El robo en la mina Conchita de la dinamita que causó el atentado del 11M en Madrid, la mayor masacre terrorista en Europa, marcó un antes y un después en la normativa sobre explosivos. Hoy todas las comandancias de la Guardia Civil, el cuerpo con competencias en esta materia, cuenta con equipos de inspección para el control de toda la «cadena de vida» de esas materias.
Son numerosas las empresas que fabrican explosivos en España, muchos de ellos usados en las voladuras controladas de las canteras. Pero hasta que finalmente el artillero acciona los detonadores y se produce la voladura, los explosivos y su transporte han pasado por un riguroso control por parte de los agentes de la Guardia Civil.
EFE ha podido asistir en la localidad toledana de Yepes a la voladura de una cantera propiedad de CEMEX y llevada a cabo con explosivos de la fábrica de MaXam y la participación de trabajadores de la empresa Excavaciones El Tajo.
Estefanía Esperalta, portavoz de la Intervención Central de Armas y Explosivos (ICAE) de la Guardia Civil, y Javier Zamora, del Grupo Técnico de Explosivos de esta unidad, han explicado y mostrado a EFE todo el proceso de control desde la llegada a la cantera del camión cargado con explosivos.
Un procedimiento similar al que han ejecutado los agentes de la Comandancia correspondiente en el lugar de origen de los explosivos, donde comprobarán si se cuenta con un plan de seguridad para su transporte.
Así, en el origen los agentes supervisan las medidas de seguridad del camión, se comprueba la escolta y se verifica la cantidad y la trazabilidad del explosivo.

Estrictas medidas de seguridad de los camiones
Los vehículos que transportan explosivos deben contar con unas medidas de seguridad obligatorias, como un sistema de bloqueo del motor. La alarma se activa si se abren las puertas sin desactivar previamente el sistema. El motor se detiene y emite señales acústicas y luminosas. Su activación debe tardar como mucho dos minutos.
También debe contar con una alarma conectada a una central de seguridad, con protección del depósito de combustible, con sistemas para evitar explosiones en caso de impacto o incendio y con cierre reforzado en la caja del vehículo.
En el techo deben llevar un panel identificativo de grandes dimensiones en el que, además de la matrícula, figure las letras EX (explosivos). Además, son obligatorios otros sistemas de comunicación y localización que, entre otras cosas, les conecten rápidamente con los centros operativos de la Guardia Civil en las zonas por las que circulen.
En suma, el vehículo debe estar habilitado para el transporte de mercancías peligrosas e ir siempre acompañado por dos vigilantes de seguridad en explosivos debidamente acreditados, como explican los agentes de la ICAE.

La inspección en la cantera
Ya en la cantera, antes de autorizar cualquier movimiento de la carga los agentes supervisan toda la documentación exigida por la normativa, como la guía de circulación, la carta de porte, la adenda de actualización del plan de seguridad y los permisos del vehículo, del conductor y de los vigilantes.
También se cercioran de las medidas de seguridad del camión y en el caso de los vigilantes, se verifica su tarjeta de identidad profesional, la licencia de amas y la guía de pertenencia del arma, la uniformidad y el equipo exigido.
Finalmente, se realizan comprobaciones de la trazabilidad de los explosivos para asegurarse que los que salieron del punto de origen son los mismas que se van a consumir en la voladura.
Todo queda recogido en un acta de inspección que los agentes rellenan según van realizando los cotejos.
Mientras tanto, los artilleros llevan a cabo las perforaciones con barrenos, supervisados por técnicos de la propiedad de la cantera y de la empresa de los explosivos.
Una vez constatado que todo está bien, los artilleros conectan los detonadores en la dinamita, los van introduciendo en los agujeros, echan en cada uno de ellos cinco sacos de ANFO -una mezcla de nitrato de amonio y un combustible derivado del petróleo- y los tapan con la tierra excavada.
Es el momento de la voladura y todos los participantes en el proceso deben alejarse lo máximo posible, salvo el artillero que acciona el detonador.
Aún no ha acabado el trabajo de la Guardia Civil, porque hay que cerciorarse que todos los detonadores y la carga explosiva han quedado destruidos.
Ha sido una de las alrededor de 1.500 inspecciones de consumo de explosivos -no solo en canteras- que el instituto armado realiza anualmente. El año pasado la cifra fue de 1.535.
Menos voladuras y con menos kilos de explosivos
La voladura de esta cantera de Yepes, que data de principios del siglo XX, ha estado controlada por agentes de la Comandancia de Toledo, con mucha experiencia en estas labores.
Uno de ellos cuenta a EFE que el número de canteras en la provincia ha descendido notablemente. Podría haber en funcionamiento unas diez, cuando hace unos años había entre 70 y 80 con voladuras casi diarias.
Y de los 8.000, 10.000 e incluso 12.000 kilos de explosivos que se consumían por voladura, en la actualidad se ha bajado a entre 2.000 y 4.000 kilos. Era la época del boom inmobiliario.
Refuerzo del control desde los atentados del 11M
Tras los atentados del 11M, como recuerdan a EFE los expertos del ICAE, se produjeron cambios normativos en el control de explosivos que culminaron en una profunda reforma del Reglamento de estas sustancias en 2017.
También en el ámbito europeo se impulsó la creación de sistemas de control más riguroso sobre la trazabilidad de toda las materias explosivas para garantizar su seguimiento desde el origen hasta su consumo final.
Se trata del SCEPYLT o Sistema de Control y Protección de Explosivos para la Prevención y Lucha contra el Terrorismo.