Tamajón ha vuelto a reunirse al calor de la matanza. El local municipal de la calle de Enmedio, “una de las obras más bonitas y prácticas que hemos hecho en los últimos años, porque es donde se reúne el pueblo, generalmente al calor del fuego y de una buena comida y posterior conversación”, dice Eugenio Esteban, alcalde de Tamajón, se ha abierto de par en par para agalloneros de todas las edades a lo largo de todo el fin de semana, especialmente por este motivo.
El pasado jueves, día 7 de diciembre, mientras niños y jóvenes disfrutaban del salón de juegos contiguo, al tiempo que se iban contagiando de la magia de las tradiciones locales, el gran espacio rústico, con chimenea, se iba llenando al reclamo de la hermosa costumbre de nuestros pueblos que es la fiesta de la matanza.
A primera hora de la tarde, comenzaba el despiece y picado de la carne cerdo, así como la preparación de la base necesaria para la posterior elaboración de migas y gachas. Cada uno de los participantes agalloneros, aportaba su mejor destreza, como ocurría en las matanzas de antaño.
El Ayuntamiento, en estos años de uso desde la apertura del local, en 2015, ha ido completando la instalación haciendo acopio de los enseres necesarios para la preparación de esta fiesta popular, cada año más concurrida y siempre entrañable. Así, y mientras unos se afanaban en despiezar el cerdo, otros, como el propio alcalde, preparaban la cena de la noche, a base de sopas de matanza y fritanga. Las sopas de matanza son una de las señas de identidad de la cocina local. Están hechas con el hígado del cerdo como principal aporte de sabor.
Al final de la jornada del jueves, toda la carne quedó picada. Trabajo del viernes fue adobar la carne. Para hacerlo, el Area de Tamajón, que conserva el secreto de la forma de embutir de la familia, tradicionales comerciantes de la comarca, cedió los kilos necesarios de aliño. Para comer ese día, unas suculentas patatas guisadas con costillas, y somarros a la brasa. Y para cenar, morcilla, papadas y pancetas.
Por último, ayer, sábado, día 9 de diciembre, se embutió el chorizo. Para comer los agalloneros degustaron judión de la sierra con morro, manitas, careta, y verduras. En la cena, una exquisitez que, en este caso, no era propia de aquellos tiempos: riñones al jerez.
“Procuramos reproducir lo que era la matanza. Y aunque ya no es lo mismo que antes, cuando todas las familias la hacían por necesidad y conveniencia del año rural, rescatamos lo principal, el buen ambiente y la armonía. Así hemos pasado tres días con la gente del pueblo en los que cada uno aporta lo que puede, y en el que recordamos nuestra forma de cocinar”, termina el alcalde. A lo largo de los tres días, han participado de la fiesta en torno a un centenar de personas.