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Esaú Fernández y Antonio Linares, a hombros en Pedro Muñoz

La descastada condición de los ejemplares con los hierros de Manuela Patón e Hijos de Pérez Tabernero lastró el lucimiento en Pedro Muñoz, con escaso toreo aunque sí disposición de los toreros triunfadores, Esaú Fernández y Antonio Linares, que salieron a hombros, con un Juan de Félix discreto.

Veinte minutos pasadas las siete, hora de comienzo del festejo, abrió plaza un ensabanado alunarado capirote que derrochó nobleza yendo tras las telas a media altura con la fuerza medida. Un ejemplar a modo para un torero como Juan de Félix, poco colocado a pesar de no ser ningún jovenzuelo.

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De Félix compuso la figura más que llevó al de Manuela Patón, manejando la espada con acierto, si bien el toro tardó en doblarse y, por fin, pudo perder una oreja.

La misma que podría haber paseado si el tercero de su cuadrilla no hubiera levantado al toro tres veces con la puntilla después de que Juan de Félix, de nuevo, se preocupara más de componer figura que de otra cosa. No obstante cabe señalar que el toro careció de motor y vibración.

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Esaú Fernández se las vio en segundo lugar con un toro acucharado de cuerna, dócil de comportamiento y falto de casta y empuje. El sevillano anduvo pulcro y dispuesto, arrimándose al final ante la carencia de acometida del de Pérez Tabernero.

El quinto resultó el tuerto en el país de los ciegos; es decir, fue el menos malo del encierro. Duró tres tandas por el pitón derecho antes de pararse y buscar las zapatillas de Esaú Fernández por el izquierdo. A pesar de los pinchazos (tres) a sus manos fue un trofeo.

Antonio Linares revistió de solemnidad todo lo que hizo en el tercero, que no pudo ser demasiado por la invalidez del de Manuela Patón, que apenas se tuvo en pie, claramente dañado de atrás. Pero por el de Tomelloso no quedó. Lo recibió a porta gayola, lo cuidó en la lidia (solo se le puso un par de banderillas) y con la muleta lo condujo a media altura con algún destello reseñable.

El sexto fue el de mayor peligro de la tarde (anochecida a esas alturas). Mandó a la enfermería al banderillero Javier Cerrato con un puntazo en el vientre, regresando al ruedo mediado el último tercio, en el que Linares se fajaba con un cinqueño con aviesas intenciones. El torero ciudarrealeño se puso y se quitó, según convino, y terminó arrancándole dos orejas que le abrió la puerta grande, que atravesó junto a Esaú Fernández.

Esaú Fernández y Antonio Linares, a hombros en Pedro Muñoz