«La buena educación», por Carmen Picazo

Artículo de opinión de Carmen Picazo, portavoz de Ciudadanos en las Cortes de Castilla-La Mancha

Hoy, 22 de noviembre, celebramos el Día de la Enseñanza. Es la mejor ocasión -de hecho, cualquiera es buena- para reflexionar sobre la vital importancia de la educación en la configuración de la sociedad que viene. De la Castilla-La Mancha y la España que vienen. Y es que no se trata de un asunto más, sino de un aspecto esencial por cuanto la formación de los niños y jóvenes de hoy determinará, en gran medida, la calidad de la sociedad de mañana. Y no es un tópico, sino una realidad a la que debemos prestar la debida atención.

La verdad es que España ha naufragado durante años en este sentido, anotándose algunos de los peores datos de Europa en materia de fracaso escolar y abandono temprano. Ahí están los datos. Más allá de los análisis de los expertos, no hace falta ser un lince para entender que los continuos cambios de modelos educativos en función de quién fuera el partido que ocupara su turno en la Moncloa, si PP o PSOE, o PSOE o PP, han sido un lastre para la formación de nuestros hijos, en el sucesivo encadenamiento de leyes educativas a cuál peor.

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Por eso, desde que inició su proceso de expansión nacional, Ciudadanos viene defendiendo como asunto de máxima prioridad la firma de un gran Pacto de Estado para la Educación. Entendemos que nuestro país necesita un amplio acuerdo asentado en un consenso lo más amplio posible, con el objetivo de que España nunca más configure su modelo educativo en función de los intereses o los sesgos ideológicos de cada partido, sino en base a criterios estrictamente profesionales y contando con la voz de todos los estamentos de la comunidad educativa. Un modelo educativo de todos y para todos, algo que nunca se ha conseguido poner en marcha en nuestro país no por ninguna maldición divina, sino a causa del empeño de los viejos partidos en colocar sus filias y sus fobias por encima del “interés general”, ese concepto tan manido, pero tan pocas veces atendido.

Y si trabajar a nivel nacional es prioritario, no hace falta señalar la peculiaridad de Castilla-La Mancha, habida cuenta de que nuestra región es la segunda de España con peores índices de fracaso y abandono escolar. Urge poner en marcha medidas. No parches, sino reformas profundas que solo podrán tener un efecto realmente notable si trabajamos juntos. Gobierno y oposición. Insisto en que, más allá de nuestras legítimas diferencias, aquí tenemos que sumar esfuerzos. Francamente, nuestros hijos no nos perdonarían que no seamos capaces de aunar voluntades en una materia tan transversal como la educación.

Hoy también es la mejor ocasión para reivindicar el derecho de los padres a elegir el modelo que quieran para la educación de sus hijos, pudiendo escoger en libertad entre pública, privada o concertada. Por más que la ministra de Educación en funciones, Isabel Celaá, para contentar al ala radical del nuevo Gobierno en ciernes, diga lo contrario, la Constitución sí garantiza la libertad de enseñanza. Su apartado 3 dice textualmente: “Los poderes públicos garantizarán el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones”. Además, su apartado 6 añade: “Se reconoce a las personas físicas y jurídicas la libertad de creación de centros docentes, dentro del respeto a los principios constitucionales”. Nada que añadir, más que subrayar que sin libertad no hay educación, y sin educación no hay libertad. Qué obsesión enfermiza tienen algunos por dividir a la sociedad en dos mitades a costa del asunto que sea.

Por último, quiero hacer un elogio público, sincero y absolutamente merecido a los docentes de nuestra región, esos que ponen toda su formación, su talento y su esfuerzo al servicio de la formación académica de nuestros niños y jóvenes. Esos que motivan e inspiran, verdaderos ejemplos de vocación y generosidad.

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Escribió Antonio Machado que “en cuestiones de cultura y de saber, solo se pierde lo que se guarda; y solo se gana lo que se da”. Nuestros maestros y profesores bien merecen un tratamiento acorde con la autoridad moral que encarnan, como sucede en países de nuestro entorno, con resultados envidiables.

En definitiva, trabajemos juntos. No hay otra opción. Dejemos a un lado lo que nos divide y, al menos en materia educativa, pongamos por delante lo que nos une. Más división y más partidismo será más plomo sobre las alas del talento de nuestros hijos. No hay tiempo que perder. Sumemos voluntad y fuerza, tengamos visión de futuro y estemos a la altura de lo que nuestra sociedad merece. Por el verdadero progreso. Por España. Por la buena educación.

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