sĂĄbado, 19 abril, 2025

La caza en familia: un estilo de vida con momentos Ășnicos para asegurar el relevo

MarĂ­a de Pascual y su padre Juan Miguel son una familia cacereña unida por la caza: para ella es un estilo de vida mientras para su progenitor cazar le ha permitido vivir momentos Ășnicos con su hija; son el ejemplo de un relevo generacional que, segĂșn los Ășltimos informes, estĂĄ en peligro en el paĂ­s.

Uno de los estudios que profundiza sobre este asunto es el que elaborĂł en 2024 el Instituto Pirenaico de EcologĂ­a segĂșn el cual casi la mitad de los cazadores de la penĂ­nsula tiene mĂĄs de 60 años y la incorporaciĂłn de jĂłvenes se ha reducido un 89 % en los Ășltimos 50 años.

Torre de Gazate Airén

MarĂ­a de Pascual es crĂ­tica con estos estudios y cree que la falta de relevo generacional no alcanza esas cotas, segĂșn señala a Efeagro; de hecho defiende que una parte del fenĂłmeno se debe simplemente a la menor tasa de nacimientos en España en las Ășltimas dĂ©cadas que deriva en un envejecimiento de la poblaciĂłn.

No obstante, en su afån porque la actividad cinegética gane adeptos, esta cazadora extremeña, que ya acompañaba a su padre a cazar con 7 años en Valencia de Alcåntara (Cåceres), estå intentando que amigos suyos que no la practican se animen a ello.

Ademås, participa en el proyecto Proades «Caza y Naturaleza» puesto en marcha por la federación extremeña que cada año llega a mås de 1.000 alumnos de Primaria de la región y trata de acercar a los escolares la realidad de la naturaleza y sus valores, al tiempo que se les pone en contacto con el medio y se les transmite la importancia de la conservación del ecosistema.

«No podemos permitir que unos niños que el día de mañana van a cuidar el campo no conozcan los animales que tenemos» y también se les informa de que la caza, de forma «controlada», sirve para «el control de enfermedades y de las poblaciones» cinegéticas.

Una vida cazando

Juan Miguel de Pascual, su padre, lleva 45 de sus 60 años de vida cazando y su intención es seguir activo «mientras pueda».

Es también ganadero y hace una defensa de la actividad cinegética porque ayuda a controlar la población de «alimañas como las zorras» y de otros animales que pueden transmitir «enfermedades» al ganado.

Para De Pascual, los cazadores jóvenes «no son depredadores, saben lo que es la caza» y es un colectivo al que «le gusta salir al campo, hacer buenas amistades y divertirse».

Juan Herrera es el director de la Escuela Española de Caza, una entidad encarga de impartir formación al cazador en materias como seguridad, adiestramiento canino, caza con arco o tiro.

PrĂłximamente incorporarĂĄn cursos de formaciĂłn para obtener licencia de armas (expedida por la Guardia Civil y que sirve para escopeta y rifle), diferente de la licencia de caza (expedida por las autonomĂ­as), segĂșn aclara a Efeagro.

Bajo su punto de vista, ha habido una desconexión progresiva del mundo rural», lo que «ha afectado» a la pråctica de «muchas actividades, como la caza, que eran normales en el pueblo».

Lokinn

TambiĂ©n cree que ha afectado la actual «imagen social» de la caza: se ha pasado de una Ă©poca en la que el cazador «era una figura admirada» a que ahora puedan llamarle «‘asesino’ desde los entornos mĂĄs desconocedores».

No obstante, estå esperanzado porque «hay asociaciones de jóvenes cazadores bastantes numerosas y con actividad y en las que cada vez hay mås mujeres, que son absolutamente necesarias».

La visiĂłn desde la federaciĂłn

Desde la Real FederaciĂłn Española de Caza (RFEC), su presidente, Josep Escandell, sĂ­ considera que hay un problema de relevo generacional en el sector y en «todo» lo que estĂ© «muy vinculado (…) al primario».

Bajo su punto de vista, los jóvenes «no encuentran los atractivos» para continuar con esta actividad y ademås hay «muchos agentes y elementos que desincentivan y que obran en contra» de la caza.

Es un fenómeno que llega a las redes sociales, donde, «si alguien declara que es cazador, se ve sometido a ataques por la incomprensión, desinformación y desconocimiento que hay de la actividad».

«Una vez que cambiemos este escenario social, creo que podremos plantearnos otras iniciativas para fomentar que la gente se incorpore» a la caza porque es una actividad que Ășltimamente se hace «por gestiĂłn y por imperativo para controlar la sobreabundancia de numerosas especies que afectan a los cultivos, son un riesgo zoonĂłtico o provocan accidentes de trĂĄfico», concluye.

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