jueves, 18 diciembre 2025

Talentos de nuestra tierra: un diálogo con Ester Vázquez Fernández-Pacheco

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La profesora ciudadrealeña Ester Vázquez, catedrática de Química Orgánica en la Facultad de Ciencias y Tecnologías Químicas de Ciudad Real, es una figura destacada de la nanotecnología en España. Directora del Instituto Regional de Investigación Científica Aplicada (IRICA) desde 2017, su liderazgo científico se refleja en un grupo de investigación interdisciplinar centrado en el desarrollo sostenible de nanomateriales con aplicaciones en campos tan diversos como la nanomedicina, la robótica o la energía.

Ester es una defensora activa de la igualdad, la divulgación y la transferencia de conocimiento, acercando la ciencia a niños y jóvenes de la región.

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Guiada por la convicción de que la investigación debe mejorar la sociedad y despertar vocaciones futuras, su trabajo y compromiso han sido reconocidos con numerosos galardones, entre ellos el Premio a la Investigación e Innovación de la JCCM (2023), el Premio al Grupo de Investigación de la JCCM (2024) y el Premio a la Excelencia Investigadora del Grupo de Química Verde de la Real Sociedad Española de Química (RSEQ) (2025).

Talentos de nuestra tierra: un diálogo con Ester Vázquez Fernández-Pacheco

A partir de experiencias visitando colegios e institutos para realizar demostraciones a los estudiantes de estos centros, ¿cómo cree que la divulgación cercana y práctica puede ayudar a despertar vocaciones científicas y a mostrar que la ciencia es una realidad accesible para todos?

Cada vez que voy a algún colegio o instituto porque me invitan los profesores, estoy súper contenta, al ver a los chicos encantados y con los ojos haciendo chiribitas. Reconozco que hay docentes que están haciendo una labor extraordinaria intentando que los estudiantes amen la ciencia y que perciban que las asignaturas científicas no son materias “duras”, sino puertas que se abren a muchos conocimientos.

Lo que intento cada vez que voy, es mostrarles que la investigación también se hace al lado de sus casas; que aquí en Ciudad Real, en la Universidad de Castilla-La Mancha, se está desarrollando investigación de muchísima calidad. Y trato de contarles, de manera muy sencilla, las últimas líneas en las que estamos trabajando, para que vean que gente que apenas es algo mayor que ellos está desarrollando cosas muy interesantes, con aplicaciones reales y gran proyección.

La idea es que eso les despierte ganas, que entiendan que en su caso también pueden ser científicos. También trato de transmitirles la importancia de trabajar esa parte creativa en ciencia, que cada vez cuesta más con tantas redes sociales, pantallas y distracciones, que a veces dificultan que los jóvenes creen algo propio.

Cómo explicaría de una manera sencilla para el público general qué es el grafeno, y cuáles son actualmente sus aplicaciones más relevantes en distintos ámbitos tecnológicos y científicos?

Explicar qué es el grafeno de manera sencilla es relativamente fácil, porque todos hemos utilizado un lápiz, ¿no? La mina del lápiz está hecha de grafito, y el grafito es un material formado por capas muy finas compuestas por un solo átomo de carbono. Ese átomo de carbono se organiza en forma de hexágonos, como si de un panal de abejas se tratara. Cada vez que pintamos con un lápiz, lo que hacemos es exfoliar, es decir, ir separando esas láminas; algunas se quedan pegadas en el papel. Pues bien, si fuésemos capaces de separar todas esas láminas y quedarnos únicamente con una sola, eso sería el grafeno.

La maravilla del grafeno es que es un material bidimensional: una de sus dimensiones tiene el grosor de un solo átomo, mientras que las otras dos pueden extenderse en láminas muy grandes. Esa estructura tan especial le confiere propiedades extraordinarias. Además, su descubrimiento permitió desarrollar nuevos materiales similares que comparten esa característica de ser láminas extremadamente delgadas.

¿Y qué implica esto? Pues que el grafeno es un material conductor, extremadamente resistente y al mismo tiempo flexible. Por eso, pequeñas cantidades de grafeno añadidas a otros materiales pueden aportarles una gran fortaleza sin aumentar el peso. Esto permite aplicaciones en aeronáutica, automoción y en cualquier ámbito donde se necesiten materiales muy ligeros pero muy resistentes.

También añadir pequeñas cantidades de grafeno puede mejorar las propiedades eléctricas de un material al convertirlo en conductor. Esto abre muchas otras aplicaciones en electrónica y, por ejemplo, se están desarrollando biomarcadores capaces de detectar enfermedades gracias a estas propiedades.

En definitiva, el grafeno tiene muchas aplicaciones porque, cuando trabajamos a escala nanométrica, las propiedades de los materiales cambian y se abre un nuevo mundo de posibilidades.

Ha vivido algún episodio de serendipia en su carrera que haya marcado un cambio o avance significativo en sus investigaciones?

Pues la verdad es que creo que sí. Trabajamos en materiales blandos inteligentes, es decir, materiales que intentamos que asemejen las propiedades de nuestros tejidos vivos: que tengan propiedades mecánicas similares, pero que además reaccionen ante distintos estímulos externos.

Cuando empezamos a trabajar con estos materiales, que estaban basados en hidrogeles, utilizábamos monómeros que estaban cargados negativamente, porque queríamos que funcionaran como actuadores, que se movieran.

Un día, en un laboratorio donde estaban trabajando con masas, vi en la vitrina donde preparaban las muestras una molécula pintada que no sabía por qué estaba allí. Luego descubrimos que se usaba para ciertos experimentos de masas, pero al verla pensé: “¡Wow, es positiva en lugar de negativa! Si la polimerizamos, podríamos hacer un hidrogel interesante”. Y efectivamente, ese ha sido el hidrogel que mejor nos ha funcionado y con el que más hemos trabajado, y seguimos haciéndolo.

No sé si esto es exactamente serendipia, pero sí creo que los investigadores siempre tenemos en mente los problemas que queremos resolver o las historias que estamos desarrollando en el laboratorio. Cualquier cosa que nos pasa por delante la añadimos a nuestra “paleta de ensayos”, y en este caso funcionó muy bien.

Está claro que esto no sustituye el trabajo arduo. Todas estas ideas hay que verlas, utilizarlas y saber integrarlas en tu trabajo. No es muy común, pero a veces sucede, y cuando pasa, puede marcar la diferencia.

Como referente femenino en un área STEM, ¿qué mensaje le gusta transmitir a niñas y jóvenes que se plantean dedicarse a la ciencia?

Cuando acudo a los colegios e institutos, muchas veces con el programa “Mujer y niña en la ciencia”, lo que les digo a las niñas es que pueden hacer lo que quieran. No existen ni carreras de niños ni de niñas; la ciencia, y todo lo demás, está abierta a todos, tanto a hombres como a mujeres.

Es cierto que hay menos referentes femeninos en la ciencia, porque durante mucho tiempo las cabezas visibles han sido hombres. Por eso es importante que las niñas vean que, siendo mujer, también se puede ser científica y, por ejemplo, madre, algo que aún parece difícil de concebir para algunas personas.

Creo que lo ideal sería que ni siquiera tuviéramos que hacer esta distinción. Que al final las niñas supieran perfectamente que no hay trabajos de hombres o de mujeres, ni en ciencia ni en ninguna otra disciplina, y que puedan perseguir lo que realmente deseen sin tener que renunciar a nada, tal y como hacen los hombres.

Suyo es el lema “Invertir en Ciencia es abrir la puerta a un mundo mejor”; ¿qué significado tiene para usted esta idea y cómo se refleja en su manera de trabajar y de impulsar proyectos científicos?

Yo entiendo que la ciencia y los científicos, en general, siempre han tratado de conseguir que este mundo sea mejor. Cuando los científicos intentamos estudiar lo que ocurre a nuestro alrededor o dentro de nosotros mismos, ya sea en las partículas más pequeñas o en el universo, estamos haciendo lo que podría llamarse ciencia básica. Y, a lo largo del tiempo, esa ciencia básica siempre ha dado lugar a descubrimientos que han permitido que la sociedad avance, que la humanidad viva mejor y que las personas sean más felices.

Eso es lo que a mí también me motiva: hacemos ciencia básica, pero siempre intentamos que tenga aplicaciones prácticas. Además, hay otra vertiente importante: invertir en ciencia, o en formar a científicos, es también invertir en una sociedad mejor. Una sociedad más formada es una sociedad más feliz, capaz de vivir y desarrollarse mejor. Por eso, creo firmemente que invertir en ciencia es invertir en un futuro más idóneo.

La investigación a menudo está rodeada de cierta confidencialidad, no obstante ¿podría adelantarnos alguna línea o enfoque en el que estén trabajando actualmente y qué tipo de soluciones esperan aportar con ello?

Cuando voy a los colegios, cuento lo que hacemos de manera sencilla. Antes te comentaba que estamos trabajando en materiales híbridos blandos capaces de imitar las propiedades de nuestros tejidos vivos.

Aplicamos estos materiales a distintas áreas. Por ejemplo, intentamos desarrollar robots blandos que puedan interactuar mejor con los humanos, y que además puedan realizar funciones que los robots tradicionales, los duros, no pueden hacer. Esto abre la puerta a una nueva generación de robots con aplicaciones completamente distintas. Estos sistemas blandos son continuos y, en el futuro, podrían incluso realizar tareas dentro de nuestro propio cuerpo.

Otra línea de trabajo que forma parte de la ingeniería de tejidos, un área muy en boga en la actualidad, es utilizar estos materiales para el crecimiento y diferenciación celular, con el objetivo de generar tejidos nuevos. La idea, a largo plazo, sería poder crear órganos que se pudieran trasplantar con nuestras propias células, evitando así el rechazo y los problemas de espera. Aunque todavía está muy lejos, es uno de los objetivos que perseguimos con nuestros materiales.

Talentos de nuestra tierra: un diálogo con Ester Vázquez Fernández-Pacheco
QUESOS DON APOLONIO

Qué le llevó a dar el paso de crear una spin-off como Biograph Solutions y qué papel desempeña en la transferencia de conocimiento y en la generación de innovación real en la sociedad?

Creo que las spin-off son, o deberían ser, un punto intermedio entre el desarrollo a pequeña escala que realizamos en los laboratorios y el que necesitan las empresas para comercializar a gran escala los dispositivos o materiales que desarrollamos.

Es una idea que nos gustó para poder escalar materiales bidimensionales, como el grafeno, y prepararlos de manera sostenible. Evitamos disolventes contaminantes, reducimos el consumo de energía y minimizamos los productos secundarios que habría que eliminar. De esta forma, los materiales se pueden producir de manera eficiente y respetuosa con el medio ambiente, listos para que otras empresas hagan uso de ellos.

En general, nuestra spin-off intenta desarrollar la tecnología necesaria para que luego sea más fácil llevar los avances del laboratorio a la comercialización. Además, como experiencia educativa, los estudiantes pueden ver cómo funciona una pequeña empresa y cómo se desarrolla un proyecto desde la investigación hasta la práctica empresarial.

He de reconocer que es un camino difícil; yo, por ejemplo, no me veo como empresaria, pero ahí estamos, aprendiendo y avanzando.

Talentos de nuestra tierra: un diálogo con Ester Vázquez Fernández-Pacheco
QUESOS DON APOLONIO

Dado que muchos investigadores españoles se ven seducidos por condiciones más favorables en otros países, ¿ha sentido usted esa tentación y qué le ha llevado a seguir desarrollando su labor científica en España? ¿cree que España está haciendo lo suficiente para retener el talento científico?

Lo bueno de trabajar fuera de España es que la financiación para la investigación suele ser mucho mayor. Aquí ha habido épocas en las que hemos tenido que luchar bastante, y aunque ahora contamos con recursos, sigo viendo que mis compañeros en otros países gestionan proyectos con presupuestos mucho más altos.

Aun así, en España se trabaja bien. Con el poco dinero que tenemos, se pueden hacer investigaciones de gran calidad. Por ejemplo, los laboratorios de nuestra universidad y los equipos con los que contamos permiten desarrollar un trabajo muy sólido. Además, en España también existen otros atractivos: se vive bien, estás cerca de la familia y tienes condiciones que en otros países no siempre se encuentran. Por todo ello, decidí quedarme a trabajar aquí, especialmente en una región como la nuestra, donde aún hay mucho por hacer y los científicos podemos contribuir significativamente al desarrollo de la investigación. Estoy muy contenta de estar en mi universidad.

El desafío, no es solo atraer o retener talento, sino ofrecer unas condiciones que realmente merezcan la pena para quienes decidan trabajar aquí. Si los recursos, el dinero o las instalaciones no son adecuados, es difícil que los investigadores se queden. Por eso creo que es fundamental invertir mucho más en ciencia en España; es algo que está claro.

Dirigir un instituto como el IRICA implica coordinar equipos, proyectos y recursos muy diversos. ¿Qué ha aprendido sobre liderazgo en ciencia a lo largo de estos años como responsable de un centro de investigación?

Creo que lo que más he aprendido es que, en ciencia y en los proyectos, avanzamos más cuando trabajamos todos juntos. Y cuando digo “todos juntos” me refiero a personas de áreas muy distintas: químicos, físicos, matemáticos, biólogos, ingenieros, e incluso de ciencias sociales, porque también son necesarias para resolver muchos de los problemas que abordamos en nuestros proyectos e investigaciones.

Esto lo he visto muy claro aquí en el IRICA, un instituto multidisciplinar en el que científicos de distintas áreas colaboran de manera constante. A mí me encanta, porque poder ver cómo piensan otros científicos y las soluciones que proponen desde sus especialidades te abre muchísimo la mente y permite que surjan ideas muy buenas.

A lo largo de mi carrera y dirigiendo este centro me he dado cuenta de que ese enfoque colaborativo es, sin duda, lo que mejor funciona. Me recuerda un poco a las películas de la NASA donde cada persona aporta su granito de arena, y así es como se consiguen logros enormes.

Talentos de nuestra tierra: un diálogo con Ester Vázquez Fernández-Pacheco

Vivencias Compartidas

En el ámbito de la conciliación, ¿hasta qué punto ha tenido que hacer “encaje de bolillos” para compaginar las exigencias de su labor docente e investigadora con la gestión en la crianza de sus hijas?

Pues sí, hay que hacer encaje de bolillos, y yo he tenido que hacerlo. Cuando te dedicas a la investigación, si quieres hacerla bien, te lleva muchísimo tiempo. Si además tienes que dar clase, eso también exige muchas horas. Y si a todo eso le sumas tareas de gestión, el tiempo vuelve a reducirse aún más. Y, claro, si tienes dos niñas pequeñas, la cosa se complica todavía más.

¿Cómo he gestionado todo eso? Pues, sinceramente, tirando mucho de la familia, de su ayuda constante. Viajo bastante, porque cuando colaboras con gente de otros países tienes muchas reuniones a las que debes asistir y conferencias o congresos a los que tienes que ir; y viajar con niñas pequeñas requiere muchísima ayuda.

Siempre he pensado que lo importante era que el tiempo que pasaba con mis hijas fuese de calidad. Cuando estaba con ellas, estaba de verdad, hacíamos cosas juntas, nos organizábamos. Y el resto del tiempo lo gestionaba como podía, llenando huecos y reorganizando todo continuamente.… pero supongo que, en el fondo, como hacemos todos.

Mantiene una dedicación profunda y sostenida a la ciencia y a la investigación. Mirando hacia sus inicios y la evolución de su carrera, ¿cómo nació su vocación científica y en qué momento comprendió que no se trataba de una flor de un día, sino que acabaría definiendo su vida profesional?

He tenido mucha suerte, porque mi padre era físico y, desde pequeñita, me hacía experimentos, nos sentábamos a ver las estrellas y me hablaba del universo. Siempre quise ser científica, siempre. Es verdad que, desde el colegio, y luego en el instituto, decidí que quería ser química y no física, pero desde muy pequeña tuve claro que quería dedicarme a la ciencia. Siempre me llamó la atención entender qué estaba pasando, y hablaba muchísimo con mi padre de todo eso. Lo tuve muy claro desde el principio.

Lo de que fuera química a mi padre le costó un poco aceptarlo; no lo veía del todo, pero al final creo que lo convencí cuando llegó a ver cómo trabajaba también con sus compañeros físicos, así que, digamos, la historia terminó bien.

Y ahora trabajo con físicos, con matemáticos, con ingenieros… Y creo que esa amplitud de miras viene precisamente de ahí: de entender que todas las disciplinas pueden interactuar, que cada uno puede sentirse atraído por una parte distinta, pero que para avanzar necesitamos a todos.

En múltiples ocasiones a lo largo de su carrera científica ha sido reconocida con premios y distinciones de gran relevancia. En este contexto, y mirando en perspectiva todo ese recorrido, ¿qué significado personal y profesional tienen para usted estos galardones recibidos durante su trayectoria?

Los premios son muy agradables, claro. Cuando te los conceden, lo celebras, pero yo creo que no son solo hacia tu persona, sino hacia todo el trabajo del equipo, porque nadie hace nada solo. Al final tú eres la cabeza visible, pero detrás hay mucha gente que ha trabajado contigo y que sigue haciéndolo. Al menos yo los vivo así.

No es algo que espere ni que busque de manera consciente. Cuando realmente te gusta tu trabajo y se te mete ese “gusanillo” de la investigación, lo que de verdad te motiva es tener recursos para investigar, desarrollar un proyecto, seguir avanzando. Eso tira mucho más que un premio, que al final es la alegría de un día, compartida con todos, y ya está.

Para mí, el verdadero premio es llegar cada día al laboratorio y tener un equipo con el que compartes ideas nuevas. Es ver que algo que pensabas que podía funcionar, y que aún no habíamos probado, sale bien. Ahí estamos todos emocionados; al menos yo me emociono muchísimo. Esa es la recompensa diaria: la propia investigación, que es la que, en realidad, te premia cada día.

A Jean-Paul Sartre, considerado uno de los grandes filósofos del siglo XX se le atribuye La cita: “Si te sientes solo cuando estás a solas, es que estás mal acompañado”. En su caso, ¿cómo es su relación con la soledad?

Soy una persona muy sociable. Tengo muchos amigos y me gusta mucho estar con la gente. Cuando estoy sola suele ser porque estoy trabajando en algo que requiere mucha concentración, y entonces me encierro y paso días dedicada solo a eso. O porque estoy muy cansada y necesito mi tiempo: me encanta leer, tumbarme con un libro y crear ese pequeño rincón para mí.

Por lo demás, tengo mucha vida social, paso mucho tiempo fuera de casa; soy bastante inquieta y siempre voy de un sitio a otro. No sé si con esto te he contestado.

Todo gran logro suele ir acompañado de sacrificios. ¿Ha habido momentos en los que haya dudado de su camino o haya sentido que el esfuerzo no compensaba? ¿Cómo ha afrontado esos desafíos?

La verdad es que nunca he tenido dudas, aunque reconozco que hay momentos en los que no sale nada. Siempre se lo cuento a los chicos del laboratorio, a los que estoy dirigiendo la tesis: mi primer año de tesis no aparece en ningún sitio, ni siquiera lo contamos, porque no salió nada que mereciera la pena comunicar. Era un día tras otro, durante un año entero, sin obtener un solo resultado positivo en el laboratorio.

Pero lo bueno que tiene este trabajo es que somos creadores. Al final depende de ti. Llegas al laboratorio y al día siguiente puedes replantear un experimento, volver a estudiar una cuestión distinta o mirar las cosas desde otro ángulo. Siempre existe la posibilidad de generar un nuevo experimento que pueda llegar a buen término.

Por eso nunca he sentido que no mereciera la pena, ni que fuera a dejarlo. Creo que es un trabajo que, si te gusta, te llena cada día. Es verdad que hay veces en las que las cosas no salen y que es duro. Hay que trabajar mucho, echar muchas horas, incluso fines de semana. Pero no sé… es como si no fuera un trabajo. Cuando se te mete el gusanillo, simplemente quieres hacerlo y ya está.

Nino Bravo cantaba aquello de “Vivir es caminar siempre adelante, aunque se tenga que sufrir”, ¿Cree que el crecimiento personal y profesional requiere, en cierta medida, abrazar una dosis de incomodidad? Como investigadora, ¿qué la empuja a no rendirse?

La incomodidad existe, claro que sí. Se traduce en cansancio, en mucho esfuerzo, en renunciar a cosas que en ese momento no puedes hacer porque tienes una deadline, algo que debes terminar. La investigación no es un trabajo cómodo en el sentido de dedicarle un poco de tiempo y ya está; exige muchísimas horas.

Pero lo que te empuja a no rendirte es precisamente la belleza del experimento, de la investigación en sí: el poder descubrir cosas nuevas, crear nuevos materiales, abrir caminos. Esa belleza es, por sí misma, lo que te lleva a seguir trabajando.

A eso se suma todo lo que puedes hacer con ese conocimiento: desarrollar algo que pueda ayudar a otras personas o contribuir a que la investigación avance. Porque en ciencia todos construimos unos sobre otros. Lo que yo haga quizá no llegue hasta el final, pero otro, partiendo de donde yo lo dejé, puede seguir avanzando.

Si eres consciente de todo lo que implica trabajar en ciencia, entonces sabes que merece la pena. Y mucho.

Si pudiera volver al inicio de su carrera y decirse algo a sí misma, ¿qué consejo o advertencia se daría?

Creo que el mensaje que me doy cada día, y que también transmito a quienes trabajan conmigo, es aprender de los demás e intentar aprovechar cada situación para aprender. Todo el mundo puede enseñarte algo, y en cualquier lugar en el que estés puedes adquirir aprendizajes que te sirvan tanto para tu desarrollo profesional como para tu vida personal.

Este trabajo, además, nos permite colaborar con personas muy distintas y viajar, algo que resulta enormemente enriquecedor. Por eso, lo que deberíamos hacer es aprovechar cada minuto para crecer y desarrollarnos.

Es un recordatorio que, en el fondo, sigo haciéndome a mí misma cada día.

Nuestra Tierra en el Corazón

Cuál es el paisaje de Castilla La Mancha más inspirador que ha visto y qué sensaciones le evocó?

No sabría decirte un solo lugar en particular. No es un paisaje concreto. Yo soy manchega y, siempre que viajo, cuando vuelvo y veo el paisaje de La Mancha, siento algo especial. A mí me encantan esos atardeceres impresionantes que tiñen el cielo de todos los colores. No he visto atardeceres más bonitos que los de esta tierra.

El paisaje manchego, en general, me llena muchísimo. Me encanta.

En su opinión, ¿qué características hacen que nuestra comunidad autónoma sea un destino destacado para visitantes?

Creo que somos una tierra todavía por explorar. Sin ir más lejos, el otro día estuve con un amigo andaluz que no conocía la zona y lo llevé al castillo de Calatrava la Nueva y se quedó impresionado; porque no se podía creer que un lugar así estuviera tan cerca de Ciudad Real.

Creo que lo bueno que tenemos es precisamente eso: que seguimos siendo, en parte, desconocidos y queda muchísimo por descubrir. Y eso llama la atención a la gente, porque ofrece otro tipo de turismo, otro tipo de conocimiento. En ese sentido, esta tierra aún tiene mucho que aportar y mucho que darse a conocer.

Qué frase o eslogan inspirador compartiría con nosotros para reforzar el orgullo por nuestras raíces y los talentos que nos unen como comunidad?

Si tuviera que resumirlo en un eslogan, diría que somos una tierra de contrastes. Y es que, aquí convivimos con zonas más secas y humedales, con los Quijotes y los Sanchos. Somos una tierra muy rica precisamente por eso: porque en ella se mezclan factores muy distintos y todos encuentran su lugar. Es una tierra abierta, diversa y acogedora.

Alfonso Miñarro López
Alfonso Miñarro López
Ingeniero Técnico en Telecomunicaciones con más de 26 años en Telefónica, experto en redes móviles y fijas. Autor de Acortando Distancias (2020) y conductor del pódcast Un libro, una conversación. Colabora en somosclm.com con "Talentos de nuestra tierra", entrevistando a figuras destacadas de Castilla-La Mancha en ciencia, arte, cultura y deporte.

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