domingo, 28 diciembre 2025

El auge del oleoturismo impulsa el desarrollo rural: Castilla-La Mancha apuesta por experiencias únicas entre olivos

La región refuerza su posicionamiento en el sector con iniciativas que combinan gastronomía, cultura y sostenibilidad

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Castilla-La Mancha se suma con fuerza al auge del oleoturismo, una actividad en expansión que busca diversificar los ingresos del sector oleícola, promover el aceite de oliva virgen extra (AOVE) y atraer a un turismo cada vez más interesado en experiencias auténticas, ligadas al territorio. Aunque los desafíos persisten —como la estacionalidad o la necesidad de mayor inversión—, el potencial de esta forma de turismo es cada vez más evidente también en esta comunidad autónoma, una de las mayores productoras de aceite de España.

Según Abderraouf Laajimi, director ejecutivo adjunto del Consejo Oleícola Internacional (COI), el oleoturismo representa “un modelo de turismo que garantiza la sostenibilidad desde el punto de vista productivo, medioambiental, social y económico”. Además, defiende que permite “acercar la cultura del olivo al consumidor y reforzar valores como la autenticidad y el arraigo del territorio”.

Castilla-La Mancha: experiencias entre almazaras, catas y paisajes de olivar

En Castilla-La Mancha, el oleoturismo ha comenzado a consolidarse como una vía para impulsar la economía rural, especialmente en provincias como Ciudad Real, Toledo y Albacete, donde el cultivo del olivo tiene un importante peso económico y cultural. En esta línea, destacan iniciativas innovadoras que ofrecen al visitante experiencias integrales basadas en el olivo, el aceite y la conexión con la naturaleza.

Una de las más consolidadas es Luz de Alba, en Argamasilla de Alba (Ciudad Real), una finca ecológica que combina oleoturismo, alojamientos sostenibles y actividades de bienestar. La experiencia incluye visitas a la almazara, catas de AOVE ecológico, talleres y paseos entre olivos centenarios. Desde la dirección explican que su objetivo es “educar en el valor del aceite de oliva desde una perspectiva holística, uniendo gastronomía, salud y paisaje”. Además, el proyecto ha sido reconocido por su compromiso con la sostenibilidad y el turismo responsable.

Vinícola de Tomelloso

También en la provincia de Ciudad Real, en Villarrubia de los Ojos, se encuentra otra propuesta singular: El Mirador de la Mancha, un complejo turístico con cabañas rurales de madera ubicadas sobre una ladera cubierta de olivos. Este enclave ofrece no solo alojamiento en plena naturaleza, sino también experiencias ligadas al entorno olivarero, como paseos, gastronomía típica con AOVE local y un entorno paisajístico privilegiado próximo al Parque Natural de las Tablas de Daimiel.

En otras provincias, como Albacete y Toledo, también se desarrollan propuestas consolidadas. En Hellín (Albacete), Oleoturismo Deortegas organiza visitas guiadas, catas sensoriales y recorridos por olivares ecológicos, mientras que en El Carpio de Tajo (Toledo), Casas de Hualdo ha creado una experiencia educativa y gastronómica completa en torno a su almazara y sus paisajes.

Retos y oportunidades

Sin embargo, los actores del sector reconocen que aún queda camino por recorrer. La estacionalidad sigue siendo una barrera para convertir el oleoturismo en una actividad constante a lo largo del año. Como explicó Laajimi, “su desarrollo en otras épocas depende sobre todo de la capacidad de organizar visitas gastronómicas o al punto de venta”.

El catedrático de la Universidad de Jaén Manuel Parras, que participó recientemente en un seminario del COI, subrayó que “es fundamental la coordinación entre actores locales, la formación especializada y una comunicación eficaz para consolidar un producto turístico sólido”.

Otra de las claves para impulsar este turismo, según los expertos, es la digitalización y profesionalización de las ofertas. El visitante actual busca “interactuar con el productor, comprender la trazabilidad del producto y vivir experiencias únicas”, como ha confirmado la Organización Mundial del Turismo, que constata que más del 80 % de los viajeros demanda experiencias gastronómicas durante sus desplazamientos.

En conexión con la tendencia global

Castilla-La Mancha se suma así a una tendencia mundial. Desde las fincas de Puglia (Italia) hasta las almazaras de Argentina o las experiencias sensoriales en Túnez y Portugal, el oleoturismo está demostrando su capacidad para reinventar el turismo rural.

La región castellanomanchega tiene, además, el valor añadido de contar con Denominaciones de Origen reconocidas como Montes de Toledo, Campo de Calatrava o Campo de Montiel, que garantizan la calidad del AOVE y refuerzan la identidad del territorio. Este elemento puede ser determinante para posicionar a Castilla-La Mancha como destino emergente en el mapa del oleoturismo internacional.

En palabras de Laajimi, el oleoturismo tiene la capacidad de “transformar paisajes productivos en espacios vivos y visitables, que educan, generan ingresos y fortalecen la relación del consumidor con el campo”.

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