miércoles, 20 agosto 2025

Nueve siglos, diecisiete pueblos y un reto: El camino de Sigüenza hacia el Patrimonio de la Humanidad

Un proyecto, impulsado desde 2020, combina historia, patrimonio y compromiso institucional en un esfuerzo colectivo que pone en valor la identidad única de la comarca seguntina

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Si coge usted el calendario y empieza a recuperar hojas, una detrás de otra, y cuenta hasta los dos mil días marcha atrás, llegará a la fecha exacta en la que una ciudad estandarte prendió la mecha de un camino que se presumía largo y así lo está siendo. En un mes de enero de 2020 en el que el coronavirus ya existía pero todavía no lo sabíamos, la presentación de los actos con motivo del noveno centenario de la Reconquista de Sigüenza sirvió como escenario para decirle al mundo que la Ciudad del Doncel y toda su comarca iban a ser (y serán) Patrimonio de la Humanidad.

Cinco años y seis meses después, el balance permite, desde el optimismo, asegurar que estamos en el ecuador del camino, y que aún con el horizonte difuminado se van dando pasos firmes. Una vez dentro de la lista indicativa de España, -paso previo y necesario para seguir quemando etapas-, lo único que queda es trabajo que acompañe a la materia prima de un territorio de más de 200 kilómetros cuadrados donde se paró el tiempo en la Edad Media.

Y la excelencia de ese trabajo se garantiza mirando no solo a un Consejo Rector que se iría a la guerra por defender la candidatura, sino gracias a un centenar de expertos aglutinados en un grupo de trabajo que no deja de sacar brillo a un patrimonio que ya lo merece todo. Con esos mimbres y la sólida colaboración institucional a todos los niveles, el horizonte está más cerca.

Lo malo, o lo bueno, quién sabe, es que las reglas del juego las pone la Unesco, y como dueña del balón, puede pincharlo cuando quiera o recoger los trastos para irse a casa. Unas reglas recién cambiadas y que empinan más el camino, obligando a los candidatos a pasar una criba más antes de ponerse guapos para el juicio final. Y en esas estamos, apuntando al próximo año para la primera de las reválidas que tendrá que superar el proyecto.

EL RETO

La chincheta actual en este complicado mapa se sitúa en las coordenadas en las que toda la comarca trabaja en el primero de los expedientes que habrá de pasar el filtro, un majestuoso puzle que espera colocar su última pieza a dos años vista en el más optimista de todos los escenarios.

Un proceso a fuego lento, por convicción primero y por obligación después, porque cuando los 900 años de historia de Sigüenza como epicentro y el resto de la comarca se pongan delante de un jurado, un hipotético ‘no’ podría ser definitivo para cerrar la puerta a esta ambición y alejar la placa que acredita la gloria.

La estrategia del paso a paso se hace ahora necesaria con la seguridad de saberse una de las candidaturas más trabajadas de entre la treintena de propuestas nacionales que también aspiran a colgarse la categoría de Patrimonio Mundial.

Una candidatura con Sigüenza como epicentro a la que se le desparrama el patrimonio y fraguada desde la generosidad más absoluta. Aunque la capital seguntina es la punta de lanza, solo encabeza un postulado para el que se ha arropado de todo lo que le rodea.

NUEVE SIGLOS

La linde de todo este entramado va desde los márgenes del río Dulce hasta los del río Salado, con Sigüenza majestuosa y Atienza centinela. Todo ello conformando un paisaje que paró el tiempo, y que casi fosilizado tiene en su DNI una fecha de nacimiento paralela a la conquista cristiana del siglo XII de todo un territorio.

Congelar el paso de los años ha conseguido que la esencia de toda la zona sea inamovible. Como mosquito en ámbar, ha protegido del paso de los inviernos características propias, conservando una identidad particular que hace posible respirar un siglo detrás de otro en un paseo por las calles de Sigúenza.

No solo de patrimonio vive su riqueza. Lo diverso de su cultura va de la mano de un paisaje natural que no se entendería sin sus fuentes y sus salinas desde Olmeda a Imón; contrapunto salado a la dulce erosión de sus parameras calizas a golpe de manantial que han terminado por dibujar una estampa absolutamente única.

DIECISIETE PUEBLOS

Una ciudad, una villa y quince aldeas. Imón y sus salinas, Matas, Palazuelos, La Barbolla, Carabias y su iglesia del Salvador, Bujalcayado, Cercadillo, Pozancos, Riba de Santiuste y su castillo, Riosalido, Ures, Pelegrina, La Cabrera, Cincovillas y La Olmeda de Jadraque acompañan a Atienza, a su milenaria Caballada, a Sigüenza y a su Catedral en una constelación coral que asiste a los remos de una nave que llegará todo lo lejos que quiera.

Torre de Gazate Airén

Todo este paisaje se hace uno en la paramera de Sigüenza, cosiendo el Sistéma Ibérico con el Central, a modo de ecosistema propio impensable sin la suma de fuerzas de todas sus aldeas.

Mano del hombre y pura naturaleza han convivido hasta hacer de este enclave en nuestra Comunidad Autónoma el mejor de los candidatos para engrosar la lista de méritos regionales para la UNESCO.

Con esta paleta de colores y el mejor de los lienzos, solo falta un pincel que remate la obra maestra. Y cuando ese pincel lo comandan María Jesús Merino desde el Ayuntamiento seguntino; Víctor López-Menchero como asesor de la candidatura; o Antonio Fernández-Galiano como presidente del Consejo Rector, el éxito ya está escrito.

Humberto del Horno
Humberto del Hornohttps://somosclm.com
Humberto del Horno (Cuenca, 1985), licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, llegó en 2011 a la Delegación de Europa Press en Castilla-La Mancha, que dirige desde 2013. Actualmente compagina este cargo con columnas en La Tribuna de Cuenca y El Digital de Albacete, además de colaborar en tertulias de Radio Castilla-La Mancha y en el programa Estando Contigo de la televisión regional.

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