domingo, 24 noviembre, 2024

Toledo, líder en cultivo de falso cáñamo industrial, también conocido por marihuana

La imaginación de los delincuentes no tiene limites: Trampillas secretas que dirigen a plantaciones subterráneas, una biblioteca que da acceso a una plantación oculta...

El negocio del cultivo ilegal de marihuana en la provincia de Toledo ha crecido de manera exponencial en los últimos cuatro años por el auge de las plantaciones ‘indoor’, aunque los agentes de la Policía Nacional y la Guardia Civil han detectado en 2021 una nueva modalidad delictiva que toma protagonismo, el falso cultivo de cáñamo industrial.

Hasta noviembre de 2021, a falta de contabilizar el mes de diciembre, la Guardia Civil incautó más de 265.000 plantas de marihuana en suelo toledano, cifra que se suma a las 55.000 plantas confiscadas por la Policía Nacional, dos cuerpos que han sido testigos del considerable aumento de esta práctica delictiva y que atienden a Efe para dar las claves de este fenómeno.

«La producción ha subido porque es fácil cultivar la marihuana. No requiere mucha inversión y no podemos obviar que hablamos de una droga blanda. La pena no es igual si te cogen con un kilo de cocaína y ellos lo saben”, cuenta el subinspector de policía Francisco Acebedo, jefe del grupo de Estupefacientes de la comisaría de Toledo.

A pesar del incremento de esta actividad delictiva, también ha aumentado el número de detenidos (250 por la Guardia Civil en 2021) y de delitos esclarecidos relacionados con plantaciones de marihuana (455).

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Y aunque el ilícito del cultivo de ‘maría’ parezca atractivo por los jugosos beneficios que se obtienen a cambio de una pequeña inversión, Acebedo, un experimentado policía que lleva 27 años en esta batalla, advierte a los delincuentes que «tarde o temprano caen» porque pecan de avaricia: «Al conseguir dinero fácil, quieren más y eso nos da a nosotros el tiempo necesario para pillarlos».

LA MAYOR PLANTACIÓN DE ‘MARÍA’ DE EUROPA

En 2021 han destacado las macroplantaciones exteriores de ‘hierba’ que los infractores intentan hacer pasar por cultivos de cáñamo industrial con la excusa de que su única finalidad es fabricar textil, un producto “que no tiene mercado en España”, señala el teniente Valentín, de la Unidad Orgánica de la Policía Judicial de Toledo (UOPJ) en la Comandancia de Toledo.

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Los cultivadores obtienen la licencia para plantar legalmente ‘cannabis sativa’, pero su verdadero propósito es la obtención de los cogollos de marihuana, prohibidos expresamente por ley.

Sin embargo, el teniente apunta que lo interesante para obtener el cáñamo es el tallo y no el cogollo, por lo que la planta suele tener una altura de tres o cuatro metros, circunstancia que no se da en estas falsas plantaciones.

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Además, la planta no puede superar el 0,2 por ciento del THC, componente psicoactivo de la planta de cannabis, y «todas las plantaciones incautadas doblaban esos niveles», añade Acebedo.

De hecho, la mayor plantación de ‘maría’ de Europa fue desarticulada el pasado mes de octubre en Huerta de Valdecarábanos, un pueblo toledano de 1.700 habitantes, en una operación en la que la Guardia Civil requisó 135.000 plantas que sus cultivadores hacían pasar por cáñamo industrial.

«Cada planta tenía tres kilogramos de cogollos que no se pueden comercializar legalmente, lo que nos da el total de 405.000 kilogramos de cogollos solo en esa plantación», calcula Valentín.

Europa es la destinataria de gran parte de estas producciones. En España, un kilogramo de cogollos de marihuana secos cuesta entre 1.800 y los 2.000 euros, sin embargo, esta droga blanda se vende por más de 7.000 euros en ciudades como Ámsterdam (Países Bajos) o Estrasburgo (Francia).

IMAGINACIÓN SIN LÍMITES

Trampillas secretas que dirigen a plantaciones subterráneas, una biblioteca que da acceso a una plantación oculta o armarios empotrados que conducen a un cultivo en el altillo de la vivienda son algunos de los casos más curiosos a los que se ha enfrentado este año Valentín, que asegura que la imaginación de los delincuentes «no tiene límites».

Entre las operaciones más anecdóticas del año, este teniente de la Guardia Civil resalta un búnker subterráneo de cinco naves cubierto de tierra desmantelado por su equipo. A simple vista, los agentes solo podían vislumbrar una pequeña caseta en medio del campo, desde la que se accedía a una plantación confeccionada con las últimas tecnologías y de una altísima inversión.

Toledo, líder en cultivo de falso cáñamo industrial, también conocido por marihuana

Ambos agentes prefieren ser cautos y no hablar de cuáles son los indicios en los que se fijan para «no dar pistas a los malos». La defraudación de fluido eléctrico es una de las primeras alarmas que saltan porque el cultivo de la marihuana requiere de grandes cantidades de consumo.

No obstante, los delincuentes están mostrando en algunos casos un alto grado de especialización: «Al principio nos encontrábamos chapuzas que ponían en peligros nuestras vidas como conexiones a la red eléctrica con el cable pelado y ahora está todo al detalle”, dice Acebedo.

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Los aparatos que ahora se utilizan en las plantaciones ‘indoor’, que presentan la ventaja de poder producir a lo largo de todo el año, son cada vez más modernos, consumen menos y, por ende, llaman menos la atención, al igual que las lámparas que a día de hoy son tan sofisticadas que su luz favorece el crecimiento de la planta, manifiesta el policía.

¿POR QUÉ TOLEDO?

Toledo es una de las provincias españolas punteras en el cultivo de esta planta ilegal debido a su proximidad a la capital de España y por la gran cantidad de viviendas disponibles, explica el guardia civil de la UOPJ, muchas de ellas propiedad de entidades bancarias que son ocupadas para delinquir.

El perfil de los delincuentes es muy diverso dentro de este ilícito y es difícil concretarlo para los agentes, que distinguen entre individuos aislados, “jóvenes sin trabajo”, y los grupos criminales, principalmente de origen asiático y del este europeo.

Estas organizaciones criminales, propietarios de muchas plantaciones en diversas localidades que contratan a un ‘jardinero’, que es la persona responsable de cuidar esa plantación siguiendo las directrices de la organización, que canaliza la producción una vez preparada, seca y envasada al vacío.

«Las cogen de los chalés y las canalizan donde las vayan a comercializar a través de transportes clandestinos o envíos de mensajería camuflados, empaquetados y envasados con cuidado para evitar que produzcan olores», agrega Valentín.

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