La palabra «pedo» es una de las más versátiles del español, con múltiples significados que han evolucionado a lo largo de los siglos. Según la Real Academia Española (RAE), su primera acepción se refiere a una «ventosidad que se expele del vientre por el ano». Sin embargo, el término también se usa coloquialmente en distintos países con significados muy distintos. En España y América Latina, es sinónimo de borrachera, como en la expresión «agarrarse un buen pedo», mientras que en México y El Salvador puede hacer referencia tanto a una fiesta como a un conflicto o problema.
Desde el punto de vista etimológico, la palabra proviene del latín pēditum, que significa ‘expulsión de gases del intestino por el ano’, derivado del verbo pēdō, ere, con el mismo significado. A su vez, esta palabra procede de la raíz indoeuropea pezdo, que está relacionada con términos similares en otras lenguas antiguas.
Su primera aparición en Guadalajara
Lo que resulta más curioso es que el primer registro documentado de la palabra «pedo» en la lengua española aparece en un texto de Guadalajara, concretamente en el Fuero de Zorita de los Canes, un documento jurídico anónimo de mediados del siglo XIII (1218-1250). Esta obra contenía leyes y normas para la villa y su entorno, y en ella se emplea la palabra con su significado original de ‘expulsión de gases’.
Cabe señalar que es posible que existieran documentos anteriores en los que se usara el término, pero el Fuero de Zorita de los Canes es el primero del que se tiene constancia escrita.
Más tarde, en 1494, el humanista Antonio de Nebrija la incluyó en su Vocabulario, consolidando así su uso en la lengua castellana escrita. Desde entonces, la palabra no solo ha perdurado, sino que ha ampliado su significado y su uso coloquial en distintas regiones hispanohablantes.
Con este curioso dato, Guadalajara se convierte, sin pretenderlo, en un punto clave en la historia de una de las palabras más populares y polivalentes del español.