Celebramos el día de mañana en un contexto internacional preocupante, con un riesgo real de involución en la construcción de Estado Social y de Derecho que ha caracterizado a las democracias europeas tras la Segunda Guerra Mundial, con un peligro cierto que amenaza nuestra democracia, sus instituciones, y nuestro marco de convivencia.
Las tres cosas tienen que ver con cómo nos ha ido desde que esta comunidad naciera políticamente. La autonomía de Castilla-La Mancha se ha ido configurando como un motor de desarrollo de nuestra región, históricamente olvidada en muchos casos y que ha sufrido el centralismo, privándonos durante muchos años de la capacidad de desarrollo de otros territorios. Nuestra autonomía no la ha marcado la reivindicación de unos derechos históricos, ni de una lengua propia, que es lo que legítimamente han situado otras comunidades, nuestra autonomía se ha desarrollado al tiempo que se han ido desarrollando los derechos sociales y servicios públicos, factores clave para la cohesión de un territorio tan disperso y extenso como Castilla-La Mancha.
Lo que hemos avanzado como comunidad está ligado al nacimiento de nuestra Universidad de Castilla-La Mancha, con una apuesta clara por la universidad pública, cuando antes nuestra gente tenía que irse a estudiar a Madrid, Valencia o Murcia. Es ahora cuando hay que ratificar una apuesta firme por el carácter público de la universidad regional, frente al ataque de algunos gobiernos por extender las universidades privadas, un factor de desigualdad que condiciona a la capacidad económica de cada familia este ascensor social fundamental que es la UCLM.
En los cuidados a la salud, tenemos todavía que acordarnos de cuando nuestros enfermos tenían que desplazarse a otras regiones a recibir los tratamientos de muchas enfermedades, sobre todo las personas enfermas de cáncer. Viajes interminables por carreteras que todavía no eran autovías. En la actualidad, aunque tenemos mucho que avanzar y mejorar en el sistema de salud de Castilla-La Mancha, es posible atender a nuestras personas enfermas en situaciones de mayor dignidad y calidad. Atenderlas con profesionales que trabajen en condiciones, por eso no me olvido del colectivo del transporte sanitario, un conflicto donde ni quien presta el servicio ni la administración pueden ponerse de perfil.
Y lo mismo cabe decir de la educación, primaria y secundaria, los servicios sociales, la puesta en marcha del sistema de la dependencia, la atención a nuestras personas mayores con mayor dignidad y merecido respeto.
Esa autonomía de la que nos sentimos orgullosos y orgullosas es la que ha permitido construir todos estos derechos y servicios públicos, con un papel protagonista del diálogo social, entre sindicatos y patronal, desde la defensa cada uno de nuestro legítimo papel, pero con la concertación social como eje de actuación para mejorar la vida de la gente. El orgullo de una tierra son sus personas trabajadoras, sus ciudadanos y ciudadanas, sus servidores públicos, que desde el compromiso y el desempeño de su laboral en el servicio público siguen construyendo derechos.
Por eso los retos de nuestra comunidad autónoma deben afrontarse desde el convencimiento de que, sólo con el fortalecimiento del estado social, con la garantía de pervivencia y funcionamiento de los servicios públicos gratuitos y universales, se va a lograr una sociedad más justa y más libre.
Aunque los profetas de la motosierra renieguen del concepto, es la justicia social lo que hace que una sociedad crezca en igualdad de oportunidades, permite corregir las brechas que existe entre mujeres y hombres, y garantiza las oportunidades para las nuevas generaciones.
Comisiones Obreras reitera su compromiso en este Día de Castilla-La Mancha por la igualdad y el reparto equitativo de la riqueza, por la reducción de la jornada laboral y la racionalización de los horarios laborales, por tener tiempo para vivir y no vivir solo para trabajar, por la defensa de los servicios públicos.