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Cenar y tomar una copa dentro de una cueva en Cuenca: una experiencia única junto al río Huécar

En el corazón del casco antiguo de Cuenca, junto al río Huécar y a pocos metros de las Casas Colgadas, el Puente de San Pablo y el Teatro Auditorio, se encuentra uno de los espacios más sorprendentes de la ciudad: Grotte del Huécar. Se trata de un establecimiento ubicado en el interior de una cueva natural, que ha sido adaptada con respeto a su configuración geológica para ofrecer una experiencia gastronómica y de ocio difícil de igualar.

La posibilidad de cenar o tomar una copa en el interior de una cueva real, formada hace miles de años, convierte la visita en algo único. El espacio, distribuido en varias plantas excavadas en la roca, mantiene una temperatura constante y agradable durante todo el año. En su interior se han habilitado distintos rincones acogedores, que conservan las formas originales de la piedra, creando un ambiente íntimo y singular alejado del bullicio.

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Más allá de su valor natural, Grotte ha sabido integrar una completa oferta gastronómica en este entorno inusual. Los visitantes pueden disfrutar de hamburguesas gourmet, tostas, brochetas y tapas variadas, además de una cuidada carta de bebidas, con cócteles, gin tonics premium, cervezas nacionales e internacionales y vermut casero.

El entorno exterior también refuerza el atractivo del lugar. El establecimiento cuenta con tres terrazas escalonadas que ofrecen vistas excepcionales a la Hoz del Huécar. Desde allí, el rumor del agua y el paisaje natural acompañan cada atardecer, haciendo del lugar un punto de encuentro privilegiado para locales y visitantes. En los días más frescos, se ofrecen mantas para disfrutar del espacio con comodidad.

Grotte del Huécar es además un espacio versátil que permite celebrar eventos privados en el interior de la cueva, con servicios personalizados de decoración, música o catering.

Este enclave se ha convertido en una visita obligada para quienes desean vivir Cuenca desde una perspectiva diferente: no solo contemplando su patrimonio natural, sino también disfrutándolo desde dentro.

Comer y beber en una cueva natural, rodeado de historia y naturaleza, es una propuesta que une lo extraordinario con lo cotidiano, y que ya forma parte de las experiencias más memorables que ofrece la ciudad.