Cuántos cumpleaños estamos teniendo que conformarnos con contemplar desde lejos, todos y todas, durante estos meses en los que la distancia es la gran protagonista. Imaginando los abrazos, los brindis, los aplausos de otros tiempos (no tan lejanos como ahora nos parecen). Aniversarios de seres queridos; de momentos relevantes; de lugares únicos… como lo es, sin duda, éste.
El Ateneo Albacetense alcanza hoy los 140 años. Sin duda, más de una vida al servicio de la ‘Cultura’, el ‘Arte’, las ‘Humanidades’, las ‘Ciencias’, el ‘Ocio’, la ‘Gastronomía’ pero, sobre todo, de la ‘Liberad’ y la ‘Tolerancia’. Casi duele, especialmente en un día como éste, pasear por el 10 de la calle Feria y ver esas palabras luciendo en una pancarta sobre sus puertas cerradas.
En 1880 se abrieron por primera vez (en el 8 de la calle Zapateros), sentando en esta tierra las bases de su ya entonces fuerte espíritu ‘ateneísta’ que la llevó a ser de las primeras del país (junto con Madrid, Barcelona o Valencia) que creaba su Ateneo: escenario para genios y referentes que, en él, han sentado cátedra.
Desde entonces ha sido testigo, directo e imprescindible, del propio tiempo. Analista e impulsor de cuanto ha ido aconteciendo porque, además de haber recibido a personalidades que han ido desde presidentes del Gobierno (como José Canalejas) a Unamuno, pasando por la condesa de Pardo Bazán o el Premio Nobel Jacinto Benavente, ha dado voz a quienes no solían tenerla (pero siempre han tenido tanto que decir), haciendo de Albacete una tierra orgullosa de ser, en su Ateneo, semilla de independencia, pluralidad, participación y democracia, en cada paso de la historia.
Hoy, parado frente a la sobriedad de su fachada, soy más consciente que nunca de la inmensidad que abarca su sólo nombre. Cierro los ojos y parece que subo, a paso tranquilo, por su impresionante escalera, poniendo firme mi mano sobre esa barandilla que es una auténtica joya, desafiando con la imaginación ese ‘no tocar’ que ahora puebla todo aquello que miramos; mientras, me voy deleitando con los cuadros (pura historia), hasta llegar a esa biblioteca ‘auténtica’, que huele a libros y a madera, donde parece que ahora mismo estoy viendo al que ya durante 34 años viene siendo su comprometido y vehemente presidente, Tomás Mancebo, leyendo un día más la prensa. La misma en la que, hace pocas semanas, él mismo nos contaba que el Ateneo echaba el cierre por la pandemia, momentáneamente.
Que así sea, momentáneamente, es lo que le deseo al Ateneo Albacetense en su 140 cumpleaños; y le ofrezco el compromiso, como presidente de la Diputación, de hacer cuanto esté en mi mano para lograrlo. Hubo antes otros momentos complicados, otros hitos, y las Administraciones y la sociedad se unieron en torno a su Ateneo para apoyarlo, preservando siempre esa independencia que hace de él un lugar imprescindible. Se hizo en los ‘80 cuando se le procuró, con unión, la que ahora es ‘su casa’. Y, a buen seguro, lo volveremos hacer si es necesario, porque dejar que la coyuntura (la pandemia) acabe enterrando en el olvido y haciendo permanente este cierre, sería un error que se llevaría consigo parte del alma misma de esta tierra.
Ahora más que nunca, la sociedad precisa de lugares como el Ateneo Albacetense que, en el frenesí de un ritmo que devora y nos devora, sigan invitando a la pausa, al momento, a la reflexión; que hagan preguntas y sean foco de respuestas; que tengan el respeto como dogma y la libertad como fin; que cultiven el saber y el arte… pero también las ilusiones.
Que este paréntesis sirva para protegerlo y para relanzarlo. Albacete le espera.
Feliz CXL aniversario, Ateneo. Y que cumplas (estoy seguro de ello) muchos más.
Santi Cabañero
presidente de la Diputación Provincial de Albacete