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Rebajan a 23 años y 9 meses la petición de pena por el asesinato de Tarancón

El Ministerio Fiscal, en sus conclusiones finales en el juicio contra J.E.M., que durante el proceso ha reconocido que mató su pareja en Tarancón en 2022, ha aceptado aplicar el atenuante de confesión, y rebajar de 25 a 23 años y 9 meses la pena que piden por el delito de asesinato, a la que habría que añadir los tres años que se solicitan por tres delitos de lesiones. La acusación particular, popular y de la Junta de Comunidades se han adherido a la propuesta del Ministerio Fiscal.

El jurado tendrá que valorar cuestiones como si hubo alevosía, es decir, si la víctima pudo defenderse y ensañamiento, si el acusado provocó un sufrimiento innecesario a la víctima. Estos puntos determinarán si se trata de un delito de asesinato, como esgrime la Fiscalía, o un homicidio.

También tendrá que determinar otras cuestiones como el reconocimiento de los hechos y los agravantes de género y de parentesco.

Durante las conclusiones, la letrada de la acusación particular ha lamentado que estos hechos «nunca debieron ocurrir», ya que la víctima entró en el sistema VioGén de vigilancia de los casos de violencia machista y tenía una orden de protección que quedó inactiva después de que el marido fuera absuelto de un delito de malos tratos al renunciar su mujer a declarar contra él.

Por su parte, la defensa ha subrayado la actitud colaborativa de J.E.M. «desde el primer momento» y que haya adoptado «una conducta de confesión espontánea y veraz, facilitando la investigación al señalar dónde se encontraba el arma».

La abogada se ha referido a las declaraciones de uno de los hijos, que aseguró haber visto a ambos progenitores con un cuchillo y ha alegado que el acusado presentó signos de lesiones previas. Pese a eso, ha reiterado que en todo momento se ha mantenido esa postura de reconocimiento de los hechos en lugar de una línea basada en la defensa propia.

En esta última sesión, el acusado J.E.M. ha pedido perdón «por mis hijos, mi mujer y por su familia» cuando ha ejercido el uso de la última palabra en el juicio, que ha comenzado con retraso respecto al horario previsto por problemas con el traslado del preso desde la cárcel de Estremera.

Durante la jornada ha comparecido la vecina de la pareja, que mantenía una relación de amistad con la víctima, que le había relatado escenas de malos tratos y que ha asegurado que esa mañana escuchó cómo llamaban a la puerta. «Pero me pudo el sueño», ha manifestado, y no se levantó a abrir.

En cambio, lo que la despertó fue «un silencio pleno», que es lo que le llevó a asomarse por la mirilla, desde la que vio al acusado. Cuando intentó abrir, el marido de la víctima golpeó dos veces la puerta para impedirlo antes de marcharse.

También han intervenido las psicólogas que se han encargado de la afectación psicológica de los dos hijos mayores de la pareja -de cinco y seis años cuando ocurrieron los hechos-, que escucharon desde su habitación los gritos del suceso y posteriormente vieron a su madre en el sofá, ya muerta. Uno de ellos llegó incluso a tocar el cuerpo.

En su declaración han corroborado que los pequeños tienen «plena conciencia» de lo ocurrido y han descrito los episodios de reexperimentación, «recuerdos intrusivos del evento» que han vivido. Las psicólogas han descrito que en la hija pequeña han identificado síntomas disociativos pues «le decía a la psicóloga que esta noche iba a venir su mamá a darle un regalo».