La toledana Lucía Quebrajo, afectada de celiaquía desde 2015 cuando se lo detectaron a raíz de una dermatitis, ha explicado que su menú navideño no difiere demasiado del común. «Puedo tomar productos frescos, como gambas o langostinos; jamón, lomo y queso, también; pero si comiese un canapé, tendría que ir con pan sin gluten, o si es un pescado o una carne en salsa, la salsa no puede llevar harina».
En cuanto a los dulces navideños, esta mujer de 30 años de edad comenta que existen turrones y bombones sin gluten de algunas marcas o establecimientos concretos, si bien la composición tiene que venir especificada en las etiquetas para que no conlleve una intoxicación. Sin embargo, los polvorones no los puede tomar, aunque por contra puede disfrutar del mazapán.
Sobre las etiquetas de los productos, una reclamación de Quebrajo es que todo indique si lleva o no gluten, ya que «sorprendentemente algunos productos que pensamos que no contienen, como las bebidas alcohólicas, sí lo llevan, y no sé si puedo bebérmelas o no porque no lo especifica».
Pero la Navidad no solo se celebra en casa, ya que hay muchas cenas de empresa o con amigos en restaurantes, muchos de los cuales no incluyen carta sin gluten. Preguntada sobre la dificultad de elegir un lugar para cenar, Lucía ha afirmado que gracias a la Asociación de Celíacos de Castilla-La Mancha ha conocido sitios en los que puede comer sin preocupación y son a los que suele ir. El problema aparece si el grupo de gente con el que va no quiere ir a alguno de esos establecimientos y que, a veces, «apetece variar».
«En algunos restaurantes los platos del menú de Navidad te los cambian, pero a veces no puedes comer en ciertos sitios porque no te dan de comer porque o no saben cómo cocinar esa comida o simplemente es que les vale mucho más caro hacerla», ha explicado, al tiempo que ha pedido más «formación y concienciación» para esta problemática, pues le ha pasado alguna vez «que no sepan hacer de comer sin gluten o que desconozcan que no pueden hacer un huevo frito en una sartén donde han echado antes algo con gluten».
Opinión parecida tiene Beatriz Rodríguez, también toledana, de 44 años de edad y diagnosticada desde hace cuatro aunque lleva «prácticamente toda la vida» sufriendo los efectos de la intolerancia, quien ha argumentado que no hay suficiente concienciación sobre esta problemática y a la hora de elegir restaurante para sus cenas navideñas lo pasa «fatal». «Con quienes voy ya saben que soy celiaca y por eso solemos pedir todo de raciones», para no tener que «preguntar toda la carta y que el camarero me acabe mirando raro».
SALIR DE CASA ES «LO PEOR»
Siendo celíaca «el salir de casa es lo peor, porque al final vamos a dos o tres sitios y como ya no sé qué comer lo acabo pasando fatal. Te ponen algo a la plancha y luego no es a la plancha», ha criticado, al tiempo que ha reclamado que en los bares las cartas «incluyan los alérgenos, y no solo por los celíacos».
Por el contrario, las comidas en casa durante estas fechas señaladas son algo mejor. «Si comemos una sopa de pescado en Navidad, pues se hace con fideos sin gluten; además, para los canapés, mi madre me compra pan especial, y en el postre, se hace uno diferente para mí», aunque en relación al dulce ha reconocido ser «afortunada», ya que no es algo habitual en su dieta.
Rodríguez, que reclama que los productos «reflejen claro que son sin gluten», coincide con Quebrajo en que la cesta de la compra «se incrementa un montón». «Yo en casa ya lo compro todo sin gluten, pero es que es el doble de caro o más, incluso cosas de primera necesidad como el pan», ha afirmado al tiempo que ha pedido «que bajen un poquito los precios».
1.400 CELÍACOS CENSADOS Y NINGUNA AYUDA
La Asociación de Celíacos de Castilla-La Mancha tiene censadas actualmente un total de 1.400 familias que tienen uno o varios miembros afectados por esta intolerancia al gluten. María José Sevilla es su auxiliar administrativo, celíaca y madre de celíaco, y reconoce que el principal reclamo como institución son las ayudas económicas –retiradas en 2010–, pues «al año el incremento en la compra es de unos 1.200 euros», lo que se ve agravado en esta época del año. «Nuestra dieta es nuestra salud, no es moda, no lo hemos elegido», afirma.
Sevilla ha explicado que para concienciar sobre esta problemática y, precisamente en estas fechas, desde la Asociación se organizan actividades para niños. Además, de manera anual se realiza una campaña con hosteleros para «abrir las puertas a los celíacos en la mayor parte de establecimientos».
A nivel personal, María José ha explicado que la cena navideña en casa, como es con las personas habituales, ya están «doctorados» en celiaquía. «Entrantes de jamón, lomo y queso no hay problema; almendras, pues depende la marca; mariscos se puede también; si es un asado tiene que ser con materia prima sin gluten, el problema es el aderezo; para postres y turrones todo lo que esté clarificado vale».
«Al salir fuera es más complicado. Hay restaurantes que tienen acuerdos para servir productos sin gluten, pero aún así siempre te tienes que identificar», según esta celíaca. Los productos «por ley tienen que reflejar cualquiera de los catorce alérgenos existentes», ha concluido, al tiempo que solicitado a los intolerantes que, en caso de duda, en la Federación de Asociaciones de Celíacos de España (FACE) se puede obtener una lista de alimentos que garantizan la ausencia de gluten y es la «más fiable».