Además del concurso de disfraces infantiles, la mañana del domingo de carnaval estuvo marcada por el concurso gastronómico dedicado al potaje, que llenó el auditorio municipal ‘La Pérgola’. Veintiún grupos participaron en un certamen que ganó ‘Si lo sé me apunto’.
La asociación gastronómica cultural ‘La Almorta’, en colaboración con el Ayuntamiento de Manzanares, organizó el domingo de carnaval la tercera edición del concurso gastronómico dedicado al potaje. El buen tiempo y la alta participación contribuyeron a que se viviera una mañana festiva en el auditorio municipal ‘La Pérgola’. Más de cien personas divididas en veintiún grupos participaron en este certamen que surgió “para difundir las virtudes de la cocina manchega, en especial del popular potaje de habichuelas”.
Se trata de una receta que hay que elaborar ‘con mucho amor y paciencia’, por lo que los pucheros empezaron a calentarse alrededor de las nueve de la mañana. Durante cinco horas, cada grupo cocinó su propio potaje, utilizando los ingredientes básicos aportados por la organización y dándole su toque especial. Aunque hubo tiempo para mucho más: fue una jornada de convivencia en la que no faltó la camaradería entre grupos y en la que se degustaron otras comidas y bebidas manchegas como gachas y vino “para hacer tiempo” hasta las dos de la tarde, cuando los miembros de la asociación ‘La Almorta’ recogieron los pucheros de los participantes para proceder a la deliberación de los ganadores. Para ello, tuvieron en cuenta aspectos como la dificultad en la elaboración de la receta elegida, el gusto, el aroma y la presentación del potaje y la limpieza en el puesto utilizado para cocinar.
El jurado dio como ganador al grupo ‘Si lo sé me apunto’, que obtuvo un premio de 150 euros y trofeo. La segunda posición fue para ‘El complot’ (100 euros y trofeo)y el tercer puesto para ‘Los señores aprendices’ (75 euros y trofeo).
Momentos antes de entregar los premios, la ciudadanía tuvo la oportunidad de degustar gratuitamente los potajes de habichuelas participantes. Y había muchas ganas de probarlos todos: hubo largas colas en la carpa a la espera de recoger un plato y un vaso de vino.