La medida que ha adoptado el Gobierno de fijar el precio de las mascarillas a 0,96 € IVA incluido, me parece una medida acertada y necesaria.
Desde el comienzo de la crisis del COVID-19, los precios de las famosas mascarillas quirúrgicas han aumentado en algunos casos hasta un 400%, lo que supone un abuso desproporcionado por parte de los productores, a sabiendas de que son un bien muy preciado y de vital importancia en estos tiempos. Por ello estos aumentos solo han provocado que aumenten sus beneficios extraordinarios.
Hay quien dice, que esta medida hará que se desincentive la producción nacional y que esta producción vaya a ser exportada. Bien, realmente, si esto ocurre, no será por la medida introducida por el Gobierno, pues a ese precio de 0,96€ los productores ya obtienen un beneficio extraordinario, si no es así, ¿Cómo se podría explicar que antes de la crisis el precio de las mascarillas fuera sustancialmente menor, en torno a 0,50-0,70€ la unidad? Creo que para esta situación es necesario aplicar un dicho popular: «a río revuelto, ganancia de pescadores».
En cuanto a los farmacéuticos, también se podría aplicar el dicho anterior. Hace una semana, más o menos, fue el propio Colegio de farmacéuticos, a nivel nacional, quien pidió la regulación del precio de las mascarillas, ofreciéndose incluso, como «simples intermediarios» entre productores y cliente final, sin obtener beneficios, vendiendo a precio de mercado. Además, ellos mismos advirtieron de la necesidad de regulación, reconociendo abusos tanto de productores como de algunos de sus compañeros farmacéuticos.
Esta medida no provocará desabastecimiento, si en las farmacias, pero no en el cómputo de la sociedad. Es decir, se observará una desviación de producto hacia un mercado secundario e ilegal, es cierto que esto será un problema. Para ello será necesario que el Gobierno active distintos mecanismos legales para controlar tales prácticas delictivas. Considero necesario destacar que por este hecho no se debería criticar la medida, pues criticarla por ello, sería defender a algunas personas que tratan de hacer negocio de una manera ilícita, que buscan su beneficio personal, perjudicando a la sociedad en su conjunto.
Por otro lado, hay quien reclama libertad absoluta de mercado, lo cual es totalmente respetable, y que sea el propio Gobierno quien suministre mascarillas a aquellas personas que no puedan permitirse pagar un precio escandaloso y abusivo. De este pensamiento subyacen dos ideas:
– Por un lado, se reconoce la existencia de fallos en el libre mercado, y se asume que habrá personas que se queden atrás, «que se salve quien pueda», sin importar un mayor riesgo de contagio para el caso concreto que estamos tratando.
– Por otro lado, que el Gobierno a nivel estatal pueda asegurar el abastecimiento de mascarillas a la población que no pueda permitirse pagar una mascarilla a precio de libre mercado es algo utópico en la práctica. Por ello, es de elogiar el esfuerzo que están haciendo los Gobiernos autonómicos para repartir mascarillas a toda la población, independientemente de que puedan adquirirlas, o no, en el mercado. Por ejemplo, en Castilla La-Mancha, el Gobierno de García-Page anunció la semana pasada que se distribuirá una primera tanda de mascarillas de forma totalmente gratuita a cada casa. A partir de ahí, se podrán adquirir mascarillas sucesivas a un precio máximo de 0,70€/ud, a través de las farmacias y siempre llevando la tarjeta sanitaria como medida de control.
Por tanto, de nuevo, y volviendo al inicio, un precio de 0,96€/ud es más que razonable y seguirá proporcionando un beneficio extraordinario, más allá del normal, a los productores. Al mismo tiempo se asegura que se eviten abusos y toda la población tenga acceso a mascarillas a un precio razonable. Medida necesaria.
