Mañana será la decimosegunda ocasión, después de la transición, en la que los españoles acudiremos a las urnas a depositar nuestro voto para elegir quien nos represente en nuestros ayuntamientos, y será una menos para la elección de los representantes autonómicos.
Esta última campaña ha sido un tanto extraña, con un ambiente muy viciado a nivel nacional, y con unos medios de comunicación bastante incendiarios que, en muchos momentos, nos han hecho olvidar que estamos ante unas elecciones locales y autonómicas, ya que los lideres políticos nacionales han situado el debate más en el estado de la nación que en lo realmente importante ahora, que es el ámbito local, por lo que ese debate no venía a cuento. Los problemas de cada municipio, en muchos casos son opuestos a los de la ciudad o pueblo vecinos, y sacarlos de su contexto hacen flaco favor a todos los candidatos municipales.
Esta campaña también ha sacado a relucir una pequeña fuga de nuestro sistema democrático, y se han descubierto tramas de corrupción con compra de votos. El sistema de voto por correo tiene cierta complejidad cuya finalidad es impedir el fraude, sin embargo en este entramado se ha colado un “espite”, ya que cualquier persona autorizada por el titular puede enviar el voto por correo. Aunque siempre han existido unos trucos que se usaban (y se usan) de forma continuada. El patriarca familiar que les da el sobre con el voto a su esposa y sus ancianos padres, las monjitas de la residencia que llevan a todos los ancianos a votar con el sobre en la mano, el padre o tutor de un discapacitado intelectual que hace lo mismo, etc. Según unos estudios recientes, en España entre el 3 y el 4 % de los votos emitidos por los ciudadanos en unas elecciones no son votos conscientes y consentidos. Por nuestra salud democrática tendríamos que creer que ese porcentaje no va entero a una sola formación política.
Las campañas electorales suelen traernos un clima bélico extremo, algo que no es muy saludable, porque ese clima nos contagia de cierta vehemencia sectaria, y entramos en esa guerra contra nuestros vecinos, los cuales tienen los mismos intereses que nosotros. Por lo tanto, además de no ser democrático entrar en esas guerras, tampoco es saludable, ya que la auténtica política es la que nos afecta directamente, es decir, la política municipal. De hecho la palabra política viene del griego clásico, y significa literalmente “Asuntos de la ciudad”.
Después de toda esta guerra llegamos a la jornada de reflexión, y quizá los tiempos no estén bien medidos en este tema, Creo que, aunque parezca una locura, tendríamos que invertir la ecuación y tener un día de campaña electoral y quince de reflexión. No obstante nuestras reflexiones hoy deberían ir en torno a algo que hemos olvidado, que es el significado de unas elecciones en las que todos (todas y todes) los mayores de edad podemos participar y decidir quién queremos que se ocupe de nuestros asuntos de la “Polis”. Tendríamos que reflexionar sobre una palabra muy denigrada, pero que sigue siendo fundamental, hablo de la LIBERTAD (la pongo en mayúsculas, porque no es sólo una palabra, sino un concepto fundamental)
El auténtico fin del ser humano es la libertad. Éste concepto apuntado por Aristóteles y por Santo Tomás de Aquino, y más tarde por los filósofos de la ilustración, puede confundir a muchos, ya que lo primero que todo el mundo piensa es en la felicidad como fin último. Sin embargo el único camino hacia la felicidad, cómo concepto abstracto, es la libertad. Libertad para elegir, libertad para decidir, libertad de movimientos, de pensamientos y de obras, y lo más importante: Libertad para que no nos condicionen las opiniones de los demás.
La libertad no se puede comprar, de hecho la mayoría de las personas que tienen mucho dinero son esclavos del mismo. Todo está montado para esclavizarnos, la educación, el trabajo, el amor, la familia, y hasta las amistades, y a veces ciertos conceptos que pensamos que son liberadores, suelen esclavizarnos más.
En los campos de concentración nazis había letreros que decían: «El trabajo os hará libres», algo parecido ocurría en Los llamados «campos de reeducación» soviéticos. El trabajo para millones y millones de personas es lo que más les esclaviza, pero en realidad hasta el ocio nos esclaviza. La libertad es un estado de ánimo, y una opción de vida, la primera liberación está en nuestra mente, cuando decidimos que nuestra forma de actuar libremente pueda ser molesta para muchas personas (incluido el poder) no debemos olvidar que es nuestro derecho más inalienable, y aunque siempre intenten limitar nuestra libertad de expresión, de manifestar nuestra voluntad y expresar nuestras ideas, algo que nadie podrá quitarnos es la libertad de pensar y decidir por nuestra cuenta, eso es algo que no debemos olvidar nunca.