El Ministerio Fiscal ha mantenido su petición de 48 años de cárcel para Sergio Morate Garcés como autor, el 6 de agosto de 2015, de los asesinatos de su exnovia Marina Okarinska, por el que le pide 25 años de prisión, y una amiga de ésta, Laura del Hoyo, por cuya muerte solicita 23 años de privación de libertad para el acusado.
Durante la sexta sesión de la vista oral del juicio que se celebra en la Audiencia Provincial de Cuenca en audiencia pública y con Tribunal del Jurado, la fiscal ha mantenido los cargos contra Morate al entender que dio muerte a Marina Okarinska asfixiándola con una brida después de haberle propinado un fuerte golpe en la parte posterior de la cabeza que la dejó «absolutamente inconsciente» y se produjo «necesariamente de forma sorpresiva».
«No tuvo defensa ninguna y era una muerte pensada, totalmente premeditada y preparada en todos sus extremos», ha agregado, para, a continuación, considerar acreditado que le colocó una brida que le redujo el perímetro de su cuello de 23 a 8 centímetros y que posteriormente cortó, «seguramente porque produce cara de espanto con protusión de ojos y lingual», razón por la cual, «no pudo verle la cara y le colocó una bolsa».
En relación a los actos preparatorios, considera «perfectamente acreditada» la adquisición de cal, así como que el lugar de los enterramientos fue «buscado a propósito» y la presencia en su domicilio de la calle Río Gritos de una bolsa que contenía bolsas de basura comunitarias de las que faltaban solo dos unidades, bridas, cinta americana, cinta adhesiva o un cortafríos.
También la compra de un teléfono móvil cuya tarjeta se activa tres días antes de la comisión de los asesinatos o el hecho de haber pedido prestado su vehículo al dueño del Seat Ibiza rojo en el que habría trasladado los cuerpos hasta el paraje El Bodegón, en el nacimiento del río Huécar a su paso por Palomera.
Según su relato, una vez preparado el escenario y los efectos para acabar con su vida y decidiendo él «el momento», a las 16.50 horas aproximadamente del 6 de agosto de 2015 envía una llamada a Marina instándola a que acudiera a su casa a recoger los enseres que todavía conservaba en ella después de su convivencia con Morate.
A juicio de la fiscal también ha quedado probado que sobre las 17.30 horas de esa jornada, hora aproximada en la que la autopsia data las muertes de ambas, acusado y víctimas se sitúan en el domicilio de Río Gritos, según la señal de los tres móviles, lo que, unido al testimonio de un testigo que localiza a las víctimas a esa hora en ese lugar, lleva al Ministerio Público a considerarlo el lugar de la comisión de ambos delitos, a pesar de que no se hayan encontrado vestigios de la presencia de Laura, porque ambas muertes se produjeron «de forma rápida y sin sangre».
En el caso Marina, Fiscalía entiende que concurre el agravante de alevosía, relación de parentesco y asesinato por razón de género y considera probado que Morate acabó con su vida «como último acto de dominación sobre su persona, en el más horroroso al que se puede llegar».
«No fue un momento de arrebato», ha defendido, para, a continuación, aseverar que la muerte de Marina «estaba perfectamente dibujada en la cabeza de Morate».
Una vez «cumple su deseo», Morate, según la fiscal, trata de impedir que Laura huya, tal y como probarían los desgarros que presentaba su ropa, «compatibles», al igual que las lesiones que presentaba su cuerpo, con un forcejeo en el transcurso del cual recibió un puñetazo en el pómulo izquierdo tras el cual, con sus posibilidades de defensa «claramente disminuidas», fue asesinada por asfixia manual.
Un segundo asesinato que se cometió «para evitar ser descubierto por la comisión de un delito previo». «No era amiga ni enemiga de Sergio Morate, murió porque estaba allí», según el Ministerio Fiscal, que entiende que en este caso también concurre la agravante de abuso de superioridad.
Asimismo, señala a Morate como autor, además de por la presencia de su perfil genético en la boquilla de una garrafa de agua de la Virgen de Lourdes encontrada en el lugar de enterramiento, por la confesión implícita que realizó a su prima A.M. así como su amigo A.E. y, de forma explícita a varios agentes que le acompañaron en su traslado desde Rumanía a España así como a S.H., esposa de su amigo Istvan Horvath, que le habría acogido en Lugoj tras la huida que emprendió hacia Rumanía tras cometer los asesinatos.
Junto a la pena privativa de libertad, el Ministerio Fiscal solicitaba para las víctimas una indemnización superior a los 510.000 euros en concepto de responsabilidad civil.
ACUSACIONES PARTICULARES
Por su parte, la representación procesal de la familia de Marina Okarinska mantiene su petición de 31 años y 3 meses de privación de libertad para Sergio Morate al entender que existen pruebas «contundentes y sólidas» de que el acusado asesinó a su exnovia «de forma premeditada y con alevosía» y que concurren en estos hechos las agravantes de parentesco, asesinato por razón de género y aprovechamiento del lugar.
Tras instar a los jurados a que no pasen «por alto» que Morate se acogió a su derecho a no declarar en la primera sesión de la vista oral, la letrada que ejerce la acusación particular por parte de la familia de Marina ha recordado que ella «no quería recoger sus enseres», pero lo hace «por la insistencia del acusado». «Solo le inspiraba temor», ha advertido, para indicar que, para su exnovio, «Marina era un objeto de propiedad, sentía que era dueño de ella y no la amaba».
En este punto, ha recordado al jurado que había redactado un documento para que, por «si le pasaba algo, Morate no se fuera de rositas» y ha hecho hincapié en que las jóvenes no volvieron a ser vistas a partir de las 17.30 horas del día en que fueron asesinadas y que Morate no comentó «a nadie que se iba a marchar, compatible perfectamente con ese ocultamiento del delito».
En la misma línea, el letrado que representa legalmente a la familia de Laura del Hoyo ha mantenido su petición de 25 años de prisión para Sergio Morate como autor de un asesinato que se produjo para ocultar la comisión de otro hecho delictivo y con las agravantes de abuso de superioridad, de lugar y entendiendo que podría haber también alevosía.
A su entender, era «tal su impulso de matar a Marina que prefirió matarla delante de Laura y luego asesinarla a ella para ocultar el primer asesinato». «En ningún momento se siente arrepentido por el asesinato de Marina, pero a Laura no quiere ni nombrarla porque su visita es sorpresiva y fue una complicación en el intento de asesinar a Marina», ha continuado.
El letrado de la Junta de Comunidades, que ejerce la acusación popular en el caso Morate, se ha adherido a lo manifestado por el Ministerio Público, admitiendo tener la «certeza de que Sergio Morate asesinó a Marina y a Laura».
LA DEFENSA PIDE LA LIBRE ABSOLUCIÓN
Finalmente, el abogado de la defensa ha vuelto a solicitar la libre absolución para su defendido al entender que no existe «ningún signo» que indique la presencia de Laura y Marina en el domicilio de Morate, que, desde el primer registro, «aparecía limpio y ordenado», hecho que sería «incompatible» con el supuesto forcejeo.
Tras no descartar la posibilidad de que, en caso de que se defendido estuviera implicado en los hechos que se le imputan, hubiera cometido un homicidio y no un asesinato sobre Laura al intentar esta ayudar a su amiga, ha considerado que la prueba que acreditó la presencia de ADN de Morate en la boca de la garrafa de agua de Lourdes que aparece a los pies de los cadáveres está «contaminada y genera muchas dudas».
Antes de concluir la sesión, Sergio Morate ha declinado ejercer su derecho a la última palabra con un lacónico «no, no quiero decir nada».