La Laguna de la Posadilla emerge en Valverde como un espejo tranquilo asentado en el cráter de una explosión que antaño sacudió las entrañas del Campo de Calatrava. Declarada Monumento Natural, esta profunda cavidad de casi 500 metros de diámetro conserva la memoria de un estallido hidromagmático que abrió la tierra cuando el magma chocó de forma brutal con las aguas subterráneas. Hoy, ese escenario de fuerza primigenia se ha transformado en uno de los paisajes volcánicos más sobrecogedores de Ciudad Real.
Un cráter que aún parece respirar
Contemplar la Posadilla es imaginar la violencia que un día desgarró este paraje. La erupción hidrovolcánica generó un enorme maar y expulsó un flujo piroclástico que recorrió más de 5 kilómetros, colmatando un viejo valle en dirección al Guadiana. Ese depósito oscuro, compuesto por cuarcitas y lava, continúa extendiéndose como una cicatriz visible en el terreno, recordando el camino del fuego.
El conjunto volcánico revela también un segundo latido de la tierra: una erupción efusiva que abrió el cráter de El Portillo y derramó una colada hacia Casa de Fuentillejo. Otro pequeño flujo, Peñas Negras, descendió por la ladera del maar, como un último hilo incandescente antes del silencio final.
La Posadilla es mucho más que un cráter; es un archivo geológico excepcional. Sus sedimentos lacustres, de 142,4 metros de grosor y unos 850.000 años de antigüedad, forman el mejor registro conocido de los lagos volcánicos de tipo maar del Campo de Calatrava, un testimonio único de un tiempo en que la región era territorio de fuego y vapor.

Un refugio natural que sorprende por su quietud
El recorrido hasta la laguna invita a adentrarse en bosques de encinas, coscojas, lentiscos y cornicabras, que envuelven el cráter como un anillo verde. Entre sus ramas sobrevuelan cigüeñas blancas y negras, águilas imperiales, culebreras, reales y hasta el majestuoso buitre negro, que parecen vigilar en círculos el corazón del volcán dormido.
La laguna, que solo conserva agua en los años más generosos en lluvia, depende enteramente del pulso de la meteorología. En las estaciones secas, su lecho revela patrones y colores que evocan el antiguo calor que la forjó.
Cómo llegar a este santuario volcánico
El acceso se realiza por la N-430 hasta Valverde. Tras cruzar la localidad, basta con seguir la Ronda Poniente y continuar por una pista de tierra. A poco más de dos kilómetros, la laguna surge inesperadamente a la izquierda, como si emergiera desde un pliegue del tiempo.
Cualquier estación es buena para visitarla, aunque es recomendable llevar prismáticos y cámara fotográfica para no perder detalle de su fauna y de sus contornos volcánicos.
La Laguna de la Posadilla forma parte de la Red Natura 2000 como zona de especial conservación y está catalogada por el Instituto Geológico y Minero de España como lugar de relevancia internacional.
Su presencia en el territorio de Volcanes de Calatrava no solo refuerza su valor científico, sino que la consagra como uno de los grandes símbolos naturales de la provincia: un lugar donde la tierra, aunque en silencio, continúa contando su historia.



