¿Ha sido un suicidio? ¿Un asesinato con arma blanca o de fuego? ¿Una muerte súbita? Una vez ya tienen este tipo de información, Manuel y sus empleados desinfectan toda la vivienda y proceden a limpiarla, sin dejarse un solo rincón, sin errores.
Hace casi once años que Manuel González fundó Limpiezas Traumáticas González en Hellín (Albacete) para ayudar a sus hijos parados. El negocio familiar que nació como una empresa «normal» de limpieza de oficinas, escaleras, bancos o colegios, es ahora un referente nacional en su sector.
Han intervenido en los casos de asesinatos más mediáticos, como el del psicópata que asesinó a una familia en Pioz (Guadalajara) o el crimen de la niña de Vilanova i la Geltrú (Barcelona), pero para ellos, cuenta el fundador en una entrevista telefónica con EFE, «no importa dónde sea o como se llame el caso, todos son una tragedia».
Al ser la primera empresa española de estas características, han trabajado en sucesos de todo tipo. «Nos dedicamos a asear allí donde ha habido un asesinato, un suicidio o donde ha muerto una persona sola, que ocurre mucho», detalla Manuel, que decidió especializarse en el terreno en cuanto vio la existencia de este nicho.
Lo descubrió a raíz de un trabajo «más delicado» que le mandaron los servicios sociales. «Era un hombre mayor que murió desangrado en sierra madrileña. Fue muy desagradable», recuerda. Para ese primer trabajo, no supieron cómo proceder ni tenían conocimiento de los materiales más efectivos, aún así, lo lograron limpiar y a partir de ahí fueron recibiendo más llamadas.
Ahora trabajan en pisos, casas o hoteles, lugar en el que se suicida mucha gente, según el limpiador. Aunque hubo una vez que tuvieron que desplazarse al norte, monte y nieve a través, porque les informaron de un fallecimiento en una caravana.
EL PROTOCOLO
Lo primero es saber cómo se ha producido la muerte y adaptar los equipos a cada escenario. Con la autorización legal para acceder a la vivienda en mano, proceden a desinfectar el ambiente con cañones de ozono y todo tipo de productos químicos.
«Entramos en sitios donde las personas han tenido enfermedades contagiosas, como la covid en su momento», explica Manuel, sin olvidar que la sangre, una vez ha brotado, es un nido de infección, bacterias y virus.
Por ello, pueden llegar a trabajar con trajes EPI, patucos, guantes, mascarillas, gorros y pantallas para tapar el rostro. También es importante colocarse la pomada de menta en la nariz para aliviar los fuertes olores.
«Quitar el olor es una de las peores cosas», confiesa. En un asesinato «se huele mucho a sangre, a hierro», pero cuando se encuentran con una descomposición es totalmente diferente.
Otra de las dificultades a las que se enfrentan los limpiadores son las larvas. «Salen como en procesión», bromea. Actualmente llevan productos químicos que las queman al instante, pero es una labor muy costosa porque se meten, por ejemplo, en las rendijas o en los marcos de las puertas y les obligan a levantar pieza a pieza el inmueble.
«A NOSOTROS NO NOS PREPARA NADIE»
«Nos afecta, claro. ¿Cómo no nos va a afectar?», dice Manuel en relación a su trabajo. «Somos padres, hermanos, hijos… El trabajo de la Policía también es duro, pero a ellos les preparan. A nosotros no nos prepara nadie», expresa.
Quedarse en la puerta horrorizado, vomitar, llorar… En Limpiezas Traumáticas lidian con las peores muertes, pero «alguien tiene que hacerlo».
«Nos empuja, lo primero, la motivación y porque ya somos unos grandes profesionales. Somos muy cuidadosos y damos mucha tranquilidad a las familias», asegura Manuel. Cuando, por ejemplo, deben sacar un colchón manchado con sangre, se detienen a embalarlo y precintarlo para que esa madre o padre «no sufra más ni vea nada más».
LA COMUNIDAD DE VECINOS O LOS JUZGADOS COMO CLIENTES
Cuando una persona muere y no tiene familiares cercanos, muchas veces es la propia comunidad de vecinos la que se hace cargo de los costes de la limpieza.
«Les interesa limpiar eso cuanto antes y que no brote, porque se pueden meter los bichos por las tuberías e ir a los demás pisos», explica Manuel. Por eso, deben tener una precisión milimétrica y no cometer errores.
Otras veces el juzgado es el que se hace cargo, aunque luego lo reclama a quién le corresponda.
¿Y el asesino, podría llamarles? El empresario cuenta que una vez les llamó la autora del crimen e incluso limpiaron frente a ella. «Me sorprendió que se quedara, le dije ‘me sabe mal que esté limpiando la sangre de tu madre’. Luego nos enteramos que era ella la asesina», recuerda.
De todas maneras, Manuel asegura que no es habitual y en cuanto detecta un comportamiento extraño en el cliente se pone en contacto con las autoridades.
AUMENTO DE MUERTES POR ABANDONO
Según han detectado en Limpiezas Traumáticas, este verano se ha producido un aumento considerable de muertes desatendidas, de gente mayor que muere sola en su casa.
«Asesinatos y suicidios hay todos los días. Lo que no sale en televisión es la tantísima gente mayor que está muriendo sola, se quedan muertas en la cama, en el sofá y eso sí que me duele mucho», declara.