El Día de Todos los Santos, que se conmemora cada 1 de noviembre, es una de las festividades más arraigadas en la cultura española. Esta jornada está dedicada a honrar a los seres queridos que ya no están, y como ocurre con tantas tradiciones, también va acompañada de una rica expresión gastronómica.
Entre los dulces más emblemáticos de estas fechas destacan los buñuelos de viento y los huesos de santo, que se pueden encontrar en la mayoría de pastelerías, pero cuya elaboración casera sigue siendo una forma especial de mantener viva la memoria y el sabor de antaño. Prepararlos en casa es también una manera de compartir en familia y de transmitir recetas que han pasado de generación en generación.
Buñuelos de viento

Tradicionalmente asociados a la festividad de Todos los Santos, los buñuelos de viento tienen su origen en la repostería conventual. Según la tradición, «por cada buñuelo que se come, se saca un alma del purgatorio», lo que los convierte en un dulce con una carga simbólica particular.
Ingredientes:
- Aceite para freír
- 200 g de harina de trigo
- 6 huevos
- 250 ml de leche entera
- 150 g de mantequilla
- 5 g de sal
- Media copa de anís
- Azúcar glas y canela molida para espolvorear
Elaboración:
- En una cazuela, calienta la leche, la mantequilla y la sal hasta que comience a hervir.
- Añade la harina de golpe y remueve sin parar con una espátula hasta que la masa se despegue de las paredes.
- Incorpora los huevos uno a uno, mezclando bien tras cada adición, hasta conseguir una masa cremosa.
- Añade el anís y vuelve a mezclar.
- Con ayuda de una cuchara, toma porciones de masa y fríelas en abundante aceite caliente hasta que se inflen y doren.
- Escurre los buñuelos sobre papel absorbente y espolvorea con azúcar glas y canela.
Consejo:
Puedes rellenarlos con nata montada, crema pastelera o chocolate, para darles un toque aún más especial.
Huesos de Santo

Estos pequeños cilindros de mazapán rellenos de yema son otro clásico imprescindible en estas fechas. Su forma alargada recuerda a un hueso, de ahí su nombre, y su preparación es todo un arte. Se cree que surgieron en Madrid en el siglo XVII y, con el tiempo, se han extendido por toda España con numerosas variantes.
Ingredientes:
Para el mazapán:
- 200 g de azúcar
- 150 g de almendra molida
- 100 ml de agua
- Azúcar glas (para espolvorear)
Para el relleno:
- 150 g de azúcar
- 6 yemas de huevo
- 50 ml de agua
Elaboración:
Mazapán:
- Prepara un almíbar con el agua y el azúcar.
- Incorpora la almendra molida poco a poco y remueve hasta formar una masa homogénea.
- Deja enfriar.
Relleno de yema:
- Haz un almíbar con el agua y el azúcar.
- Añádelo lentamente a las yemas batidas, sin dejar de remover.
- Cocina la mezcla al baño María hasta que espese, sin que llegue a hervir.
- Deja enfriar.
Montaje:
- Estira el mazapán con un rodillo sobre una superficie espolvoreada con azúcar glas.
- Corta tiras finas y enróllalas en un palo delgado (como un lápiz o un palillo chino) para formar los cilindros.
- Retira con cuidado y deja secar.
- Rellena con la crema de yema usando una manga pastelera.
Una tradición que sigue viva
A pesar de la creciente popularidad de celebraciones como Halloween, cada año miles de familias siguen reuniéndose alrededor de estas recetas, que además de dulces, son un símbolo de unión, historia y homenaje. Preparar buñuelos o huesos de santo no es solo una actividad culinaria, sino también un gesto cargado de memoria.
“Son sabores que nos conectan con nuestras raíces, con nuestras abuelas y con una forma muy nuestra de recordar”, comenta una vecina de Tomelloso, que cada año prepara estos dulces junto a sus nietos.
Porque, como ocurre con tantas cosas en nuestra cultura, recordar también se hace con las manos en la masa.

 
                                    


