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Un remanso de calma en Toledo: las Lagunas de Villafranca, un rincón para perderse y refrescarse

Cuando el calor aprieta y la rutina pesa, pocos lugares invitan a la desconexión como las Lagunas de Villafranca de los Caballeros, en pleno corazón de la provincia de Toledo. Este verano, sus aguas vuelven a ser una de las zonas de baño oficiales de Castilla-La Mancha, y no es para menos: la Laguna Grande, la Laguna Chica y la Laguna de La Sal conforman un pequeño paraíso donde el tiempo se detiene y el silencio habla en nombre de la naturaleza.

A solo dos kilómetros del casco urbano, por la carretera CM-3158 que une Villafranca con Quero, se llega a este rincón escondido donde el cielo se refleja en el agua y las aves cruzan el aire como pinceladas vivas sobre un lienzo. Aquí no hace falta mucho: un bañador, una toalla y ganas de dejar atrás el ruido. Porque en este oasis manchego, el descanso tiene nombre propio.

Torre de Gazate Airén
Un remanso de calma en Toledo: las Lagunas de Villafranca, un rincón para perderse y refrescarse
Imagen: TurismoCLM

La Laguna Grande: un baño entre arenas y nubes

La más popular y visitada es la Laguna Grande, que hace honor a su nombre con 2,5 kilómetros de orilla convertidos en playa. Sus aguas, que brotan del acuífero 20 y del río Gigüela, ofrecen un respiro auténtico, con propiedades medicinales y un entorno preparado para el disfrute. Es la única laguna manchega con uso recreativo, y su ambiente invita a pasar el día entre chapuzones, paseos y sobremesas en alguno de los establecimientos que completan su oferta turística.

Es fácil imaginarse flotando en su superficie, con el sol en la cara y el canto de los pájaros como única banda sonora. Un lujo sencillo, natural y necesario.

Lokinn
Un remanso de calma en Toledo: las Lagunas de Villafranca, un rincón para perderse y refrescarse
Imagen: TurismoCLM

La Laguna Chica y la de La Sal: donde habita la calma

A su lado, más discreta pero igual de fascinante, está la Laguna Chica. No invita tanto al baño como a la contemplación. Es un refugio de biodiversidad, donde viven especies como el pato colorado, la malvasía cabeciblanca o el porrón moñudo. Entre sus carrizales y tarayes, la vida bulle sin hacer ruido, regalando al visitante una lección de equilibrio y belleza.

La Laguna de La Sal, más pequeña y salina, es un paisaje cambiante. Con ciclos de encharcamiento y sequía, se seca en los meses de más calor, pero cuando tiene agua, brilla como un espejo sobre el campo. Su estampa esteparia y su ambiente solitario la convierten en un escenario casi onírico, donde la naturaleza se muestra sin filtros.

Un remanso de calma en Toledo: las Lagunas de Villafranca, un rincón para perderse y refrescarse
Imagen: TurismoCLM

Naturaleza sin artificios

El complejo lagunar es, en realidad, un diálogo constante entre lo terrestre y lo acuático. En sus orillas y cielos conviven aves rapaces, esteparias y acuáticas, mientras bajo el agua crecen las ovas, esas plantas delgadas que flotan como cabelleras verdes, meciéndose con el movimiento lento del humedal.

Aquí, el espectáculo lo da la vida en su forma más pura.

Si lo que buscas este verano es un lugar donde desconectar, respirar hondo y recordar lo simple que puede ser sentirse bien, las Lagunas de Villafranca te esperan. No necesitas más que tiempo, calma y un rincón de sombra para mirar al horizonte. Porque a veces, el mejor destino no está lejos, sino más cerca de lo que cree, justo donde el agua se encuentra con el cielo.