lunes, 20 octubre 2025

Cooperativas CLM propone gestionar tierras en desuso por jubilación como receta para el relevo generacional

Del Real plantea ayuda para compra de maquinaria común y poder reorientar las tierras adquiridas a otros cultivos

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El director general de Cooperativas Agro-alimentarias de Castilla-La Mancha, Juan Miguel del Real, ha propuesto que sean las cooperativas las que se hagan cargo de aquellas tierras y maquinaria en riesgo de caer en desuso por la jubilación de sus titulares y ante el bajo relevo generacional que hay en el sector.

Con un envejecimiento «cada vez más preocupante», ha apuntado a que el 28 % de la masa social del cooperativismo tiene ya más e 65 años; y otro 25 % se sitúa en la franja de edad entre 55 y 65. Haciendo la cuenta, «en diez años, más del 50 % de la base social» estará por encima de la edad de jubilación.

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Pese a ello, «la incorporación de jóvenes a la agricultura y al movimiento cooperativo no tiene un balance positivo y son más los que salen que los que entran».

Y si bien es cierto que se han puesto encima de la mesa medidas de apoyo para la incorporación de jóvenes, «no es suficiente para lograr un balance equilibrado entre entradas y salidas», por lo que el momento actual se antoja «estratégico para tomar decisiones de futuro».

Con este escenario, Del Real señala que el modelo de cooperativas «tiene que cambiar», ya que hasta ahora «se limitaba a recibir el producto de los socios para transformarlo y venderlo», un forma de trabajar que ha funcionado hasta el momento pero que requiere una reforma.

Algo que explica asegurando que, toda vez que la base social de las cooperativas va a empezar a bajar y «puede haber riesgo de que algunas explotaciones queden abandonadas o que pasen a manos de propietarios sin arraigo con el territorio», toca dar «un paso atrás en la cadena agroalimentaria» y que las cooperativas empiecen también a producir.

«Las cooperativas tienen que empezar a ser la respuesta a la necesidad de nuestros socios que por edad ya tienen que abandonar para que esas explotaciones sigan vinculadas a la cooperativa y sea la cooperativa la que las gestione», plantea Del Real, quien considera que son estas entidades las que tienen que hacerse cargo de las tierras que queden desiertas por la salida de sus propietarios. «Tenemos que ser quienes exploten esas tierras para mantener la producción en nuestros pueblos vinculadas a la cooperativa, garantizando que esos efectivos productivos no se deslocalicen y que la cooperativa deje de ser viable».

Todo ello porque las cooperativas se enfrentan al riesgo de que «si bajan en producción de forma notable, porque tierras o explotaciones salen fuera de su ámbito, los números van a empezar a no salir y van a dejar de ser viables».

Un planteamiento que ya ha sido trasladado a las instituciones y que pasa por «poner en marcha un plan para ayudar a las cooperativas a que pongan en marcha secciones de cultivo y explotación en común», de forma que cuando un socio deje de la actividad por jubilación o cese la actividad ya por edad, «la cooperativa sea la primera respuesta a que esa explotación siga cuidándose, siga explotándose, incluso con ayudas para la reconversión».

La propuesta contempla que si las tierras que dejan de tener un gestor están dedicadas a cultivos tradicionales, poco productivos o «con manejos más arcaicos», se pueda reorientar su uso para «revitalizar esas explotaciones» hacia otros cultivos, algo que «ya se está haciendo en otras comunidades autónomas».

«La cooperativa tiene que tomar las riendas de este problema para intentar acoger esas explotaciones que pueden quedar vacías y que ese sea también un enganche para que los jóvenes quieran trabajar esas tierras, porque también los problemas de mano de obra van a ser cada vez mayores», alerta Del Real.

Esta solución permitiría, según su punto de vista, el que aquellos jóvenes que quieran entrar en el sector primario «no tengan que hacer desembolsos importantes en la compra de tierras o maquinaria», ya que la cooperativa sería el «punto de conexión» con ese sector laboral.

Un modelo en el que la cooperativa puede hacerse cargo de «una gestión en común» también a través de maquinaria en común, fortaleciendo el trabajo cooperativizado. Un extremo que, tal y como asegura, ya se contempla en la actual Ley de Cooperativas que rige en Castilla-La Mancha. «No habría ningún problema».

Asegura en este punto que toca «alinear los recursos públicos para que las cooperativas puedan ser beneficiarias de un plan de mejora y reestructuración» de cara a poder comprar maquinaria en común, «algo que ahora no es posible».

Ideas para las que, afirma, la Consejería de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural «es sensible». «Creo que en los próximos meses muchas de las órdenes o convocatorias de ayuda ya van a recoger esta posibilidad, y esto es un proceso de cambio de modelo para adaptarnos a la nueva situación».

EL COOPERATIVISMO, EN BUEN ESTADO DE SALUD

Del Real asegura que, a pesar de las dificultades y las «turbulencias a nivel internacional» en planos como el comercial o el geopolítico, el cooperativismo «tiene buena salud» en Castilla-La Mancha, conformando un modelo empresarial «muy consolidado».

Y es que en la región sigue escalando el número de cooperativas hasta las 550 en primer y segundo grado, erigiéndose como modelo emergente ante el empuje de nuevos sectores como los frutos secos, encabezados por el pistacho, «donde se han creado muchas para vertebrar la producción de este cultivo».

Unas agrupaciones de negocio que suman ya cerca de 158.000 socios, una leve tendencia a la baja «teniendo en cuenta el envejecimiento de la población y las dificultades del relevo generacional», factores que restan número de cooperativistas.

Unos datos que, en todo caso, hacen que casi uno de cada cuatro castellanomanchegos pertenezcan a familias que viven del cooperativismo «de forma directa o indirecta».

Otro de los indicadores que dan pistas de que se va «por el buen camino» es que ya han superado los 2.700 millones de euros de facturación en todo el sector en la región, «con un crecimiento constante a pesar de las crisis y de los problemas económicos».

«Nuestras cooperativas están ganando en valor, sobre todo en exportaciones, un buen síntoma de que la calidad de nuestros productos hace que la demanda internacional esté creciendo», presume Del Real.

Los datos de empleo «también son relevantes y están en crecimiento», con casi 6.700 trabajadores directos en la región «sin contar los que emplean los socios» en campañas de vendimia o aceituna.

Y es que la unión de cooperativas es para el experto «el modelo empresarial que más resistencia ha tenido incluso en momentos de crisis», como ya demostró en 2008, cuando la destrucción de empleo «fue prácticamente inexistente».

Una foto fija en el sector que se repite poniendo el foco solo en la organización a la que representa. Y es que Cooperativas Agro-alimentarias en Castilla-La Mancha, según Del Real, también goza de esa «estabilidad y consolidación del modelo», con cerca de medio centenar de profesionales trabajando y prestando servicios en las cinco provincias de la región.

«Nosotros somos una herramienta al servicio de las cooperativas, en la parte representativa ejerciendo nuestra labor de lobby ante la administración para intentar influir en que las políticas públicas de las distintas consejerías que tienen relación con nosotros hagan legislaciones que se adecuen a nuestros intereses; y organizando servicios para las cooperativas para cubrir sus necesidades empresariales y ayudarles a mejorar en su competitividad», ha explicado.

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