Aunque considero que en el mundo del vino hay que preservar ciertas costumbres y etiquetas, igualmente hay que tratar de adaptarse e ir evolucionando. No todo tienen que ser reglas inamovibles: ni los tintos van siempre bien con las carnes, ni los espumosos son para después del postre.
Hoy voy a hablar de añadir hielo al vino. Qué ha de hacerse con cabeza y en determinadas circunstancias. Tampoco se trata de estar en julio en una terraza a las dos de la tarde, y pedirse un tinto reserva y ponerle hielo (o sÃ). Pero… porque no vamos a pedir un vino blanco joven (que es de esperar que lo tengan en cámara a 5 o 6 grados centÃgrados) y ponerle un cubito de hielo para que mientras estás disfrutando de la compañÃa el vino no se convierta en «caldo» (luego otro dÃa hablaremos de lo de llamar caldo al vino).
Lo mismo que se lo ponemos a un vino blanco joven, se lo podemos poner a un rosado o a un espumoso, y porque no a un tinto, el caso es consumir vino. Y ya puestos si somos consumidores habituales y nos da un poco de repelús aguachar el vino, podemos hacer uso en casa, de unas bolas o cubos de acero que hemos enfriado en el congelador. O si queremos darle un toque más sà «chic», unas uvas congeladas.
Pero, y vuelvo a repetir, el caso es consumir vino, con moderación.