Como sociedad, debemos tener en cuenta la importancia de los cuidados para la sostenibilidad de la vida porque todos y todas cuidamos y, a su vez, todos y todas somos cuidadores y cuidadoras de otras personas. Toda esta red de interdependencia es la que mantiene a la comunidad, aunque alguna ideolog铆a intente promover la individualidad y libertad como elementos fundamentales para subsistir.
Profundizando en los cuidados, observamos que sigue siendo un elemento esencial que reproduce las din谩micas de la divisi贸n social y sexual del trabajo. Estas tareas son invisibilizadas porque se sit煤an fundamentalmente en los hogares, siendo la esfera hist贸ricamente asignada a las mujeres. Asimismo, esa feminizaci贸n supone una infravaloraci贸n de esa actividad y una obligatoriedad que se respalda en que las mujeres cuidamos por amor, generosidad y bondad, fortaleciendo ese deber moral en nuestras vidas.
Todas esas labores realizadas por mujeres en el 谩mbito familiar no son reconocidas socialmente, ni remuneradas mediante un salario. Adem谩s, en muchas ocasiones supone una exclusi贸n del mercado laboral. Por tanto, las mujeres no dispondr谩n de unos ingresos independientes y esta circunstancia supondr谩 el mantenimiento y aumento de la feminizaci贸n de la pobreza. Un ejemplo claro lo vemos a la hora de percibir las pensiones p煤blicas, donde las mujeres cobran de media 450 euros menos que los hombres, seg煤n datos del INE.
La invisibilidad de los cuidados tambi茅n se contempla en la Encuesta de Poblaci贸n Activa (EPA) que considera a las cuidadoras como desocupadas. De esta forma, hay una clara desvalorizaci贸n de todas aquellas actividades que no son asalariadas, sin tener en cuenta que los cuidados se construyen en los hogares pero son en el 谩mbito p煤blico y productivo donde se aprovechan los resultados de esas tareas.
A todo esto hay que a帽adir que las mujeres no s贸lo cuidamos, tambi茅n nos hemos incorporados al 谩mbito laboral. Este proceso ha hecho que se establezca en nuestro d铆a a d铆a la doble, incluso la triple jornada, siendo el tiempo dedicado al autocuidado pr谩cticamente inexistente. En cambio, los hombres no se han implicado en la misma medida al espacio dom茅stico de modo corresponsable. Este hecho conlleva la reproducci贸n聽 y mantenimiento de 聽la diferenciaci贸n de roles de g茅nero y adem谩s crea socialmente un nuevo ideal femenino: la聽superwoman.
Ante este contexto se hace necesaria una transformaci贸n desde distintos 谩mbitos: empresas y Estado. Las empresas deben favorecer unos horarios que favorezcan la conciliaci贸n tanto a hombres como a mujeres. A su vez, el Estado debe asumir su responsabilidad, desmercantilizando el bienestar y favoreciendo su transversalidad en todas las 谩reas pol铆ticas. Llegados a este punto, debemos preguntarnos 驴cu谩nto se ahorra el Estado cediendo el trabajo de cuidados a las familias?
Desde Izquierda Unida de Castilla-La Mancha proponemos y trabajamos para aportar una soluci贸n a esta clara desigualdad, exigiendo que el Estado efect煤e pol铆ticas sociales para que exista realmente una responsabilizaci贸n, desfemenizaci贸n y desprivatizaci贸n de los cuidados, sac谩ndolos definitivamente del 谩mbito dom茅stico a la esfera p煤blica. Cabe recordar que esas pol铆ticas encaminadas a conseguir una igualdad real,聽 deben ser dotadas presupuestariamente con una cantidad suficiente para desarrollarlas, ya que no se pueden implementar actuaciones efectivas y eficaces si no hay recursos para llevarlas a cabo.
En la huelga feminista del pasado 8 de marzo las mujeres salimos a las calles para visibilizar cuatro 谩mbitos que mantienen la desigualdad de g茅nero: laboral, estudiantil, consumo y cuidados. Las mujeres salimos a las calles para聽 visibilizar que los cuidados son desempe帽ados mayoritariamente por nosotras. Las mujeres salimos a las calles para gritar que los trabajos feminizados deben tener 聽reconocimiento social. Las mujeres salimos a las calles para demostrar que si no cuidamos, se para el mundo.