Mondema Artesanos de Tomelloso es una empresa dedicada a la fina labor de la restauración de objetos con una gran cantidad de años a sus espaldas. Juan Carlos Jiménez es el responsable de que en Mondema Artesanos lo primero es el buen trato de los objetos a restaurar y, por encima de ello, la perfección en los materiales que tratan.
30 años lleva esta empresa desarrollando un servicio carpintería, ebanistería y restauración de los cuales Juan Carlos lleva trabajando los últimos veinte, desde 1998. Él se define como carpintero de profesión pero algo tiene la restauración que entusiasma a Jiménez. “Los muebles antiguos su restauración y las antigüedades me gusta mucho. Ir cogiendo, comprando, cambiando pero ya llega un momento que tanta cantidad de objetos no sabes qué hacer con ellos”.
“Si por mí fuera yo me dedicaba a restaurar pero no se puede vivir de restaurar profesionalmente”, nos decía Juan Carlos. Cierto es que las manos de Juan Carlos testificaban a la perfección el esfuerzo que lleva convertir en algo único un objeto que perfectamente podría estar en la basura o en un vertedero. También destacaba que en Madrid si se puede vivir de la restauración “porque la gente allí sabe lo que quiere y a por lo que va, sea cual sea el precio, aquí es más difícil”, aseveraba Juan Carlos.
Muchos de los objetos que tiene en su taller son comprados como por ejemplo puertas de casas que ya iban a ir al vertedero, otras objetos son recogidos de este o de casas a las que va a trabajar y los dueños donan porque no les van a dar utilidad.
‘SUCURSALES ORFÉBRES’
Todos los productos que tiene en su tienda son de gente que está acreditada por la Junta de Comunidades con el carné de artesano. “La idea era poner varias tiendas donde poder adquirir estos productos, como si fuera un sello acreditado, pero al final se hicieron dos o tres. Muchos proyectos de la Junta se empiezan pero muchas veces no se le da el valor y la publicidad que se merece”.
Por último también afirmaba que asesoran en la restauración, “el que sabe lo que es restaurar o ha intentado restaurar es el que intenta y sabe valorar el esfuerzo y el trabajo que llevan estas cosas”, finalizaba Juan Carlos. Maquinas de escribir, muebles, candelabros, cestas de mimbre… Un sinfín de objetos las que pasan por las manos de un restaurador, un trabajo del que solo se ve el resultado final pero que lleva un trabajo titánico detrás. Al fin y al cabo las manos son un fiel reflejo del entusiasmo que pone nuestro protagonista en sus trabajos, menos vistosas que, por ejemplo, las de un pianista, pero igual de efectivas.