martes, 15 abril, 2025

Talentos de nuestra tierra: un diálogo con Manuel José Carpintero

Destacado explorador y educador, reconocido por su labor docente y sus numerosas expediciones a lo largo del planeta. Desempeña como maestro en el CEIP Alcalde José Maestro, de Ciudad Real

Manuel José Carpintero es un destacado explorador y educador, reconocido por su labor docente y sus numerosas expediciones a lo largo del planeta. Desempeña como maestro en el CEIP Alcalde José Maestro, de Ciudad Real, y su trabajo ha sido reconocido por el Gobierno regional, que lo distinguió como el Mejor Docente de Castilla-La Mancha en 2021.

En el ámbito de la exploración, ha liderado diversas expediciones. En 2006, capitaneó la primera travesía en velero de 14 metros de eslora que alcanzó el Círculo Polar Antártico. Además, ha recorrido el Ártico en trineo de perros y se ha adentrado en algunas de las selvas más inhóspitas del mundo.

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Su compromiso con la divulgación científica lo llevó a fundar y presidir la Sociedad Astronómica y Geográfica de Ciudad Real (SAGCR). En reconocimiento a su trayectoria, en 2022, fue incluido en la lista «Explorers 50» del prestigioso The Explorers Club de Nueva York, que destaca a los 50 exploradores más influyentes del mundo.

Su dedicación ha sido reconocida por diversas instituciones, y por el 25 aniversario de National Geographic, en 2022, fue nombrado uno de los viajeros más influyentes.

LA ENTREVISTA

Miguel de Cervantes valoraba enormemente los viajes como una fuente de conocimiento y transformación personal como refleja con esta frase de don Quijote: “el que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho”. Desde su experiencia ¿cómo cree que los viajes educativos contribuyen al desarrollo académico y emocional de los estudiantes?

He aplicado esta teoría en el colegio y la he llevado a la práctica de manera más evidente con el proyecto Erasmus+. Mucha gente se sorprende y pregunta: «¿Pero Erasmus también es para niños?» Y la respuesta es sí. Erasmus+ permite la participación de escuelas, y creo que cualquier tipo de viaje—ya sea una excursión, una visita a un museo o, en este caso, una estancia de una semana en otro país—ayuda a que los chicos tengan una visión más real del mundo que les rodea.

Además, el viaje se convierte en una fuente de motivación. Un niño trabaja mejor cuando sabe que más allá de los libros, los exámenes y las notas, hay experiencias que enriquecen su aprendizaje. En ese sentido, viajar les ayuda a ampliar su mente y a no verse limitados por su entorno y el maestro tiene la responsabilidad de abrir esas ventanas para que los alumnos vean el mundo y descubran todas las opciones que tienen.

En un pueblo pequeño como Villarta, este cambio de perspectiva ha sido clave. Al principio, hubo cierto miedo, especialmente en algunos niños que apenas habían viajado. Sin embargo, en cuanto los padres vieron lo beneficioso que era para sus hijos, la actitud cambió completamente. Tanto es así que, a pesar de que yo ya no estoy en el colegio Nuestra Señora de la Paz, el proyecto sigue en marcha hasta 2027.

Además, este tipo de experiencias refuerza el aprendizaje de idiomas. Antes, los chicos de Villarta no entendían por qué tenían que aprender inglés. Ahora lo tienen claro: necesitan comunicarse con niños polacos, franceses, rumanos… y saben que el inglés es la herramienta que les permite conectar con el mundo.

Lidera proyectos educativos innovadores como «Pequeños Exploradores». ¿En qué consiste esta iniciativa y cómo impacta en los estudiantes?

Talentos de nuestra tierra: un diálogo con Manuel José Carpintero

La idea surgió de manera muy sencilla. Durante los viajes y expediciones que realizaba en mi tiempo libre, noté que al regresar al aula y compartir mis experiencias, la reacción de los alumnos era increíblemente positiva. Les fascinaba escuchar sobre la selva, ver los materiales que había utilizado, entender cómo preparé la expedición, aprender a localizar esos lugares en un mapa y descubrir lo que había encontrado allí.

Entonces me di cuenta de que esta era la llave para captar la atención de los niños y ayudarles a mejorar académicamente y que si no aprovecha esto estaba perdiendo el tiempo. Así nació el proyecto Pequeños Exploradores, tras años de comprobar en mi propia aula que esta metodología funcionaba. Al asumir la dirección del centro, decidí convertirlo en un Proyecto Educativo y los resultados fueron muy positivos durante los ocho años que lo implementamos.

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El estímulo del viaje y el contacto con personas relevantes tenían un valor incalculable por su impacto real en la educación de los alumnos. Además, el simple hecho de preparar un viaje ya generaba aprendizaje: mejoraban su nivel lingüístico al investigar sobre el destino, desarrollaban habilidades matemáticas al calcular distancias, y en general, aplicaban sus conocimientos de clase a situaciones reales.

Aunque yo he tenido la suerte de viajar a lugares espectaculares, este proyecto es perfectamente aplicable a cualquier escuela. No es necesario haber estado en los confines del mundo; basta con compartir experiencias de un viaje a Roma, París o Venecia y usarlas como herramienta educativa, porque al final, lo importante es que el alumno adquiera conocimientos y competencias que le permitan ser una persona competente cuando salga del colegio.

¿Le consta que esta semilla ha germinado en alguno de sus estudiantes?

Para mí, lo más gratificante es, sin duda, que un antiguo alumno me pare por la calle y me diga, por ejemplo: «Manuel, gracias a lo que me enseñaste, ahora estoy estudiando ingeniería aeronáutica porque quiero construir naves espaciales o incluso viajar al espacio». En ese momento, sientes una enorme satisfacción al saber que lograste transmitir esa pasión y curiosidad.

Siempre les he dicho a mis alumnos que no quiero que sean exploradores… porque ya lo son. Basta con salir al patio o a un parque desconocido para estar explorando. El ser humano, por naturaleza, es un explorador.

A lo largo de los años, he recibido mensajes de antiguos alumnos que me cuentan cómo estos proyectos les han abierto la mente y les han impulsado a seguir caminos que antes ni ellos ni sus familias imaginaban. Saber que mi trabajo ha influido en sus decisiones y en su futuro es algo que me llena de orgullo.

En un mundo cada vez más digital, donde las pantallas dominan gran parte de nuestro día a día, ¿qué estrategias ha implementado con sus alumnos para hacer la enseñanza más atractiva y fomentar experiencias educativas que permitan desconectarse de la tecnología?

La tecnología siempre es atractiva. Si no, ¿por qué todos llevamos un móvil en el bolsillo? El problema es que nos hemos vuelto tan dependientes de ella que si no suena una notificación lo revisamos por si acaso.

Las nuevas tecnologías nos enganchan, pero la escuela debe ofrecer otras herramientas educativas igual de poderosas: el teatro, los viajes, el contacto humano… Conocer a alguien en persona y escuchar su historia tiene un impacto mucho mayor que cualquier pantalla. Un ejemplo claro es el proyecto Pequeños Exploradores, donde uno de los pilares fundamentales era acercar a los niños a figuras destacadas a nivel nacional e internacional.

La idea es que comprendan que esas personas también fueron niños, también pasaron por la escuela, y que incluso pudieron ser malos estudiantes en matemáticas o en lengua. Pero con el tiempo encontraron su camino y lograron destacar en sus respectivas áreas. Este contacto directo es mucho más inspirador que una imagen en una pantalla. No es lo mismo hablar de Marie Curie—una figura del pasado que nunca conocerán en persona—que llevar a la escuela a Ester Vázquez, una científica de Ciudad Real que es una eminencia en el mundo de la nanotecnología. Al verla y escucharla, los alumnos pueden sentir que ese futuro también es posible para ellos. El secreto está en hacerles ver a los niños que cuando interactúan con alguien en vivo, son parte de la experiencia y no simples espectadores detrás de una pantalla.

Por supuesto, las pantallas y la tecnología también son esenciales. No podemos desconectar a los niños de su futuro, que estará marcado por la robótica y la digitalización, pero tampoco podemos eliminar el libro; no solo como herramienta educativa, sino también como fuente de lectura y reflexión. La clave está en equilibrar ambas cosas.

Le ha resultado fácil o ha encontrado más trabas de las esperadas para llevar su espíritu explorador a la escuela y poner en marcha estos proyectos educativos que permiten a los estudiantes viajar a lugares tan remotos?

Siempre habrá negacionistas, compañeros que cuestionen el propósito de ciertas iniciativas. «¿Para qué sirve esto?», «qué necesidad hay?», o la clásica frase: «¿y las matemáticas y la lengua?»

La realidad es que este tipo de proyectos integran muchas más habilidades de las que parecen. Por ejemplo, en lugar de hacer que los alumnos repitan como loros el texto del libro para demostrar que saben lo que es un pronombre, prefiero que sean capaces de comunicarse eficazmente con otras personas, argumentar sus ideas y expresarse con claridad. Eso es lo que realmente les servirá en el futuro.

Claro que he encontrado dificultades y resistencia, pero cada vez somos más conscientes de que la enseñanza debe ser más práctica. No vivimos en tiempos fáciles. Tenemos conflictos cerca, gobernantes impredecibles y desafíos globales que afrontar. Nuestra tarea es formar jóvenes resilientes, capaces de enfrentarse a la adversidad y prepararlos con herramientas reales para el mundo que les espera.

La sociedad no solo necesita teoría, sino acción. Y lo ejemplifica perfectamente lo que ocurrió en Valencia: durante años se ha dicho que la juventud de hoy es de cristal, que es frágil, que no es capaz de hacer nada… y, sin embargo, fueron los primeros en salir a la calle, pala en mano, para limpiar el desastre. Nos han dado una lección a todos los que pensábamos que eso era imposible.

El CEIP Nuestra Señora de la Paz de Villarta de San Juan se convirtió en el primer colegio de Primaria de toda Europa en llevar a cabo el proyecto CanSat, iniciativa de la Agencia Espacial Europea ¿Qué supuso lograr este es un hito histórico y qué desafíos tuvieron que superar para hacerlo posible?

El mayor desafío de este proyecto no fue solo el reto científico, sino la adaptación del contenido. Se trata de un proyecto pensado para institutos y, sobre todo, para Bachillerato, así que llevarlo a sexto de primaria supuso un gran reto, tanto a nivel de conocimientos como de motivación.

El objetivo era construir un pequeño satélite del tamaño de una lata de refresco—de ahí el nombre CanSat (can significa «lata» en inglés). Dentro de esta lata, los alumnos debían instalar una placa con sensores que, al ser lanzada por un cohete, en el descenso recopilara datos como altitud, velocidad y temperatura.

La dificultad técnica estaba en la programación, pero el verdadero reto era lograr que los alumnos se involucraran y creyeran en el proyecto, sobre todo porque iban un poco a ciegas al principio. Para hacerlo aún más desafiante, decidí incluir en el equipo a algunos de los niños más problemáticos del centro, aquellos a los que muchos daban por perdidos.

Gracias a la Agencia Espacial Europea, conseguimos financiación para que las familias pudieran acompañarnos al lanzamiento. Imagínate la emoción de estos chicos viendo cómo el cohete con su satélite ascendía mientras sus padres lo presenciaban con orgullo.

Más allá del éxito técnico, lo importante no era si fallábamos o no, sino haber llegado hasta allí. Los chicos lo entendieron perfectamente y, para nuestra satisfacción, además ¡salió bien! Fue una auténtica gozada.

La exploración sin divulgación es como descubrir un tesoro y dejarlo enterrado. ¿De qué modo su faceta de maestro le ayuda a compartir sus numerosas experiencias y convertirlas en conocimiento?

Lo que más me ha dado la enseñanza es la facilidad de comunicar. Hablar ante un público numeroso siempre impone, pero ser maestro te obliga a enfrentarte cada día a la audiencia más exigente que existe: los niños. Ellos no disimulan, y cuando los aburres, lo notas al instante.

Por eso, la docencia me ha enseñado a transmitir ideas de forma clara, amena y comprensible. Esta habilidad ha sido clave para que, más allá del aula, me inviten a divulgar sobre exploración, espacio y aventura. Sin haberlo planeado, he terminado dando conferencias en Nueva York o Londres, y hoy soy uno de los divulgadores más activos en España.

Sin duda, me defino como maestro y aunque a menudo se nos compara con los profesores, hay una diferencia importante. Los maestros solemos tener un vínculo más cercano con los alumnos, casi paternal o maternal. No es que los profesores sean menos capaces, al contrario; ellos están más especializados en sus materias y pueden profundizar más en conocimientos complejos, pero el maestro es el primer eslabón, el que siembra la semilla del aprendizaje.

Todos recordamos a ese maestro que nos hizo amar una asignatura… y también al que nos hizo odiarla. Un mal maestro puede hacer que un niño deteste las matemáticas o la lengua para toda la vida. Por eso, su papel es fundamental.

A veces me molesta que no se valore nuestra profesión, y no solo desde fuera, sino dentro del propio sistema educativo. Creo que debería haber un filtro más exigente para acceder al magisterio. No basta con aprobar un temario, ser maestro implica gestionar una clase de 25 o 30 niños y lograr que el aprendizaje ocurra cada día. Esa es la verdadera prueba de fuego.

A lo largo de la historia, está latente el deseo de ser el primero en llegar más lejos, ya sea en los polos, las profundidades oceánicas o el espacio. ¿Cuál considera que es hoy el mayor desafío para la exploración y qué motiva a los exploradores modernos a seguir buscando lo desconocido?

Talentos de nuestra tierra: un diálogo con Manuel José Carpintero

Creo que actualmente hay dos grandes intereses por la exploración: el espacio y el fondo marino.

El espacio es lo más presente a nivel mediático, pero la realidad es que apenas hemos cruzado el umbral de nuestro propio portal. Hemos llegado a la Luna, pero no sabemos ni quiénes son nuestros vecinos, ni qué hay en el barrio o en la ciudad de al lado. Estamos en la primera fase de lo que será una auténtica revolución.

Sin embargo, lo preocupante es que la exploración espacial está siendo impulsada principalmente por millonarios cuya visión es puramente comercial. Se está convirtiendo en una nueva fiebre del oro, similar a la que impulsó las primeras exploraciones de la Tierra en el pasado; no únicamente por el deseo de conocimiento, sino por intereses económicos, aunque luego se han maquillado con la narrativa de grandes descubrimientos científicos. El riesgo es que esto se repita en el espacio, donde ha comenzado una carrera para ver quién logra extraer primero materiales valiosos y esenciales para el desarrollo tecnológico.

Por otro lado, el segundo gran reto de la exploración es el fondo marino. Conocemos mejor la superficie de la Luna que las profundidades de nuestros propios océanos; aún ignoramos el 90% de lo que hay en ellos.

Finalmente, hay una tercera tarea pendiente, tan importante como las anteriores: aprender cómo podemos preservar nuestro medio ambiente, reconociendo y protegiendo lo que ya hemos explorado.

Dentro de tres años se cumplirá el quinto centenario desde que el conquistador manchego Diego de Mazariegos atravesó la península del Yucatán y fundó la Ciudad Real mexicana, hoy San Cristóbal de Las Casas. ¿Desde la Sociedad Astronómica y Geográfica de Ciudad Real contemplan alguna actividad o evento especial para conmemorar esta efeméride?

En 2008, realizamos la ruta de Diego de Mazariegos con el objetivo de recuperar el camino que se siguió durante la fundación de Ciudad Real en México. En esta expedición, participamos junto al historiador mexicano y cronista más joven de San Cristóbal, Miguel Ángel Muñoz Luna.

Curiosamente, Miguel Ángel ha fundado recientemente la Sociedad Astronómica y Geográfica de Ciudad Real, México, retomando el mismo nombre que en su momento tuvo la nuestra. Esto ha permitido que ahora tengamos una sociedad hermana en San Cristóbal. Hablando recientemente con él, surgió la idea de fortalecer los lazos entre Ciudad Real (España) y Ciudad Real (México); por ello, ya hemos puesto en contacto a los ayuntamientos de ambas ciudades y la respuesta ha sido muy positiva.

Para reforzar este vínculo, queremos organizar un intercambio inspirado en la querida Ruta Quetzal de Miguel de la Quadra Salcedo. La idea es viajar a México con jóvenes de Ciudad Real (España) para que conozcan a los jóvenes de Ciudad Real (México) y, posteriormente, realizar el viaje inverso con jóvenes mexicanos. Creemos que esta iniciativa no solo fortalecerá las relaciones entre ambas ciudades, sino que fomentará el verdadero vínculo: el de las personas.

Queremos que las nuevas generaciones comprendan que la historia no es solo lo que cuentan los libros o lo que alguien decide narrar, sino que también es aquello que se vive y se experimenta en primera persona. Esta sería, sin duda, una gran manera de conmemorar los 500 años de la fundación de Ciudad Real en México.

Vivencias Compartidas

Talentos de nuestra tierra: un diálogo con Manuel José Carpintero

Mientras que un aventurero es alguien que busca experiencias emocionantes, un explorador emprende una expedición con la intención de descubrir o estudiar lugares desconocidos. ¿Con qué perfil se identifica más?

Me considero más explorador que aventurero. El motivo principal por el que me gusta más la exploración es porque requiere más preparación. Es decir, para explorar primero decides dónde, cómo y por qué vas a ir; le das un sentido a ese viaje.

La aventura, en cambio, puede empezar con solo una mochila, dejando el protagonismo a la improvisación, algo tan loable como la exploración. Pero esta última tiene un punto científico que me atrae más. Es cierto que explorar te acaba llevando a la aventura, porque quien viaja sabe que nunca tiene idea de lo que le deparará el día siguiente. Pero la exploración requiere planificación, no se puede hacer de manera improvisada, y eso ayuda a que tu seguridad ante situaciones complicadas sea mayor.

Además, creo que es más necesario ser explorador que aventurero, porque en mi caso, no se trata solo de mi pasión por descubrir cosas nuevas, sino de compartirlo al volver; dar a conocer todo lo que has visto, lo que has vivido y cómo te has encontrado los lugares que has visitado.

Cuál fue el momento o la experiencia que lo llevó a convertirse en explorador? ¿Tuvo algún referente en su infancia que influyó en su vocación?

En mi infancia, leía cómics de Tintín o los típicos de Mickey en los que viajaba a todos los rincones del planeta. Eso me apasionaba. También me encantaban los típicos libros de Los jóvenes castores, donde te enseñaban cómo hacer fuego en el campo o cómo seguir las huellas de los animales. Ese tipo de cosas siempre me han interesado.

Pero, sin duda, conocer la historia de Miguel de la Quadra-Salcedo marcó un antes y un después para mí. Veía el programa que realizó para jóvenes, intenté participar en él y fui rechazado, algo que a cualquier otro le habría desanimado. Sin embargo, con el tiempo, no solo llegué a conocer a Miguel, sino que me hice su amigo. Imagínate, esa persona que había sido mi referente, con la que soñé trabajar algún día, de repente se convertía en alguien cercano.

Lo que más me sorprendió de Miguel fue que la persona era mucho más grande que el personaje. Todos lo conocíamos por televisión, pero él era mucho más que eso. De hecho, fue un pilar esencial en mis comienzos. Cuando fundé la Sociedad Astronómica y Geográfica de Ciudad Real, él vino a recibir un premio, me apoyó en todas las expediciones, me enviaba cartas de respaldo y hasta vino a entregarle un premio a Pedro Duque.

Otra experiencia que marcó mi vida fue mi voluntariado en Colombia, donde trabajé, en Bogotá y Medellín, sacando a niños de la calle, ayudándoles a dejar la droga y el pegamento, y dándoles una nueva oportunidad. En aquel momento, estudiaba Magisterio, pero fue allí donde entendí que tenía vocación para ser maestro. Me encantaba ese trabajo, y además, me fascinaba conocer lugares increíbles como la selva del Chocó.

¿Cómo se gestó la escritura del libro Mis Exploradores Favoritos?

La idea surgió tras tantos años conociendo a exploradores de todo tipo y haciendo amigos, amigos de verdad.

Por ejemplo, tener como amigo a Javier Cacho, que es el referente nacional en exploración polar, ha sido increíble. Ha trabajado como científico en la Antártida estudiando el agujero de la capa de ozono y ha escrito libros maravillosos sobre expediciones polares. Además, en reconocimiento a su trabajo, le han dado su nombre a una isla en la Antártida: la isla Cacho.

Antes de la pandemia, estaba con Javier, con Carlos Micó —buceador, arqueólogo y descubridor de pecios — y con Miguel Gutiérrez Garitano, un explorador vasco que ha refundado La Exploradora, la primera Sociedad Geográfica de España, fundada por el mítico Manuel Iradier y les propuse hacer un libro. En aquel momento, mi hija había empezado a estudiar ilustración, diseño y Bellas Artes, y pensé que podríamos contar la historia de nuestros exploradores favoritos y que ella se encargara de los dibujos.

Creo que el problema que tenemos nosotros es que no sabemos decir que no. Siempre tenemos muchos proyectos, y eso hizo que el libro se fuera retrasando año tras año. Ha sido un proceso difícil, pero al final ahí lo tenemos, y creo que está teniendo muy buena aceptación desde el principio.

¿Qué ha supuesto para usted colaborar con su hija Cayetana en este proyecto?

Haber hecho este proyecto con Cayetana ha sido un sueño hecho realidad. Desde pequeña, la he visto dibujando, y ver que un proyecto como este, que gestas con tus amigos, cobra vida gracias a tu hija es algo increíble.

Además, lo más difícil ha sido poner imagen a estos personajes, algunos de los cuales ni siquiera tienen un retrato real. Por ejemplo, en el caso de Orellana no tenemos una fotografía suya, solo dibujos que ni siquiera lo representan con certeza. Pero creo que Cayetana ha logrado darle al libro un carácter muy especial y lo ha convertido en una obra muy atractiva, no solo para jóvenes, sino también para adultos.

Siempre digo que este es el libro que todos deberíamos tener si queremos empezar a conocer la exploración. Si te interesa el mundo polar, por ejemplo, aquí tienes a los referentes más importantes. Y, a partir de ahí, si queréis conocer mejor quién fue Shackleton, Amundsen, Scott o cualquier otro explorador polar, os recomiendo leer los libros de Javier porque son una auténtica maravilla.

Talentos de nuestra tierra: un diálogo con Manuel José Carpintero

Entre sus exploradores favoritos se encuentran tres astronautas. ¿Qué aspectos de sus vidas o logros los convierten en los elegidos?

Sí, Neil Armstrong está claro. Fue el primer hombre que pisó la superficie de la Luna y creo que ha sido el referente de todo niño que ha soñado con ser astronauta.

Luego, antes de mencionar a Michael López-Alegría, quiero hablar de Valentina Tereshkova, que fue la primera mujer en viajar al espacio, con todas las dificultades que implicaba en plena era soviética y tuvo las santas narices de mantenerse firme y de abrir camino para muchas otras. Siempre digo que en la ciencia hay menos referentes femeninos visibles, y es importante que las niñas puedan ver a alguien en quien inspirarse. Por eso, Valentina debía estar en el libro.

En cuanto a Michael López-Alegría, solo puedo hablar maravillas. Siempre nos ha apoyado en todo y, además, ha escrito el prólogo del libro. Contacté con él hace años y decidimos nombrarlo miembro honorario de la Sociedad Astronómica y Geográfica de Ciudad Real. Me respondió: «Mira, Manuel, tengo un problema. Acepto el premio, pero voy a estar siete meses en el espacio y no podré ir a Ciudad Real. Mándame algo si quieres y le hago unas fotografías. O si prefieres, hacemos una videollamada.»

A lo que respondí: «¡Una videollamada! No sé cómo estarán las comunicaciones en la Antártida …». Y, efectivamente, desde La Base Antártica Española “Gabriel de Castilla” conseguimos realizar la primera videoconexión en directo con la Estación Espacial Internacional. Fue un logro histórico.

De todas las expediciones en las que ha participado hasta el momento ¿destacaría alguna que haya sido especialmente difícil o que lo haya marcado profundamente?

La expedición más difícil, sin duda, ha sido la de la Antártida. Sin saberlo, a la vuelta nos llamó National Geographic para decirnos que habíamos sido los primeros en el mundo en realizarla en un velero tan pequeño, de apenas 14 metros.

En definitiva, ha sido el mayor reto a nivel de expedición y también a nivel personal, por la exigencia física y por todo lo que implicó en términos de dificultad. Además, ha tenido una enorme repercusión.

Ha sido la expedición que, por ejemplo, me ha llevado a dar conferencias en Nueva York y en Londres, la que nos ha dado a conocer internacionalmente y la que ha hecho que nos respeten como lo que somos: grandes exploradores.

Y es que, muchas veces, los españoles nos infravaloramos en este sentido. Si un explorador es británico, canadiense o noruego, enseguida pensamos: «Ah, es que son mejores.» Pero la realidad no es esa.

Como parte de su compromiso con el cuidado del medio ambiente, participa con sus alumnos en una curiosa actividad: el apadrinamiento de pingüinos en la Isla Decepción. ¿En qué consiste dicha campaña?

En realidad, es algo muy sencillo: simplemente consiste en ponerle un nombre a un pingüino. No cuesta nada, es totalmente gratuito, pero al mismo tiempo sirve para que los chavales tomen conciencia de que esos pingüinos existen.

Al final, si no nombras algo no lo sientes tuyo, y esta iniciativa me parece una gran idea del Ejército de Tierra, en este caso de los militares españoles que están en la base “Gabriel de Castilla” que han logrado que muchísimos colegios de toda España participen, y que los niños, al ponerle un nombre a un pingüino—ya sea Messi, Cristiano Ronaldo o cualquier otro—, comprendan que hay una realidad más allá del ser humano. Han aprendido que esos animales existen, que tienen problemas y que es necesario protegerlos. Creo que es una idea preciosa.

La canción Adventure of a Lifetime de Coldplay bien podría ser un himno al espíritu aventurero, transmitiendo la emoción de vivir nuevas experiencias. ¿Cree que la música puede ser un motor para la exploración y los viajes?

Reconozco que, la música siempre nos acompaña y está presente todos los días, ya sea en la radio, en la tele o cuando decidimos escucharla por nuestra cuenta. No soy especialmente melómano, no sigo grupos concretos ni tengo canciones favoritas, pero sí es cierto que hay momentos en los que la música cobra un significado especial.

Por ejemplo, hubo un instante espectacular en la Antártida. Un compañero nos preguntó: «¿Me permitís que ponga la versión de Nessun Dorma interpretada por Pavarotti?». Imagínate escuchar esa voz, esa canción, mientras navegábamos por los mares del sur, esquivando el hielo. Fue un momento único e inolvidable. La música, en esos casos, siempre realza la situación y le da una fuerza especial. Sin duda, es una gran fuente de motivación para todo tipo de experiencias.

En su viaje al Círculo Polar Antártico, el hecho de llevar viandas manchegas y hacer unas migas en la Base Española “Gabriel de Castilla”, algo que podría parecer una simple anécdota, en realidad tiene mucho más valor ¿Qué significado le otorga a estos gestos?

Creo que algo muy nuestro, de los manchegos, es que somos gente muy generosa. Siempre estamos con el «vente a mi casa a comer», «te voy a preparar algo», «tienes que probar este vino». He trabajado en otros lugares de España, y aunque cada sitio tiene cosas maravillosas, me di cuenta de que la hospitalidad no siempre es la misma. Recuerdo que invitaba a compañeros a mi casa y me miraban raro, como si fuera algo fuera de lo común.

Quizás, cuando viajas fuera y llevas contigo cosas de tu tierra, la gente percibe que les estás ofreciendo una parte de ti. Esa generosidad, en cierto modo, también es un poco egoísta, porque facilita la comunicación y abre puertas. Al final, lo que no se soluciona alrededor de una mesa, con un buen vino, queso, jamón o cualquier otra vianda, difícilmente se soluciona de otra manera. Por ejemplo, cuando los ucranianos nos recibieron en la base Vernadski, en cuanto empezamos a compartir nuestras berenjenas y pisto con el vodka que nos sacaron ellos, aunque el maridaje era… complicado, la conexión fue inmediata.

Lo mismo pasó en la base española “Gabriel de Castilla”. La idea de hacer migas, que ya tenía en mente, hizo que los militares se abrieran aún más. Fue un momento muy especial, un rato afable entre compatriotas, y creo que para todos fue una experiencia irrepetible.

El pañuelo de yerbas, usado históricamente por los labriegos y uno de nuestros símbolos de identidad, tuvo el honor de ser llevado al espacio por el astronauta Michael López-Alegría durante una de sus misiones. ¿Cómo se concibió esta iniciativa y qué significó este hecho para la Sociedad Astronómica y Geográfica de Ciudad Real?

Talentos de nuestra tierra: un diálogo con Manuel José Carpintero

Como te mencionaba antes, cuando contacté con Michael López-Alegría para hacerlo miembro de honor de la Sociedad Astronómica y Geográfica de Ciudad Real, aceptó encantado y me pidió que le enviara un banderín, pero en ese momento pensé: ¿qué imagen podría representar no solo a la Sociedad, sino también a Ciudad Real?

Lo primero que me vino a la cabeza fue el pañuelo de yerbas, una tradición muy nuestra, especialmente en la Pandorga. Así que, con el escudo de la Sociedad, ese pañuelo subió al espacio. Hay imágenes preciosas de Michael sujetándolo, e incluso una en la que el pañuelo flota en mitad de la Estación Espacial Internacional.

Michael aceptó después venir a recibir el título de Pandorgo de Honor. En el acto, los pandorgos le impusieron el pañuelo y fue una ceremonia muy emotiva. Lo que parecía un simple gesto acabó dando a conocer nuestra ciudad en muchos lugares, ya que los medios de comunicación se hicieron eco y la Pandorga ganó visibilidad.

Hace poco volví a coincidir con él y le entregué un ejemplar de Mis Exploradores Favoritos. Él me trajo unos parches firmados de su última misión espacial en la nave de Axiom Space, que formarán parte del museo que estamos organizando en el Colegio Alcalde José Maestro, junto con recuerdos de los exploradores que han visitado el centro.

Su carácter inquieto e intrépido y su pasión por la ciencia y los viajes conforman el cóctel perfecto para estar pertrechando una nueva aventura. ¿Nos puede adelantar qué tipo de proyecto o expedición tiene en mente para un futuro próximo?

Dentro de un año, en 2026, la Real Sociedad Geográfica Española, de la que formo parte, celebrará el 150 aniversario de su fundación. Como miembro de la Junta Directiva, me han encargado organizar una expedición para conmemorar esta fecha tan especial.

Mi propuesta es que la mejor manera de celebrarlo es revivir los viajes y expediciones históricas de la Sociedad. Por ello, estoy preparando una expedición en barco y, para darle un toque más auténtico y atractivo, estoy buscando un barco de época que aporte mayor empaque a la aventura.

La idea es repetir algunas de las rutas que los primeros exploradores españoles realizaron por la costa africana. España, aunque en aquella época colonial fue el «hermano pequeño» en comparación con otras potencias europeas, tuvo un papel particular en el caso de Guinea Ecuatorial, donde la relación con la población local fue diferente.

Ahora mismo, estoy en la fase de búsqueda de opciones viables, ya que, como sabéis, este tipo de expediciones pueden ser muy costosas. Aún queda trabajo por delante, pero este es mi proyecto más inmediato para el próximo año.

Nuestra Tierra en el Corazón

Cuál es el paisaje de Castilla La Mancha más inspirador que ha visto y qué sensaciones le evocó?

Por lo general soy un enamorado del paisaje de La Mancha, pero destacaría los vistos desde la Sierra de los Molinos, en Campo de Criptana, donde puedes contemplar las distintas tonalidades de la llanura manchega. No hace falta que sean un gran prodigio de la naturaleza, pero esa pincelada de color es lo que ha hecho que Castilla-La Mancha sea lo que es: una mezcla de muchas historias, una fusión de muchas culturas que constituye un lugar único en el mundo del que nos sentimos orgullosos.

En su opinión, ¿qué características hacen que nuestra comunidad autónoma sea un destino destacado para visitantes?

He de reconocer que yo siempre les gano a todos los que traigo por la gastronomía. Por varias razones, es una gastronomía asequible, no demasiado cara y, además, muy rica y variada; con todo tipo de productos y con una gran historia detrás ya que muchos de nuestros platos aparecen en El Quijote.

Creo que los manchegos siempre hemos sido acogedores. Quizás por eso, en los pueblos manchegos las casas siempre han tenido sus puertas abiertas, con esa cortina que impedía la entrada de moscas y moscones; pero que también servía para que cualquiera sintiera que no había una cerradura que le impidiera pasar y tomar un trozo de queso, un pedazo de pan o un trago de vino o de agua si se estaba necesitado. Y eso ha hecho que ahora mucha gente se dé cuenta de que nuestra comunidad es un lugar al que merece la pena venir y conocer, no solo por sus maravillas naturales o por sus increíbles tesoros históricos.

Para reforzar el orgullo por nuestras raíces y los talentos que nos unen como comunidad, ¿qué frase o eslogan inspirador compartiría con nosotros?

Suelo decir una que no tiene nada que ver con La Mancha, de hecho, ahora estoy firmando los libros, con la frase: «Nacimos para explorar, exploramos para vivir». Es decir, somos unos seres creados para reconocer el terreno, y para saber qué hay a nuestro alrededor.

Pero si tenemos que hablar de nuestra tierra, el humorista Raúl Cimas me dijo una frase que podría ser un buen eslogan: «Al que viene a La Mancha, le engancha». Y es así, no suele ser un destino que la gente elija como primera opción, pero quien viene a la Mancha repite.

Alfonso Miñarro López
Alfonso Miñarro López
Ingeniero Técnico en Telecomunicaciones con más de 26 años en Telefónica, experto en redes móviles y fijas. Autor de Acortando Distancias (2020) y conductor del pódcast Un libro, una conversación. Colabora en somosclm.com con "Talentos de nuestra tierra", entrevistando a figuras destacadas de Castilla-La Mancha en ciencia, arte, cultura y deporte.
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