Que en estas fechas tan entrañables tengamos a bien abrir nuestros corazones mostrando así un talante más generoso, positivo e ilusionante es algo que podemos constatar tanto dentro de nosotros mismos como en aquellas personas con quienes compartimos estos días; como si nuestros sentimientos cobraran mayor sensibilidad ante escenarios que durante el resto del año permanecen ausentes o quizá lejanos dentro de la cotidianidad. Desde desearnos ¡felices fiestas! a comprometernos con causas solidarias promovidas desde muy distintos ámbitos, todas ellas con la intención de posibilitar el bienestar a quienes carecen de recursos necesarios en sus vidas. Son las trazas de ese fogonazo que la Navidad produce en la conciencia de todas las personas de buena voluntad, respuestas generosas que sacan a la luz lo mejor de nuestra naturaleza humana. El admirable Misterio del Nacimiento del Hijo de Dios incide, se hace presente de manera cósica, más o menos explícita, consciente y profunda en el universo y que a decir de Teilhard de Chardin son obra del Cristo Cósmico.
Abrir nuestros corazones supone dejarnos invadir tanto por las muy distintas realidades existentes como los múltiples reclamos que en estas fechas nos rodean. Realidades y reclamos, es ahí donde comienza la disyuntiva a la hora de elegir entre qué o a quienes queremos dejar entrar en nuestro interior. Así podemos optar por llenarnos exclusivamente de cosas más o menos necesarias hasta atestarlo, no dejando sitio para nada y nadie más…o percibiendo las crudas realidades de aquellas personas con las que nos cruzamos a diario y nos parecen tan distintas, recibirlas y acogerlas como hermanos con quienes deseamos compartir los dones y bienes de la Creación y el Amor que nos trae un Niño nacido en un pesebre allá en Belén.
Porque la Navidad es la antítesis de una fiesta focalizada y reducida al lujo, frivolidad, derroche y consumismo. Porque la Navidad no es una fiesta limitada a mostrar la solidaridad humana, hermosa palabra que en estas fechas siendo el reclamo más utilizado para iniciativas altruistas, sin embargo presenta un significado insuficiente. La Navidad es la gran Fiesta cristiana de la fraternidad universal. Fraternidad, esta es la palabra que la define en toda su auténtica dimensión. No llegar a captarla, supone dejar de saborear el precioso significado de un Hecho único e irrepetible de nuestra Historia: Dios se hace uno de los nuestros, uno más de nosotros por amor, puro amor.
Abrir nuestros corazones y acoger…es nuestro lema para estas Navidades, la hoja de ruta para todos los días del año en Cáritas Diocesana de Ciudad Real. Acoger significa procurar que las vidas de nuestros hermanos más desfavorecidos entren en las nuestras de manera amorosa acompañándolas desde el respeto a su libertad y dignidad como personas y con la delicadeza que trasmite este Niño que vuelve a nacer durante estos días en todos los lugares de la Tierra.
“Abre tu corazón y acoge” así tu vida estará llena de sentido.
¡Feliz Navidad!