Dice la RAE que la austeridad es la «mortificación de los sentidos y las pasiones» asà que ¿quién querrÃa ser austero? Aunque tal vez la pregunta interesante sea ¿quién podrÃa serlo? A la austeridad no la quiere nadie. Un ejemplo: esta época de inflación nos trae, a diario, testimonios de personas que sufren para llegar a fin de mes. Preguntadas por las próximas navidades, algunas de ellas afirman que gastarán lo que haya que gastar, agotando los ahorros si es necesario.
Este tipo de conductas, más frecuentes de lo que parece, hacen pensar a cualquiera, más aún a quienes nos dedicamos a enseñar EconomÃa ¿Qué lleva a una persona, inmersa en una situación financiera delicada, a dilapidar el poco dinero del que dispone en una semana de celebraciones, sabiendo que, a la vuelta de la esquina, su situación será aún peor?
Tal vez ahora sea más difÃcil ser austero. Para empezar, casi nadie lo es, asà que carecemos de modelos a seguir. En segundo lugar, preferimos la satisfacción inmediata a la inversión. De hecho, esta última implica un sacrificio presente, algo totalmente contrario a la primera. Tercero, no somos, en todo momento, racionales. Si lo fuéramos, serÃamos capaces de enfrentar el placer efÃmero del consumo presente con la angustia de una cuesta de enero mucho más empinada de lo normal. Cuarto, cuando la vida nos da la espalda, haciéndonos desgraciados, encontramos cierto regusto en darle un momentáneo corte de mangas, mientras nos autoconvencemos de que valemos mucho más que lo que este mercado dice de nosotros, a pesar de sucumbir a sus cantos de sirena. Consumimos en el mismo lodazal que nos acorrala. Quinto, cada dÃa que pasa parece que hay más opciones en las que gastar nuestro dinero. Más y más, cada dÃa más. No nos dejan tranquilos. No hay sitio para la austeridad.
Podemos alquilar un móvil de gama alta si nuestra renta no nos alcanza para comprarlo ¿Por qué cocinar si tenemos la posibilidad de que nos lo traigan hecho? ¿Salir a comprar hielo a la gasolinera? No. También nos lo traen ¿Cambiar la televisión por otra más grande? Es posible si usas una tarjeta «revolving» ¿Adelantarte al Black Friday porque sÃ? Eche un vistazo al pasado: nunca antes habÃamos disfrutado de tal cantidad de (malos) servicios. Lo quiero, ahora, aquà y listo para consumir (que no invertir).
La austeridad está reñida con los servicios de bajo valor añadido. La austeridad, que es la prima hermana de la frugalidad, está emparentada, también, con la inversión, el sacrificio, el futuro y la productividad. Cosas que, a la postre, generan riqueza y la posibilidad de ofrecer servicios (intangibles) de mayor valor. Hablamos de aquellos relacionados con la asesorÃa, la calidad, la investigación y la innovación que conduce a la mejora de los productos que diseñamos. No espere salir de la precariedad a base de servicios precarios cuyo valor se disipará tras una simple digestión o un cambio de ánimo. Esos servicios que antes no existÃan porque, antes, lo hacÃa usted mismo.
Son malas noticias. Esta suerte de cÃrculo vicioso (consumimos servicios de bajo valor, trabajando al mismo tiempo para ellos) gira tan rápido que la austeridad no puede romperlo. La austeridad ha muerto.