El acusado de matar a su padre con una navaja en su vivienda de Socuéllamos en mayo de 2019 ha declarado su arrepentimiento y ha pedido perdón a sus hermanos este miércoles al finalizar el juicio con jurado popular que se ha celebrado en la Audiencia Provincial de Ciudad Real.
Mediante la lectura de una nota que ha sacado de su bolsillo, el acusado ha hecho uso de su derecho a la última palabra. Unas letras en las que ha expresado su deseo de pedir perdón a la sala y al magistrado y ha justificado que su intervención sea mediante la lectura de un escrito porque le «cuesta recordar». Ha explicado que tiene 44 años y el lunes día 13 de mayo de 2019 cometió un delito «sin querer» quitándole la vida a su padre «de madrugada» porque iba bebido y drogado y «no sabía lo que estaba haciendo».
Ha añadido que ahora se «arrepiente mucho» de lo que le hizo a su padre y ha mostrado su deseo de que sus hermanos le perdonen.
LAS CAPACIDADES, ALTERADADAS PARCIALMENTE
Previamente los peritos han asegurado que el estado mental y las sustancias consumidas alteraron parcialmente la capacidad del acusado de matar a su padre con una navaja en su vivienda de Socuéllamos en mayo de 2019.
«Sus capacidades volitivas estaban parcialmente alteradas tanto por el retraso mental que padece, como por el consumo de alcohol y cocaína», ha afirmado este miércoles uno de los forenses que examinó al acusado tras los hechos.
Ha explicado que no ha presentado «delirios o autoinculpaciones imaginarias» y que distingue el bien del mal, pero por sus condiciones mentales, unidas a las sustancias que consumió en el momento, no comprende las consecuencias reales de lo que sucedía.
De hecho, ha añadido que el acusado le confesó que huyó porque creía que su padre le iba a regañar. Esto demuestra que «no es consciente de lo que realmente ha pasado», ha concluido.
Respecto al examen físico, el acusado presentaba erosiones en la nariz, rotura parcial de una uña, contusiones en un dedo y varias heridas leves en las manos compatibles con lesiones defensivas.
También tenía una luxación en el hombre derecho y una lesión en una de las rodillas, que según ha explicado uno de los peritos que han declarado, el propio acusado les confesó como causa de ambas el haberse caído por una escalera en su huída.
Respecto al fallecido, los forenses han determinado que solo la herida del cuello en la que estaba clavado el cuchillo fue la causante de la muerte ya que afecto a arterias y venas que le produjeron «una muerte rápida». Una herida que se produjo en el contexto de un forcejeo. El resto «eran tan superficiales que no hubieran necesitado sutura», han afirmado.
Han descrito que las heridas del cuello son producidas por un arma blanca y las de la cara compatibles con golpes y arañazos. También han concluido que la muerte se produjo en el suelo y no en la cama como determinó el acusado. Algo que los forenses han basado en la disposición de las manchas de sangre encontradas en el lugar de los hechos.
PRUEBAS DE LA DEFENSA
En la sesión también se han presentado varias pruebas a propuesta de la defensa para argumentar su tesis. Por un lado el análisis toxicológico de un pelo del acusado que ha revelado el consumo repetido de cocaína en los últimos seis o siete meses anteriores al corte del cabello para la muestra. Un consumo que según estos análisis estaba asociado al de alcohol.
También ha presentado como prueba el testimonio del amigo que estuvo con el acusado las horas previas, y que ha venido a corroborar el relato que hizo el acusado en la primera sesión ahondando en la mala relación existente entre padre e hijo, en la preocupación del hijo por su falta de trabajo y la situación que había en su casa. «Nunca dijo nada de matar a su padre. Lo único que quería es irse de esa casa porque no podía vivir con él», ha aseverado ante la sala.
CONCLUSIONES
En sus conclusiones finales la fiscal se ha mantenido en la petición de una pena de 13 años y seis meses de cárcel por la presunta comisión de un delito de homicidio doloso en el que concurre el atenuante de trastorno mental y los agravantes de parentesco y abuso de superioridad.
Ha defendido que han quedado demostradas sus tesis argumentándolas punto por punto ante la sala y ha querido recordar que pese a la visión que ha pretendido dar la defensa sobre el acusado, la única víctima de esta historia es el fallecido.
Ha alegado que el maltrato que se ha asegurado desde la defensa «no se ha visto corroborado» y que lo que entiende es que la víctima era un padre de familia que era consciente de los problemas de su hijo y que lo que quería «era meterlo en vereda, buscaba su bien».
Por lo que para la fiscal, «la retahíla» de excusas de la defensa no justifica lo que ha hecho el acusado, «matar a una persona».
Así, ha manifestado que la pretensión de esta parte es que se haga justicia porque ha matado a su padre y un padre «tiene el derecho de recibir el respeto de su hijo» por lo que por esta condición de familiar directo tiene que provocar «un reproche especial de transmitir a la sociedad que esto no se puede permitir», ha concluido.
Por su parte, la defensa pide diez años, o lo que la sala considere con la aplicación de cuatro atenuantes: retraso mental, alcohol y drogas, arrepentimiento y arrebato u obcecación haciendo modificaciones en la responsabilidad penal con respecto a sus conclusiones provisionales.
Ha solicitado al jurado que se tengan en cuenta todos estos atenuantes que, en su opinión, han quedado demostrados durante el juicio, entendiendo que se dio un «cóctel de circunstancias», «una tormenta perfecta» y que de lo contrario su defendido «jamás se hubiera atrevido a matar». Finalmente también ha pedido el voto negativo al agravante de superioridad al considerar que no ha quedado demostrado.