viernes, 5 diciembre 2025

El origen del mazapán podría estar en Toledo: ¿leyenda o realidad?

Un relato que, como el propio mazapán, sigue endulzando cada Navidad

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Con la Navidad a la vuelta de la esquina, los escaparates vuelven a llenarse de polvorones, turrones y, por supuesto, mazapán. Aprovechando que este dulce tradicional vuelve a nuestras mesas, reaparece también una de las historias más repetidas en Toledo: la leyenda que sitúa su origen en el convento de San Clemente.

Según la tradición popular, este monasterio —uno de los primeros levantados fuera de las murallas tras la Reconquista de Alfonso VI en 1085— sería la cuna del mazapán. Con el tiempo, ya bajo el reinado de Alfonso VII, la comunidad se trasladó al interior de la ciudad, instalándose en unas casas que fueron creciendo hasta ocupar toda la manzana donde aún viven las monjas cistercienses.

La versión más difundida sitúa el nacimiento del mazapán a comienzos del siglo XIII. Tras la batalla de las Navas de Tolosa, en 1212, el hambre azotó la región y, ante la escasez, las religiosas de San Clemente solo disponían de azúcar y almendras. Para aprovechar mejor estos ingredientes, los mezclaron y dieron forma a una masa dulce que, según la leyenda, sería el primer mazapán. Su nombre, se dice, vendría de la maza empleada para machacar las almendras. En el museo del convento incluso se conserva un cuenco que, según la tradición, habría sido utilizado en aquella primera elaboración. A día de hoy, las monjas siguen preparando mazapán de manera artesanal siguiendo una receta muy antigua.

Otra de las historias cuenta que, en una época marcada por guerras, sequías y epidemias, las monjas pidieron ayuda a su patrón para combatir el hambre. Según la leyenda, este les habría inspirado un dulce similar al mazapán. Ellas habrían encontrado la forma de producirlo a bajo coste, convirtiéndolo en una especie de “pan para los hambrientos”, lo que para algunos explicaría su nombre.

Sin embargo, todas estas versiones chocan con lo que indican los estudios históricos: es muy poco probable que el mazapán naciera en Toledo. De hecho, se sabe que su presencia en Europa es anterior y que ya era conocido en Italia y en territorios árabes. Los musulmanes habrían traído a la Península elaboraciones dulces con almendra en el siglo VIII, aunque no exactamente el mazapán tal y como lo entendemos hoy.

El origen del mazapán podría estar en Toledo: ¿leyenda o realidad?
Convento de San Clemente. Imagen: CulturaCLM

TOLEDO, ¿CUNA DEL MAZAPÁN?

La crónica local también alimenta el mito. El cronista Clemente Palencia aseguraba que el convento de San Clemente, fundado en el siglo XII, fue el origen del mazapán toledano, ya que las monjas Bernardas tenían abundantes almendros y elaboraban una pasta dulce que horneaban y que se conservaba meses.

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Pero cuando se acude a documentos sólidos, la historia cambia. En 2009, el profesor de la UCLM José Carlos Vizuete Mendoza publicó un estudio sobre la cocina del monasterio en el siglo XIV basado en sus cuentas de gasto. De este análisis concluyó que estos documentos permiten saber “los componentes de la dieta de las monjas”, pero no cómo se preparaban los platos. Destaca que la alimentación apenas variaba durante todo el siglo, combinando siempre los mismos productos hortícolas, pescados y carnes, y siguiendo el ritmo de ayunos y celebraciones marcado por el calendario litúrgico.

Entre los dulces mencionados no aparece el mazapán, aunque sí sus ingredientes: almendras y miel o azúcar. Eso sí, su uso siempre se relaciona con otras elaboraciones, como el arroz o las bandejas de frutas secas de determinadas festividades. Nada indica que las monjas elaborasen mazapán, mientras que sí se citan otros dulces como las frutas de sartén o las rosquillas. Aun así, no faltan quienes usan la presencia de almendras y azúcar como argumento para defender que San Clemente fue “la cuna del mazapán de Toledo”.

En definitiva, la historia apunta más a una leyenda que a un hecho probado. Pero, aunque sea poco probable que el mazapán se inventara en Toledo, la tradición forma parte del encanto de la ciudad y de Castilla-La Mancha. Estas historias contribuyen a enriquecer nuestro patrimonio cultural y a mantener vivo un relato que, como el propio mazapán, sigue endulzando cada Navidad.

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