El Tribunal Federal regional de Cuiabá (Brasil) ha declarado culpable a Ronaldo Antoniô Osmar, el único acusado que seguía vivo o en edad legal de ser juzgado por el asesinato del misionero jesuita español Vicente Cañas en 1987, defensor de los indígenas.
Tras dos días de juicio, Ronaldo Antoniô Osmar ha sido declarado culpable de los delitos de colaboración directa y planificación de emboscada y ha sido condenado a 14 años de cárcel y tres meses, según ha informado la Compañía de Jesús.
Así, ha quedado demostrado que él, siendo delegado de policía de la región, contrató a varios sicarios para ejecutar al misionero jesuita español, por orden de varios hacendados.
Durante el juicio, en el que han estado presentes familiares de la víctima llegados desde España y numerosos representantes de la iglesia que trabaja con el mundo indígena, el jurado, formado por cuatro hombres y tres mujeres, votó en contra del acusado.
Cañas, originario de Albacete, fue destinado a Brasil en 1966 y convivió durante varias décadas con varias poblaciones indígenas llevando a la práctica el mandato de inculturación nacido del Concilio Vaticano II.
El misionero jesuita defendió las tierras indígenas frente a los hacendados que querían apropiarse de ellas, luchando para que el gobierno brasileño fijara una demarcación oficial de las mismas, algo que se consiguió después de su muerte.
En abril del año 1987 fue asesinado por orden del propietario de una hacienda que quería arrebatar unas tierras que habían pertenecido durante décadas a la población indígena de los Enawene Nawe –que actualmente son un millar frente a los 97 que había hace 40 años–.
El primer juicio sobre su causa no se celebró hasta 2006, 19 años después del crimen y los acusados fueron absueltos por falta de pruebas. En 2015, tras un recurso del Ministerio Público Federal, el Tribunal Regional Federal de la primera Región determinó la realización de un nuevo juicio.
Durante este nuevo juicio, la acusación ha basado su defensa en el testimonio de dos indios Rikbacktsa, Paulo Tompero y Adalberto Pinto, quienes al poco de los hechos escucharon de uno de los presuntos ejecutores del misionero confesar el crimen e implicar al acusado y a quien le contrató para organizarlo, el hacendado de la hacienda Londrina, Pedro Chiquetti, quien veía amenazados sus intereses por la defensa de las tierras indígenas que lideraba el jesuita Vicente Cañas.
También ha testificado Fausto Campoli, compañero de Vicente Cañas quien narró al jurado la estrecha relación del jesuita con los indios Enawene Nawe y cómo estos le consideraban un miembro más de su pueblo.
Por su parte, la defensa ha intentado demostrar que la muerte no fue violenta sino natural, a causa de una úlcera. También insinuó que fueron los indios Enawene Nawe quienes asesinaron a Vicente Cañas.
Para los sobrinos de Vicente Cañas, Rosa y José Angel, la sentencia es una gran alegría y abre un precedente en el país. «Después de tantos años de espera es una gran satisfacción que se haya hecho justicia, lo que representaba nuestro tío era abrir un camino para la protección de los pueblos indígenas. Esta sentencia servirá para defender a muchos otros que no pueden defenderse y que no se llegue a los extremos que se había llegado contra ellos que es lo que siempre quiso él defender», han subrayado.
JUSTICIA PARA EL MISIONERO JESUITA
Para la Compañía de Jesús en Brasil, esta sentencia significa «justicia para un misionero jesuita que dedicó su vida a los indígenas en la región de Matto Grosso» pero también «justicia para sus familiares» y sobre todo, «para los pueblos indígenas a los que tanto les cuesta defender sus derechos» frente a aquellos que quieren invadir sus tierras», según ha indicado el superior de la Plataforma Apostólica Centro Oeste (PACO), Antonio Tabosa.
Durante el juicio, además de los familiares ha estado presente Elisea Mendoza, del consulado español en Brasil y muchos representantes de la Iglesia y de la lucha por la defensa de los indios.
Por parte de la Compañía de Jesús, además de numerosos jesuitas, acudió el superior de la Plataforma Apostólica Centro Oeste de Brasil, Antonio Tabosa; el obispo de Juina, Neuri Tondelo; el obispo representante del Consejo Indigenista Misionero, Roque Palocci; grandes amigos y compañeros indigenistas de Vicente Cañas como la religiosa del Sagrado Corazón Bety Myky, y su gran compañero Thomaz Lisboa.
Asimismo, han asistido representantes indígenas de las poblaciones Enawene Nawe, Myky, Rikbacktsa, Nanbikvara, Kajabi, así como de la Operación Amazonia Nativa y de la Fundación Nacional del Indio, órgano oficial del estado brasileño para el servicio de los pueblos indígenas.
Este caso, según señala la Compañía de Jesús, simbólicamente trae al presente «los muchos crímenes cometidos contra los indígenas durante las últimas décadas en Brasil y que han quedado impunes». La causa indígena en este país, según recuerda, «sigue enfrentándose hoy a numerosas problemáticas y conflictos que generan la defensa de la tierra de los indios frente a los intereses económicos de la agro-industria».