No podÃa imaginar Pedro Sánchez, ni nadie, cuando en 2014 pedÃan responsabilidades a Rajoy por la pandemia del ébola, que tuviera que ser la Justicia quien finalmente abriera una ventana a la transparencia informativa, unos años más tarde, frente el caos y el disimulo de la realidad en el que parece haberse instalado el Gobierno socialista de uno y otro lado.
Nunca sabremos las cifra exacta de ciudadanos sin rostro, sin familia, sin duelo, que están siendo incinerados estos dÃas en España, aunque ya conocemos que la realidad en Castilla-La Mancha y en el resto de España triplica los datos oficiales, como nunca sabremos hasta qué punto se hizo caso omiso a las advertencias de la OMS y de la Unión Europea, instando a los diferentes Gobiernos europeos a proveerse de material sanitario de protección individual ante la expansión de la enfermedad por coronavirus.
No podÃa este Gobierno socialista de Sánchez e Iglesias permitir que la realidad de las alertas lanzadas desde el dÃa 30 de enero les estropeara el titular de las multitudinarias manifestaciones que nunca debieron celebrarse (sin besos, eh!, que hay virus), asà que durante todo el mes de febrero, la gestión siguió su curso entre memoria histórica y mesas bilaterales, lo que ya en 2019 nos ha costado un desfase de más de 33.000 millones de euros de déficit público, que por cierto, ha crecido primera vez desde 2012. ¿En qué se lo habrán gastado? No parece que fuera en mascarillas, guantes, gafas, ni en batas sanitarias.
El resultado de toda esa negación de la realidad es que más de 10.000 profesionales de la Sanidad están de baja laboral, y que todos ellos suman el 15 por ciento de los pacientes formalmente reconocidos como contagiados por el Covid-19.
Con estos datos, era inevitable el colapso del sistema nacional de Salud Público -lo captó enseguida la vicepresidenta Carmen Calvo-, las aglomeraciones en los pasillos de Urgencias de los Hospitales, y la falta de respiradores para las personas de 75 o de 80 años. Todo ello, sin que el vicepresidente de lo Social haya todavÃa respondido por esa situación inhumana, especialmente en lo que afecta a las Residencias de Mayores. ¿Era esto el Escudo Social del que tanto alardea Pablo Iglesias?
La verdad esconde no ya que la cifra de españoles muertos en soledad multiplica por tres lo que reconoce el Gobierno de Page; la verdad esconde el fracaso de las medidas de Salud Pública que se tomaron para frenar la pandemia, cuyas letales consecuencias hubieran podido mitigarse con una mejor coordinación por parte del Gobierno de Aló-Sánchez y el resto de presidentes de Comunidades Autónomas (el de Castilla-La Mancha se rebeló acaso como el más aislado y desinformado de todos).
Lo que la verdad esconde es un Gobierno de Castilla-La Mancha perdido, desorientado, dando bandazos, con un dirigente como es el caso de Emiliano GarcÃa-Page cargando contra profesores, a los que acusó de querer quince dÃas de vacaciones; cargando contra profesionales de la sanidad, a los que acusaba de dedicarse a hacer vÃdeos en lugar de trabajar; y cargando contra todo aquello que no le rindiese pleitesÃa y un silencio cómplice. Un Page más preocupado de copar minutos en televisiones nacionales y en su particular Aló Presidente en la tele pública regional que en buscar soluciones a una crisis que golpea con especial dureza a nuestra tierra.
Lo que la verdad esconde es la peor estampida económica desde la Guerra Civil. Los autónomos palpan el batacazo de manera inmediata y, siendo éste el peor momento de nuestra reciente historia democrática, no parece que estemos en las mejores manos para afrontar una situación de ruina y desempleo, otra vez, cuando ni tan siquiera son capaces de hacer un mÃnimo no ya de autocrÃtica, sino de ejercicio de veracidad informativa.
Quizás ya a estas alturas, cuando de lo que trata este Gobierno es de llevarnos de la mascarilla a la mordaza geolocalizada y de la curva a la planicie del pensamiento único, lo mejor es que Sánchez, Calvo, Iglesias y GarcÃa-Page se quedaran confinados polÃticamente por mucho tiempo, tanto como les cueste abandonar la propaganda y abrazarse a la verdad.