La Fundación Franz Weber ha reclamado este martes evitar que niñas, niños y adolescentes puedan estar presentes durante la corrida de toros y la suelta de vaquillas previstas en Daimiel para los próximos días, donde existen promociones vinculadas a la minoría de edad.
En primer lugar, el acceso gratuito de 0-5 años, permitiendo que bebés contemplen escenas de violencia explícita, además de ofertas dirigidas a menores de 6 a 17 años.
Estas acciones empresariales son evidentemente contrarias a las objeciones formuladas por el Comité de los Derechos del Niño. A ello se suma el consumo continuado en público de bebidas alcohólicas en pleno debate social sobre esta cuestión y un Anteproyecto de Ley presentado por el Ministerio de Sanidad.
De todo ello es corresponsables el Ayuntamiento de Daimiel y la Diputación de Ciudad Real, entidades colaboradoras de las convocatorias taurinas que ignoran de forma deliberada el consenso científico alrededor de la exposición a la violencia y su posterior impacto moral y psicosocial sobre estas mentes en desarrollo incipiente.
Así, recuerdan que en 2018 el Comité pidió al Estado español evitar la participación o presencia de niños y adolescentes en la tauromaquia, con un texto muy claro al respecto:
“Para prevenir los efectos nocivos para los niños del espectáculo de los toros, el Comité recomienda que el Estado parte prohíba la participación de niños menores de 18 años como toreros y como público en espectáculos de tauromaquia.”
En agosto de 2023 año el organismo de expertas y expertos de Naciones Unidas incluyó una referencia en el Comentario General nº 26, en su apartado G) sobre el “Derecho a no sufrir ningún tipo de violencia”:
“Los niños deben ser protegidos de todas las formas de violencia física y psicológica y de la exposición a la violencia, como la violencia doméstica o la infligida a los animales.”
La comunidad científica advierte sobre estas exposiciones
Diferentes especialistas han advertido acerca de la exposición de las personas menores de edad a contenidos violentos, comprobando alteraciones en su comportamiento y midiendo diferentes niveles de agresividad y ansiedad posterior.
Además del evidente riesgo de que el niño sufra angustia e incluso efectos traumáticos originados por la exposición de escenas de agresiones violentas hacia humanos y animales, la exposición a la violencia en la infancia puede contribuir a la normalización de la violencia y fomentar actitudes de aceptación de la agresión.