«Semillas fue una experiencia enorme. Me cambió la vida», asegura Alejandro Manzano, que fue alumno de la escuela de hostelería para la reinserción «Semillas» puesta en marcha por Carlos Maldonado, y actualmente trabaja en la cocina de Raíces, el restaurante estrella Michelin que el conocido cocinero tiene en Talavera de la Reina.
«Estar en ‘Raíces’ es algo que le pasa a muy poca gente y es una experiencia espectacular», afirma Manzano en declaraciones a EFE, al tiempo que valora que le han dado una oportunidad para poder «trabajar día a día» y formarse en lo que uno quiere, porque «es una pasada».
«Yo no he cambiado la vida a nadie»
Sin embargo, el chef Carlos Maldonado asegura que «es maravilloso» que un alumno diga que «Semillas» le ha cambiado la vida, pero añade con modestia que él no le ha cambiado la vida a nadie: «Ha sido él quien se la ha cambiado decidiendo venir aquí».
«Aquí no se regala nada, son ellos los que tienen que coger el rumbo de su vida y cambiarlo», resalta Maldonado, que reconoce que para él la escuela de hostelería para la reinserción está siendo algo «muy satisfactorio tanto en lo personal como en lo profesional».
Tan satisfactorio le resulta que avanza que el concepto de ‘Semillas’ estará por toda España, y de hecho, ya tienen pensadas varias localizaciones e incluso diversificar la idea, porque «se ha puesto la hostería para que los chicos se animen, pero la escuela puede ser de mecánica o de peluquería, entre otras cosas».
«Hay muchos chicos que están en la calle y necesitan ayuda. Todos tenemos momentos difíciles y nos refugiamos en salir o en las drogas y a veces nos quedamos en eso. Solo se vive una vez y hay que salir de eso», anima Maldonado.
Asimismo, asegura que le encantaría que el proyecto llevara el nombre de otras personalidades referentes en el lugar donde se implante, pero asevera que si hay que poner su nombre para dar más publicidad a las escuelas, lo harán.
«Aunque me encantaría que la gente fuera consciente y no se tuviera que poner el nombre de un famoso para acudir a ellas y hacerlas rentables», apunta.
Además, adelanta que el proyecto ya ha cruzado fronteras y se encuentra en Guinea Ecuatorial.
Cambio en la actitud de los alumnos
«Es una oportunidad poder compartir tiempo con los chicos y ver cómo les cambia el estar aquí. El cambio es muy grande ya no tanto en técnicas de cocina sino en su actitud a la hora de afrontar un trabajo», expone el director de la escuela, Sergio Jardi, quien resalta que todos los alumnos «son un equipo».
Igualmente, asegura que hay muchos de los alumnos que acuden a ‘Semillas’ que ya están «súper preparados», y que lo único que necesitan es que «le tiendan la mano» para introducirse en el mercado laboral, ya que ellos mismos, por sus circunstancias o limitaciones, no pueden.
En esta línea, la orientadora de ‘Semillas’, Mónica González, insiste en que la labor de la escuela es realizar «una escucha activa y un acompañamiento de los chicos para que tengan un buen desarrollo vital y sean ellos los que decidan cuáles son sus objetivos o metas».
González reconoce que los perfiles de los alumnos son «muy vulnerables», ya que acuden a la escuela para encontrar un sitio donde aprender y un hogar.
«Muchos de ellos ya están trabajando y siguen viniendo a que les orientemos o incluso a contarnos sus problemas. No somos solo una escuela, sino un referente», reflexiona González.
De 66, trabajan 55
La orientadora resalta que la incorporación al mercado laboral es «muy grande», pues de los 66 alumnos que han pasado por ‘Semillas’ 55 ya están empleados, en empresas de Talavera de la Reina e incluso en Zaragoza, y ocho siguen con su formación, tanto en hostería como en artes o en tatuajes.
Y ello es porque «han usado la escuela con un conducto para realizar lo que les gusta».
Respecto a su formación en ‘Semillas’, el jefe de cocina, Álvaro González, explica que los alumnos viven lo que es la «vida real de una cocina».
«Queremos que aprendan un oficio que para nosotros es bonito, para mí lo es y es una salida al mercado de trabajo», acentúa el jefe de cocina, quien asegura que la diferencia de cuando entran a cuando salen «es grandísima» puesto que entran con miedo y vergüenza.
No obstante, Maldonado deja claro que en la escuela los alumnos reciben una formación «muy escueta» y «no se forman profesionales, sino personas».
Actualmente, son 23 los chicos que se están formando tanto en cocina como en restauración y hay una lista de espera de unas treinta personas para entrar, que «es más de lo que nos gustaría, pero no hay espacio».