La provincia de Guadalajara esconde en uno de sus municipios una cueva cuyos grabados se remontan a la Ă©poca del PaleolĂtico: la Cueva de los Casares. Situada en el municipio de Riba de Saelices, en plena comarca del Alto Tajo, se ha consolidado como uno de los yacimientos prehistĂłricos más relevantes de la meseta sur peninsular. Esta cavidad de origen kárstico, abierta a 1.050 metros de altitud sobre el valle del rĂo Linares, conserva un conjunto excepcional de grabados paleolĂticos y restos materiales que abarcan desde el PaleolĂtico Medio hasta el Superior.
Con una longitud aproximada de 230 metros, y una estructura de galerĂas que varĂan en altura entre 1,5 y 6 metros y en anchura entre 0,4 y 3 metros, la cueva no solo destaca por sus dimensiones, sino por el testimonio histĂłrico que encierra en sus paredes.

La primera ocupaciĂłn humana documentada en este enclave se remonta a hace unos 50.000 años, durante el PaleolĂtico Medio, Ă©poca en la que habitaban los neandertales. De esta fase se han recuperado Ăştiles de piedra tallada y un hueso metacarpiano perteneciente a una joven mujer neandertal, lo que confirma la presencia de estos homĂnidos en el interior de la cavidad.
Miles de años despuĂ©s, ya en el PaleolĂtico Superior, los homo sapiens dejaron su huella mediante un extraordinario conjunto de grabados y pinturas rupestres, que constituyen una de las mayores concentraciones de arte prehistĂłrico de la zona. Se han identificado más de un centenar de figuras que representan, por un lado, especies de la fauna como el rinoceronte, el ciervo, el caballo, el glotĂłn o peces, y por otro, figuras humanas en diversas actitudes: algunas vinculadas a la vida cotidiana, otras de difĂcil interpretaciĂłn simbĂłlica.
Entre todas estas representaciones, destaca especialmente una cabeza de caballo grabada con gran detalle, que se ha convertido en la imagen icĂłnica de la cueva por la precisiĂłn con la que se delinearon sus facciones y el pelaje.


La interpretación de estas figuras ha generado un intenso debate entre los expertos. Mientras algunos autores defienden un posible sentido mágico o propiciatorio, vinculado a la caza y la fertilidad, otros proponen una visión más centrada en el arte como forma de expresión, o incluso la hipótesis de rituales chamánicos.
Los primeros estudios sistemáticos sobre la Cueva de los Casares fueron realizados por los arqueĂłlogos Juan CabrĂ© AguilĂł y su hija EncarnaciĂłn CabrĂ© Herreros, quienes difundieron sus hallazgos en publicaciones cientĂficas nacionales e internacionales, revelando al mundo la riqueza simbĂłlica de este enclave.


HORARIOS DE VISITA
Actualmente, la cueva puede visitarse en diferentes horarios segĂşn la temporada. El horario de invierno (de enero a mayo y de octubre a diciembre) es:
- Viernes, sábados, domingos y festivos: de 10:00 a 14:00.
- Sábados y festivos también de 15:00 a 17:00.
Durante el verano (de junio a septiembre):
- Abierta de viernes a domingos y festivos de 9:00 a 14:00.
- Cerrada lunes a jueves no festivos y del 15 al 31 de diciembre de 2025.
Las visitas guiadas se realizan en grupos reducidos, con un aforo máximo de 6 personas por grupo. En invierno, se ofrecen los viernes, sábados, domingos y festivos en horarios de 10:00 a 12:00 y de 12:00 a 14:00, con una franja adicional los sábados y festivos de 15:00 a 17:00. En verano, los horarios son de 9:00 a 11:00 y de 11:00 a 13:00.
Las tarifas son:
- Entrada general: 3 euros (incluye guĂa en el horario establecido).
- Entrada reducida: 2 euros, para estudiantes de 9 a 25 años, titulares del carné joven, pensionistas, personas con discapacidad, desempleados y familias numerosas.
- Entrada gratuita: todos los domingos con visita guiada, para niños menores de 8 años, residentes del tĂ©rmino municipal de Riba de Saelices y el 31 de mayo, dĂa de la Comunidad AutĂłnoma de Castilla-La Mancha.
La Cueva de los Casares no solo ofrece una mirada Ăşnica al arte paleolĂtico, sino que constituye un testimonio excepcional de la evoluciĂłn cultural y simbĂłlica de los primeros habitantes de la penĂnsula ibĂ©rica. Su conservaciĂłn y estudio siguen siendo claves para desentrañar los orĂgenes del pensamiento humano.