A veces suceden cosas nuevas realmente trascendentes en nuestra ciudad y el 3 de marzo de 2022 ocurrió una de ellas.
Frente a 9 votos en contra (del PP, CS, CEM y una concejal de CNU) e, inexplicablemente porque se abordaba un tema de importancia capital para la ciudad, 3 abstenciones y 1 inasistencia del resto de concejales de CNU, con una mayoría de 11 votos a favor (del PSOE) el Pleno del Ayuntamiento de Cuenca decidió suscribir el denominado Plan XCuenca, eslabón primero y necesario para retirar la condición de Obligación de Servicio Público a la línea de tren convencional Madrid-Cuenca-Valencia y para, posteriormente, decretar el cierre de la misma a su paso por la provincia de Cuenca… una estrategia redactada y propuesta contra la petición del propio Ayuntamiento de Cuenca de renovación y modernización de la línea -demanda que el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana no quiso reiteradamente incluir entre las que procedían del territorio, y que el Equipo de Gobierno Municipal (del PSOE) no exigió incluir aun cuando la unanimidad entonces del Pleno le obligaba a ello-.
Dio igual ese día (a los concejales del PSOE y, excepto uno de ellos, a los de CNU) que la decisión fuera contraria a la demanda del propio territorio, que no contara con un mínimo consenso en la ciudad y que dividiera al mismo Consejo Social y Económico de la Ciudad como máximo órgano de representación (convocado precisamente para conocer su opinión al respecto)… Dio igual que pareciera, en definitiva y a juicio de tantos que disentían y disienten, que el precio exigido para los “regalos” del Plan XCuenca era inasumible en cuanto supone someter a la ciudad a tener que ceder (a cambio de nada, si se analiza el documento aprobado) uno de los pocos recursos que todavía no ha perdido y que forma parte de sus posibilidades, aun cuando fueran inciertas, de futuro.
Dio igual ese día volver a intentar argumentar sobre la necesidad y posibilidades de la línea de tren convencional. Dio igual, de nuevo, la absoluta falta de justificación, profundidad y rigor técnicos del Plan XCuenca, y la ya patética ausencia de argumentos confesables para promover el cierre de aquella, más allá de la falta de uso de un servicio intencionadamente deteriorado hasta llevarlo a un estado de lógica infrautilización.
Dio igual ese día (insisto, a los concejales del PSOE y, excepto uno de ellos, a los de CNU) que la ciudad y la provincia de Cuenca recibieran con dicho Plan XCuenca un tratamiento contrario y peor que el recibido por las ciudades y provincias de su entorno autonómico. Un trato aún más vejatorio, si cabe, en relación con el contexto de oportunidad actual en el que se utiliza una ingente cantidad de fondos europeos destinados precisamente al impulso y recuperación de las infraestructuras ferroviarias de tren convencional (también dentro de la propia comunidad autónoma).
Les dio igual todo lo anterior aunque sabían que debían representar a la ciudad… y, quizá por ello, ya no nos representan a los conquenses.
Porque la representación de un territorio debe ir, a nuestro juicio y sobre todo en temas de evidente interés general, mucho más allá de la labor de administrar y gobernarlo. Representarlo sustenta, de hecho, la necesaria confianza en las instituciones (aún con más claridad en las más próximas): en el Ayuntamiento de Cuenca -que estaba obligado a contar con un consenso suficiente de sus ciudadanos antes de decidir, el cual no encontró-, en la Diputación Provincial de Cuenca -que, al menos, debiera haber dado audiencia a los pueblos directamente afectados a los que representa y, en palabras del protocolo aprobado, asiste y coopera con ellos-, en la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha -empeñada en entender y tratar a Cuenca como un hecho diferencial dentro de una comunidad con cuyos intereses parece enfrentarse constantemente, si no es para servirlos- y en el Estado Español -responsable último de que Cuenca pueda llegar a ser la única provincia española sin línea de tren convencional, una vez arrancada la misma, como consecuencia de convertir a Cuenca en una experiencia piloto de resultados inciertos pero apoyados, no obstante, en actos irreversibles-, todas las anteriores administraciones ahora presididas por el PSOE (alineadas, en este caso, contra los intereses de Cuenca).
Dudamos que sea posible asignar a los territorios la cualidad o capacidad de merecer o no a sus representantes, pero sí creemos posible reconocer o no a sus representantes la capacidad y el mérito suficientes para representarlos, de forma que creemos (como ciudadanos, ahora circunstancialmente concejales del Grupo Municipal Popular del Ayuntamiento de Cuenca) que cualquier persona que, representando a Cuenca y sin haber alcanzado previamente el consenso necesario, hubiera contribuido a la estrategia destinada a decretar el cierre de la línea de tren convencional Madrid-Cuenca-Valencia a su paso por la provincia de Cuenca (proponiéndolo, promoviéndolo… o votándolo), no merece representar ni a esta ciudad ni a su provincia, y debiera incluso ser declarada persona “non grata” al territorio.
No creemos, y eso nos sigue motivando, en la inamovilidad de los actos con los que la ciudad ha sido gravemente amenazada, sino en la posibilidad de introducir un debate técnico y económico sobre la oportunidad, idoneidad y posibilidades de nuestra línea de tren convencional, el cual consiga revertir cuántos de esos actos ya se hayan producido. Pero también es evidente que el asunto requiere un claro y activo posicionamiento ciudadano que queremos ayudar a alentar. En línea con ello (y ojalá esta llegara a ser una firme apuesta ciudadana para exigir el respeto a Cuenca y a sus posibilidades de futuro, con independencia de cuales fueran sus posibles convicciones políticas), jamás consideraremos viable para nuestra ciudad ninguna lista electoral local, autonómica o estatal que no incluya expresa y específicamente en su programa tanto la reversión de cuantos pasos se hayan producido (desde la referida aprobación del Plan XCuenca) para el desmantelamiento de la línea de tren convencional a su paso por nuestra provincia, como la necesaria inversión en la misma hasta convertirla en instrumento de futuro.