willy Brandt
Se decĂa del siglo XIX que era el siglo de las utopĂas y el XX el de su puesta en marcha, con terribles resultados en muchos casos, de aquellas ideas. Hoy nos encontramos en el Siglo XXI, las utopĂas emancipatorias de un mundo mĂĄs justo nos quedan lejos, aunque hay una por la que todavĂa merece la pena luchar. Es la democracia, âla Ășltima utopĂaâ, como la define el filĂłsofo y senador Manuel Cruz en su Ășltimo libro.
Hoy en dĂa la democracia es una utopĂa urgente. Debemos volver a construir un espacio pĂșblico en el que el ruido y la sobreactuaciĂłn al que nos someten algunos polĂticos, especialmente de la derecha ultramontana, estĂ© fuera de lugar.
No podemos permitir que algunos consigan que sea una utopĂa la consecuciĂłn de una sociedad de ciudadanos libres e iguales, donde se respeten las leyes democrĂĄticas, donde no se abochorne al parlamentarismo ni se bloquen las instituciones, donde se considere al adversario como un actor imprescindible para mejorar la sociedad y no como el enemigo a batir, cuando no eliminar, del espacio comĂșn.
Este desafĂo a la democracia es un movimiento internacional. En su libro âCĂłmo mueren las Democraciasâ Steven Levitsky y Daniel Ziblatt nos alertan del peligro de desfiguraciĂłn de la democracia, una amenaza que no vendrĂĄ del tradicional golpe de Estado militar que tan comĂșn fue en siglos pasados, sino con la erosiĂłn de nuestras leyes, con la polarizaciĂłn y destrucciĂłn de las normas de comportamiento de nuestra sociedad.
Un ejemplo profético el de este libro, publicado meses antes de que se produjera el asalto al capitolio por los seguidores ultras de Trump. Una deriva simbolizada en esa escena lamentable pero que empezó hace algunos años con bulos y crispación a golpe de click en las redes sociales y en los medios de comunicación afines a la extrema derecha.
Es urgente ser utĂłpicos de la democracia, frente a los que quieren desplumarla como se despluma a una gallina. La democracia es el respeto a los derechos de las minorĂas, como potenciales mayorĂas en el futuro. Un pilar incuestionable que el nacional populismo no respeta. Un extremismo que es, ante todo, la colonizaciĂłn de todos los aparatos del poder para destruir, brutalizar y denigrar a las minorĂas de oposiciĂłn, los ejemplos son claros en la HungrĂa de Orban, la Rusia de Putin a los brazos de Le Pen o el del PP a los de un vicepresidente en Castilla y LeĂłn que insulta a una diputada con discapacidad, sin la mĂĄs mĂnima reprobaciĂłn.
Hay fuerzas que tienen especial interés en convertir la democracia representativa en un espacio irrespirable del que huyan los ciudadanos, la intención de generar ese clima no es inocente. La democracia (con sus impuestos progresivos, sus pensiones, sus leyes laborales, sus escuelas y hospitales) puede ser un sistema poco rentable para algunas elites que quieren independizarse de cualquier compromiso con su sociedad.
Frente a estos comportamientos estamos llamados a defender la democracia y la cohesiĂłn social. Un llamamiento ciudadano, a izquierda y derecha, de los que nos repugna la crispaciĂłn y devaluaciĂłn de las instituciones, los que creemos en espacios donde el respeto y la deliberaciĂłn den paso a la construcciĂłn de una sociedad en comĂșn.
Un llamamiento de defensa de la libertad que Manuel Cruz nos interpela en su libro, recordĂĄndonos que la democracia es un proceso, lo que sea en el futuro dependerĂĄ de nosotros y nosotras, de lo fuerte que seamos para construir mĂĄs democracia, frente a los que quieren empequeñecerla y hacerla irreconocible. Defendamos esta ultima utopĂa.
Miguel GonzĂĄlez Caballero
Diputado Nacional del PSOE