Castilla-La Mancha, con más de medio millón de hectáreas protegidas, cuenta con un valioso patrimonio natural distribuido en parques nacionales y naturales. Sin embargo, en el Día Mundial del Medioambiente, diversas fuentes advierten de un deterioro progresivo en estos espacios, provocado por múltiples factores que ponen en riesgo la biodiversidad y la sostenibilidad de estos entornos.
Uno de los casos más preocupantes es el de las Lagunas de Ruidera, situadas entre las provincias de Albacete y Ciudad Real. Este parque natural sufre desde hace años una alta presión turística, especialmente en época estival, lo que se traduce en contaminación de las aguas, acumulación de residuos y degradación de la vegetación ribereña.
A esto se suma la sobreexplotación del acuífero 24, que afecta directamente al caudal de las lagunas. Además, se han encontrado residuos sumergidos en la Laguna de San Pedro, incluyendo objetos como una estufa, estructuras de construcción y el chasis de un coche.

En la provincia de Guadalajara, el Parque Natural del Alto Tajo también enfrenta amenazas importantes. A la escasez de lluvias y el aumento de las temperaturas se une la expansión de usos intensivos del territorio, como la actividad minera o la explotación forestal en algunas zonas.
Este espacio, de gran valor geológico y ecológico, ve mermada su capacidad de regeneración natural y sufre una creciente fragmentación del hábitat. Además, la construcción de presas y centrales hidroeléctricas ha alterado el régimen hídrico del río Tajo, afectando a la biodiversidad acuática.

Por su parte, el Parque Nacional de Cabañeros, entre Ciudad Real y Toledo, considerado uno de los últimos grandes refugios del bosque mediterráneo, también ha registrado impactos preocupantes.
La prohibición de la caza desde 2020 ha provocado una sobrepoblación de ungulados, como ciervos y jabalíes, que impiden la regeneración natural de la vegetación y alteran el equilibrio ecológico del parque. Esta situación ha llevado a la Comisión Europea a valorar una visita al parque para evaluar los daños causados por la sobrepoblación de estos animales.

Otro enclave afectado es el Parque Natural de la Serranía de Cuenca, donde los episodios de sequía prolongada y el abandono de zonas rurales contribuyen al empobrecimiento del ecosistema y a un mayor riesgo de incendios y erosión del suelo. La falta de recursos para la prevención y extinción de incendios forestales agrava esta problemática.

A pesar de los planes de gestión y protección que existen sobre el papel, muchos de estos espacios sufren una falta crónica de recursos materiales y humanos, lo que limita las labores de vigilancia, mantenimiento y restauración ambiental. Además, algunos parques carecen de un modelo claro de desarrollo sostenible que compatibilice la conservación con el uso público y económico del entorno.
En este contexto, diversas plataformas ciudadanas y expertos en conservación reclaman un mayor compromiso institucional y una planificación más rigurosa para preservar estos espacios naturales, fundamentales no solo por su riqueza ecológica, sino también por su papel en el bienestar y el desarrollo rural de Castilla-La Mancha.