En pleno casco histórico de Toledo, la discreta iglesia de San Andrés guarda un secreto bajo su suelo: más de 60 momias que permanecieron ocultas durante dos siglos y que hoy forman parte del mayor hallazgo de este tipo en España. Los cuerpos, que datan de entre 1812 y 1820, fueron descubiertos durante unas obras de rehabilitación, y su excelente estado de conservación ha sorprendido a investigadores y visitantes.
El equipo liderado por el reconocido antropólogo forense Francisco Etxeberria fue el encargado de estudiar el hallazgo, quien también ha participado en investigaciones de relevancia internacional como la exhumación de Miguel de Cervantes o Salvador Allende.
El origen de estas momias se encuentra en los enterramientos parroquiales de la época. Al intentar trasladar los restos al osario, se comprobó que los cuerpos se habían momificado de forma natural, debido a las condiciones constantes de temperatura y humedad en el subsuelo del templo. Ante ello, se decidió dejarlos en su lugar, donde han permanecido hasta la actualidad.
Durante los trabajos de análisis se encontró una bula papal fechada en 1816 entre las vestimentas de una de las momias, lo que permitió concretar la cronología del conjunto. Desafortunadamente para los más interesados, actualmente el acceso a la cripta no está permitido al público.
Este hallazgo supera en número al conjunto de momias de Quinto (Zaragoza), donde se conservan cerca de 70 cuerpos en el Museo de las Momias, aunque no todos están en exposición ni en igual estado. Otros descubrimientos similares, como los de Cuevas de Soria o La Guancha (Tenerife), presentan menor número de momias y una conservación más irregular.
Con la apertura de este espacio, Toledo suma un atractivo más a su extenso patrimonio. La iglesia de San Andrés, hasta ahora poco conocida, se convierte en un punto de referencia para comprender la vida y la muerte en el siglo XIX, atrayendo tanto a investigadores como a turistas que buscan adentrarse en la historia más humana de la ciudad.