Con una superficie de más de 100.000 hectáreas, sobre todo en la provincia de Guadalajara aunque también de Cuenca, y con una totalidad de 44 municipios, el Parque Natural del Alto Tajo cumple en 2025 los 25 años de su declaración, siendo ejemplo de proyectos de conservación y motor de desarrollo para una de las zonas más despobladas de España.
Tras un cuarto de siglo de protección, este espacio natural, que destaca por su diversidad y singulares hábitat y ecosistemas, recibe cada año más visitas de quienes apuestan por disfrutar de un turismo de naturaleza, sostenible y respetuoso en un entorno único que está incluso mejor conservado que hace medio siglo.
«Es un parque bien conservado y algunos indicadores de conservación nos dicen que en algunos ámbitos está mejor que hace 50 años, con mayor población de algunas rapaces», señala a EFE el director del Parque Natural del Alto Tajo, Ángel Vela, quien subraya que “aquí lo determinante son estos 25 años de gestión, porque el parque como tal ya estaba ahí», pero el territorio ha sabido enfocar el aprovechamiento de sus recursos ayudado por la gestión de la administración tras esta declaración de protección.

El Parque Natural del Alto Tajo cuenta con zonas recreativas, miradores, rutas de senderismo y bicicleta y cuatro centros de visitantes en un paisaje donde el río Tajo es absoluto protagonista.
Vela destaca la diversidad tanto del ecosistema, flora y fauna con «especies animales que, muchas de ellas son únicas o las mejores representaciones de la península ibérica», y recuerda que «hubo un intento de que una parte del Parque Natural fuera declarado nacional», pues a su juicio reúne los valores, «pero en el momento que se planteó en el territorio no había consenso, esencial para salir adelante».
Una de las singularidades destacadas es una sucesión de hoces y cañones, una de la más extensas de Europa, sobre todo sobre roca caliza. Estos generan refugios para flora de climas más húmedo y unas comunidades de aves, principalmente rapaces rupícolas, que anidan ahí, como buitres leonados y una de las mejores poblaciones de alimoches de Europa, águilas reales y halcones peregrinos, entre otras.
Dispone de cuatro centros de visitantes. El de referencia y más grande es el de Corduente, actualmente cerrado por obras de reforma y mejora, al que se suma el Museo de la Ganadería de Checa, el Centro de Visitantes de Oreay el Centro de Visitantes de Río Tajo.
Proyectos de colaboración y éxito
Pese a su extensión, los visitantes se acumulan en la zona del Cañón del Tajo, desde el Puente de San Pedro hasta Peralejos, especialmente desde el 2020 “cuando se multiplicó exponencialmente, impulsado por la prohibición del baño en la comunidad de Madrid y unido a la difusión que se dio a las bondades del baño en el Alto Tajo”, afirma Vela, quien recuerda que los ayuntamientos de las zona estaban a disgusto e incluso con problemas de orden público que llevó a la ordenación de la zona de aparcamiento.
Se impulsó entonces un ‘»caso de éxito» de colaboración entre el parque, el Área de Espacios Protegidos y los consistorios.
“El parque ponía la ordenación, vehiculaba una ayuda de los Espacio Protegidos mediante una aplicación a los pueblos y cedía la gestión de los aparcamientos a los ayuntamientos”, explica Vela.

Así funciona desde 2022 y se ha conseguido organizar “mucho y muy bien el flujo de visitantes. El beneficio para los ayuntamientos es que ha contribuido a solucionar un problema de afluencia y desordenación del uso, generando puestos de trabajo con tres o cuatro trabajadores, permitiendo además a sus vecinos seguir disfrutando de esos espacios”.
Vela se refiere a otro caso de «círculo virtuoso o éxito» como es la recuperación de las minas de caolín abandonadas de Santa Engracia de Peñalén a través de un proyecto Life de la Universidad, donde han intervenido el Ayuntamiento del municipio, una empresa minera de la zona, el parque y la administración de Minas “creando uno de los ejemplos más relevantes del mundo» que recibe visitas de técnicos «de todo el mundo».
A nivel de conservación, Vela destaca dos programas, uno de ellos el seguimiento del águila perdicera, ya que gracias a fondos de medidas compensatorias, están marcadas todas las águilas perdiceras del parque.
A este se suma otro programa de la mano de la fundación de renaturalización Rewilding Spain con actuaciones como recuperación del pastoreo y la herbivoría y de reintroducción de buitre negro, además de la contratación de 15 personas en el territorio que lo han convertido en uno de los principales empleadores de la zona.
Proyectos de futuro
En cuanto al futuro, Vela cree que lo primero es «no morir de éxito», pero también insta a la administración a dotarlo de recursos, especialmente de personal, puesto que ahora son una docena de trabajadores los que se encargan de diversas labores, de los cuales él es el único técnico «para seguir consolidando esta instalación como referente de conservación».
En cuanto al territorio, se muestra esperanzador, pues opina que «la puesta en valor de la naturaleza, el ecoturismo, la producción de naturaleza que pueda haber en estos sitios incluso el teletrabajo si mejora la conectividad de la zona» puede posibilitar incrementos demográficos.