miércoles, 20 noviembre, 2024

«El teatro, reflejo de lo que somos», por Ana Muñoz

Artículo de la viceconsejera de Cultura y Deportes, Ana Muñoz, con motivo del Día Mundial del Teatro, 27 de marzo

Si hiciĂ©ramos una lista con aquellas experiencias que mĂĄs nos han enseñado en la vida, estoy convencida de que todos y todas incluirĂ­amos casi lo mismo: alegrĂ­as y penas, risas y lĂĄgrimas, amores y desengaños, rabia y esperanza, sueños y realidades
 Y es que eso es la vida, y una de las artes que mĂĄs reflejan la vida son las artes escĂ©nicas, especialmente el teatro. Por eso, quien pisa un teatro, vuelve. ÂżPor quĂ© nos gusta? Porque nos buscamos a nosotros mismos, buscamos esas experiencias que habrĂ­amos escrito en la lista y buscamos en Ă©l las historias de Shakespeare o CalderĂłn, de MoliĂšre o Lorca, de Becket o Lope, de ChĂ©jov o Nieva


            Hoy es el DĂ­a Mundial del Teatro, un dĂ­a para celebrar tantas historias en la Historia. No es un dĂ­a para reivindicar su importancia, porque serĂ­a como reivindicar el valor del oro, no hace falta. Su valor ya lo ha demostrado el tiempo. Este Ășltimo año ha sido complicado para las artes escĂ©nicas y otros espectĂĄculos, sin embargo, el teatro siempre ha sabido resurgir, ya fuera tras prohibiciones totales o censuras, guerras, crisis econĂłmicas o, como sucede actualmente, esta larga crisis sanitaria.

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El teatro no va a morir, no lo hizo —y algunos lo auguraban— cuando se expandió el cine o cuando nació la televisión, y no lo hará ahora. El teatro nació con el ser humano y nos hizo humanos, nos ayudó a ser creativos y gracias a esa creatividad hemos superado tantos y tantos obstáculos. El teatro es nuestro espejo moral y social, es el reflejo de lo que somos y en lo que nos transformamos. Nadie que quisiera mejorar se desharía de los espejos en los que se refleja, y la sociedad no va a deshacerse de lo que nos hace engrandecernos.

            El teatro vive, por suerte —y por desgracia, ahora—, de la reuniĂłn, del cuerpo a cuerpo, de la presencia y la voz y el grito, y de la catarsis colectiva en la que el espectador desea compartir la experiencia con quienes la han vivido. ParadĂłjicamente, lo que lo convierte en especial es lo mismo que aquello que lo hace arriesgado.

VendrĂĄn otros dĂ­as mĂĄs fructĂ­feros y, quienes amamos el teatro, regresaremos, lo alentaremos y los festejaremos, volveremos a las alegrĂ­as y penas, risas y lĂĄgrimas, amores y desengaños, rabia y esperanza, sueños y realidades
 Incluso viviremos obras sobre la pandemia, sobre el virus, sobre la crisis y sobre el resurgimiento del teatro, y serĂĄ Ă©l quien nos enseñé quĂ© hemos aprendido de toda esta situaciĂłn. El teatro, estoy segura, lo heredarĂĄn las prĂłximas generaciones, a nosotros y nosotras nos toca protegerlo y trasmitĂ­rselo.

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